Erick Pohlhammer (y sí, tuve que buscar el nombre porque nadie se lo sabe bien) fue un gallo intelectual bien raro. Mientras hacía su literatura, coqueteaba con la cultura pop, llegando a ser jurado o panelista de cosas como “Lo mejor del Mundial” y, cómo olvidarlo, “¿Cuánto vale el show?”. Y, por si fuera todo esto una pelusa, también hizo comerciales. En tiempos en que el resto de los que no pertenecían al grupo de los tres grandes (Falabella, Ripley y Almacenes París) hacía publicidad de bajo presupuesto por default, Hites, con las mismas dos chauchas, trataba de vender un humo aspiracional y un status que no tenía. Y ahí aparece Pohlhammer, haciéndose el lindo con las modelos. Eso. Bienvenidos a un auténtico festival de la hilacha.
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