Con mayor o menor impacto, campañas de beneficencia han habido siempre. Y asà como hoy la gente ya perdió casi toda capacidad de asombro y que las campañas actuales tienen que ser casi lacrimógenas para llamar la atención, en los ochentas, con mensajes simples, se llegaba a la comunidad y se comunicaba el mensaje. Y las ideas eran simples: Raúl Matas ("el maestro") instando a juntar diarios para donarlos y, en sentido figurado, donar por cada diario un desayuno. Ciertamente era distorsionado: hoy en dÃa uno compra un diario en un kiosco por unos 500 pesos y no conozco, a menos que se le ocurra a JoaquÃn LavÃn, inventar desayunos por quinientos pesos. Lo mismo aplica para la Cruz Roja. Y Javier Miranda, por su parte, dice: "Para usted, sólo una gota de sangre. Para quien la necesita, la vida". Aunque, en honor a la verdad, a uno cuando le sacan sangre, le sacan bastante más que una gota. De hecho, no por nada a uno le dicen que va a andar medio mareado por un rato y que tome lÃquidos. Pese a todo eso, igual queda la idea fundamental, que es que uno, con un acto simple, tiene el poder de ayudar. No con una gota obviamente, sino con una gota mÃa, más una gota del otro y otra gota del de más allá. O con los diarios, no sólo con uno mÃo, sino que con uno mÃo, más uno del del lado, y otro del de allá.
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