Rescatando una frase recurrente del boliche, yo sabÃa que el auto mascota de la cera Team tenÃa que estar en algún lado. Y sÃ, mientras otros gustaban de tener mascotas más convencionales como un perro o un gato, este agradable sujeto optó por tener un Volkswagen escarabajo como su “mascota”. El Bobby. El regalón de su dueño y la envidia del barrio. Y obvio, regalonearlo harto con ceras y siliconas de la mentada marca para que siempre se vea impecable y hasta tenerle su casita para que descanse.
¿Gathijos? ¿Perrhijos? ¡Authijos! Eso sà es actitud… Ok, no.
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Ya pasamos el primer fin de semana feo y se nos viene el cachetazo de realidad: se terminó el verano y se terminó hace rato. Y, si bien al tiro se nos viene el TapsÃn, hay más de alguno que también se acuerda de este otro réclame y de este personaje: ResfrÃoman. Ése que se pega como lapa y te hace la vida imposible. Y ojito aquÃ, porque el nombre del producto pasó tristemente a segundo plano. Pocos recuerdan que era un réclame de CotibÃn Flu.
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Se acerca decididamente a la estructura de un sketch cómico, pero no.
La CTC, iniciando los noventas, se encontraba con todas las ganas de seguir telefonizándolo todo. Los teléfonos públicos, de estar sólo en el centro y un poco más, ahora era posible encontrarlos por todos lados, incluso en el campo y en muchos barrios. Y el volumen y la variedad de los llamados cursados por la red telefónica cada dÃa, pinchando por aquà y por allá, desde muy temprano en la mañana hasta la noche, daba pie a poco menos que verdaderas historias. Si no te comes la comida… ¿Carabineros? ¿Aló? SÃ, yo también te amo, en serio… Ja, ja, ja, ja, no te puedo creer…
Si la idea que inspiró los “zapping” noventosos del Jappening no fue ésta, posiblemente estuvo casi.
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El regreso de las Pildoritas. Hoy: «¡BuenÃsimo!»
En el jurgol, de verdad, se puso todo negro hace rato. Pero el archivo nos entrega esta singular promo de teles LG de tiempos un pelÃn más alegres. La selección chilena se aprestaba a participar en la Copa de Francia ‘98, y en la tele salió esta promo, presentada nada menos que por Leonardo Panetta, periodista argentino que reporteaba sagrada (y poéticamente, muy en su estilo) los partidos del «Matador» Marcelo Salas en el River para Teletrece. La promo consistÃa en la devolución de parte o del total del costo de la tele según cuántos goles hiciera «La Roja» en su participación en el Mundial. Si Chile hacÃa 8 goles, devolvÃan el 35%, si hacÃa 9, el 50%… ¡y si Chile hacÃa 10 o más goles, devolvÃan el 100%!
Bueh… en esa copa, Chile hizo sólo 5 goles. Clasificó a octavos, pero cayó ante Brasil por 4 a 1. Nadie tuvo su devolución… y LG sólo tuvo que desembolsar lo que le costó poner este réclame en la tele… y lo que cobró Panetta.
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Réclame: Sémola con Leche Soprole («A mà no me gusta la sémola») (1988)
- Por admin
- marzo 22, 2025
¡Momento sing-along! Terminaban los ochentas y Soprole se sacaba un postre para dejar contento hasta al más mañoso. El único inconveniente… es que estaban tratando de meter uno de los elementos menos apetecidos por los brocacochis a la hora de comer: la sémola. Asà que era inevitable hacer acto de inclusión, situando como la figura central al mañoso de la temporada. «A mà no me gusta la sémola» era la opinión y el prejuicio que habÃa que contrarrestar (ojalá eliminar), y qué mejor que con un réclame que fuera capaz de dar vuelta a cada uno de esos anti-sémola en sus casas o, al menos, sembrarles la curiosidad. Casi cerrando, la sabidurÃa del TÃo Javier Miranda: «Es cuestión de probar». El primer réclame de un producto que, como casi todo postre antiguo que aún existe, conoció mejores épocas.
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Y bueh… nuevamente una de las muchas licencias que Leonardo Céspedes Producciones (y luego DINT) se tomó con el doblaje de Garfield y sus Amigos. En el capÃtulo 13 de la primera temporada, a Garfield le cae un plato en la cabeza y termina cantando «Puerto Montt», tema popularizado por Los Iracundos a fines de la década de 1960. Pero equivocó la letra: era «mil besos yo le di», no «un beso yo le di». No podÃa salir todo perfecto…
Me lo mencionaron una vez, y ahora va ✌️
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El vaquero llegando a calmar su sed a la cantina en el lejano oeste es todo un clásico. Luego de servirle toda la carta de la cantina sin satisfacerlo, el cantinero le ofrece su última alternativa, la infalible, evitando asà lo peor que podrÃa ocurrir en una pelÃcula del oeste.
Al final, un vaso gigante de 2 litros de refresco Caricia, tomado al seco, salvó el dÃa… aunque no pudo decir lo mismo un parroquiano de gustos… más tradicionales.
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Los réclames de perfumes tienen algo. De partida, obviamente que los que salen en pantalla siempre se van a ver mejor que tú, o van a tener un hobby más bacán que el tuyo, o van a salir haciendo algo más entretenido u osado de lo que haces tú o… no sé. Y nos topamos con uno que se convirtió en un clásico de esa época en que todavÃa era posible encontrar en los réclames algún producto como de status más alto. No como ahora que es casi todo retail. O “griteil” como le dicen algunos. De hecho, estos comerciales de perfumes (o calzado y ropa fina, o en general cualquier cosa de status) eran bastante más comunes de lo que se recuerda. Y era obvio que a los que no se sentÃan tan top les gustaba hueviar con esto. La talla del “Almeja Brava” era un clásico de más de algún humorista.
Pero mejor vámonos a ese jingle de letra exquisita y de alto contenido humano. ¡Aaaaaaaaaaaguaaaa Braaaaavaaaaa! Y te lo cantan fuerte una y otra vez pa’ que no te lo podai sacar en toda la semana.
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Con esto entramos al terreno de las "drogas duras". Los Caracoquesos. Y nos los presentan en una ambientación de restaurante italiano, con chef y todo. Y pese a que el chef primero se da color y dice que es muy difÃcil prepararlos, luego tiene que reconocer que es algo muy fácil. Al final, el chef literalmente tira el gorro de pura impotencia. Es que ya, con tanto fideo preparándose tan fácilmente, se autopercibe como innecesario.
¿Pero se dieron cuenta de algo? Hasta esa época todavÃa les decÃan ampliamente “fideos” y no “pasta”. Si hasta el chef dice “fideo”. Y otra cosa que pasó súper desapercibida: cuando la mujer le dice al chef que le tiene que dar la receta, al acompañante se le sale un “pero pa’ qué”, asà como pensando “esta mina pide puras h…” Ni que decirlo. Todo un potencial funado…
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Un baño de confianza. Probablemente se recuerde mejor el shampoo, pero también hubo de Selfy un desodorante. Unisex, como no era raro en la época. Obviamente, siguiendo el mismo relato: ir al rescate de la confianza personal. Una secretaria buscando pega, un novio a punto de casarse o una joven avergonzada de andar en la calle eran la excusa perfecta para… ¡hey! Irrumpir de la nada con el desodorante. Amo la actitud de la secretaria, sacando el letrero de "se necesita secretaria" y tirándoselos encima, como diciendo "no busquen más, ya llegué".
Lo que sà faltó, me disculpan, pero el puro Selfy sin el “y shasssss…” no tiene el mismo efecto. Faltó la chaucha pa’l peso ahÃ.
Igual mi mamá se lo compró en su época. Pa’ puro quebrarse.
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¿Te imaginai llegara Pedro Picapiedra a una tienda pidiendo que le muestren teles?
Ya que el regreso de ABC como marca de tiendas está a la vuelta de la esquina, pinchemos esa época en que las, en ese tiempo, “Supertiendas ABC” hicieron toda una campaña de “no hay clientes difÃciles”. Una señora preguntando por una lavadora, un joven queriendo escoger un minicomponente, un espÃa preguntando por una radiocassette (y el vendedor le ofrece una Kioto… jaja, buena la referencia), todos planteando sus exigencias y dejando claro que no se iban a ir de la tienda con cualquier cosa. Y, en uno de esos réclames, aparece nada menos que el mismÃsimo Pedro Picapiedra queriendo comprar una tele. De pantalla gigante y “alta definición”.
Bastante adelantado a su tiempo… para ser de la era de piedra.
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