Eran los ochentas. Si tenÃas un Atari eras un afortunado. Si no, siempre existÃa la tele. Y en la tele no sólo los dibujos animados de moda se llevaban los aplausos. También los comerciales y los productos de consumo ¿no? Asà ha sido el cuento siempre. HabÃa cosas que no fallaban: los coleccionables. Por esos años nos tocó a los niños de esa época ver autoadhesivos, figuritas, pulseras, botellitas y un largo etcétera. Y si a eso le añadimos palitos marcados... éxito seguro. En la segunda mitad de los ochentas aparecen los "Minisavoritos". Y un niño como de mi edad aparecÃa en medio de una selva diciendo "¿Sabes por qué están tan contentas? Porque ya tienen un palito marcado más diez pesitos para canjear un minisavorito...". Tan solo un palito marcado más mÃseros 10 pesos y ya tenÃas tu coleccionable. Y ojo, que aparece la figura del "producto imitación": "El león está super enojado, porque compró un Chocolito y un Lolly que no eran Savory, y no puede jugar con los minisavoritos. Acuérdate, los verdaderos Chocolitos y Lolly Pop son de Savory, los únicos que traen los minisavoritos. ¡FÃjate bien!"
Yo pienso que esto de los coleccionables derivo a lo que hoy conocemos como los famosos puntos que nos dan los supermercados o las tiendas de retail cuando vamos a comprar, y que en sà son algo feo y sin gracia. Pero son parte de una cosa que los marketeros llaman fidelización. Para seguir con mi colección y que no quede incompleta antes que se acabe la promoción, voy a comprar sólo helados de esta marca y ojalá me salga el palito marcado para completar rápido mi triciclo Savory y llenarlo de minisavoritos. Aunque el ejemplo más emblemático de coleccionable son los álbumes de láminas. Pero de eso, darÃa para una tarde entera.
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