Todos se acuerdan del comercial de Vizzio donde se está quemando una casa, una despreocupada joven con un relajo infinito se come uno a uno los mentados chocolates y alguien se pega ese inmortal grito de "¡Déjame uno!". Pero pocos recuerdan éste: el que se supone que el producto se ha convertido en un escándalo que ha corrompido a la sociedad y, en fin, mejor véalo si no lo recuerda.
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