Asumámoslo de una: Soprole le cambio el nombre al Petit Fort para poder usar a los Picapiedra en sus avisos y que no saliera tan forzado, como lo fue con el Pitufogurt (porque… ¿yoghurt de “pitufresa”? ¿Qué te fumaste, Soprole?). Pero siempre se puede hacer más divertido, y qué mejor que con un álbum de láminas que se conseguía con $50 (aproximadamente unos $300 en plata de 2023). ¿Barato, no? Con la promesa de no existir láminas difíciles y un premio de una libreta de ahorro del Banco del Estado con $1.000 para los primeros 10.000 álbumes completos. Un premio más simbólico que otra cosa, después de todo, el mínimo para abrir la libreta era un depósito de luca. Había finalmente un sorteo con premios más grandes y donde se podía participar incluso sin llenar el álbum, pero no se quemaron prometiendo premios específicos. O sea, nada de recompensas rimbombantes, sólo la entretención de coleccionar laminitas de un sencillo álbum. Qué lejos quedó eso.
Bonus track: ¿sabían que un domingo de abril, se celebraba el día de los abuelitos? Tal como existía el día del papá, de la mamá y del niño, también el Colegio de Publicistas de Chile promovió un día para regalonear a los tatas. Si pensamos que los abuelos son lo menos pedigüeños que hay, me queda claro por qué no prendió. Al menos no llegamos a los ribetes de Argentina, en donde por esos mismos años una empresa importadora de juguetes promovió (como si el día del niño fuera poco) el “día del ahijado”. Jamás hubiera prendido eso aquí porque, básicamente, qué podría existir más desaparecido que un padrino.
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