A ver, veamos, un dÃa cualquiera de verano en la playa, todo piola, hasta que de repente se empieza a nublar. Ah no, esto no se puede quedar asÃ. Medida de emergencia: empezar a repartir cervezas a diestra y siniestra a todos los veraneantes. Éstos se paran en masa de donde estaban sentados, caminan hacia la orilla, abren su cerveza, toman un sorbo y sueltan ese tÃpico aliento de "...aaaaaaaaaaahhhh...", el cual resulta ser flor de solución, alejando las nubes y regresando el dÃa a su alegre condición de despejado. Ya cachaste, con un tufo alcohólico colectivo alejaste las nubes por todo lo que queda del dÃa. De ahà en adelante todo es celebración, zorrones luciendo sus músculos, minitas moviendo las tetas y el poto como si no hubiera un mañana y, para terminar, ese monumento fálico de la botella de cerveza gigante de fondo cierran un espectáculo redondo de culto al copete. Amén.
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