Comenzando la era ochentosa, Sábados Gigantes (sí, con S final) ya pintaba pa’ furor de la tele. Y tenía concursos que se anunciaban durante toda la semana, patrocinados por marcas de abarrotes y alimentos. En todos había que conseguir muestras de producto (algún logo, símbolo o aleta del envase) y enviarlos por carta a algún clasificador de correo. Estaban, entre otros, el de Savory, el de Soprole (para el que había que recortar los cencerros dorados de las bolsas de leche de litro) o éste, de Súper Pollo. Y sí, la mascota de Súper Pollo es mucho más antigua de lo que muchos recuerdan, y deriva de su eslogan antiguo, “el pollo de campo”. De ahí que crearon como mascota un pollo vestido bien de huaso.

Este concurso se recuerda hasta hoy por el chascarro de Don Francisco que, un día, comentaba lo preocupado que estaba el dueño de Súper Pollo, de quien decía que casi estaba a punto de quebrar, porque casi todas las semanas alguien se llevaba el premio mayor, el auto. “Me llama y me dice ¡hasta cuándo regalamos autos! Llévese todo, llévese la mesa, llévese todo el canal...” 

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