Está clarito que en casa las mamás preferÃan preparar en casa las jaleas (señal internacional: entiéndase por "gelatinas") que comprarlas hechas. Pero no vamos a negar que las jaleas en pote eran harto más taquilla. Soprole tuvo en los 80s una casi infinidad de productos (que no se restringÃan a lácteos tÃpicos, como leche, yoghurt o mantequilla), sino que además habÃa por un lado postres lácteos (como la célebre Semola con Leche y el niñito que decÃa "a mà no me gusta la sémola") y, por otro lado, postres no lácteos. Y ahà caÃa clasificada esta maravilla. Jalea. Tan simple como jalea. Claramente no era un producto único y difÃcil de copiar. Las jaleas de Soprole no estaban solas. Entonces es cuando aplica el ingenio particular de cada jugador... o sea, porque al menos habÃa que jugar con una idea ingeniosa. Seguramente alguien en la mesa creativa dijo "¡Pinchaaaaar!". Y tate. Ciertamente que desmoldar una jalea no era trivial si no se sabÃa que "pinchando" con un mondadientes la base del pote invertida se creaba un hueco de aire y la jalea se desprendÃa del pote. Y ahà empezó todo. Pinchar. Palabra que no era nueva y que ya desde hace años se asociaba al coqueteo o flirteo ahora tenÃa un ingenioso doble sentido.
A veces pareciera que la creatividad de Soprole se quedó en los años 80s, o, a todo reventar, en los 90s. Ahora pareciera que las ideas no son tan potentes o recordables como lo eran antes. Ciertamente que un buen comercial es recordable tanto en su contenido como en la marca. Y los de ahora terminan con esa pantalla de "sano y rico cada dÃa" que dura unos 3 largos segundos. No vamos a negar que con esa marca al final "marcan" presencia. Pero si a los 30 segundos se te olvida el comercial, más que marcar presencia, más pareciera que marcan el paso.
Exijo el bronce, porfa.
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