Mis Dos Chauchas: Te lo mereces

  • Por Preto
  • julio 06, 2012

Comenzaré escribiendo que la semana pasada fue una semana de mierda, el fin de semana largo no lo fue, y todo por una inoportuna normativa que obligaba a hacer cambios sistémicos y eso implicó todo el viernes, todo el sábado y -menos mal que no me pude quedar, por motivos que me reservo- la madrugada del domingo. La sociedad actual está atosigada de trabajo. Estaba tan emputecido que no dudé en escribir en mi estado de Facebook:

"Aburrido de esta hueá, vivo pa trabajar y me importa un soberano pico quien lea esto."
No queda espacio ni para hacer algo antes de dormir. Para eso hay que "robarle tiempo" a la noche. Salir a las 7, llegar a las 8, tecito con pan hasta las 8 y media, algo de tele, estupidizarse un poco con magazines que les llaman "noticieros", a la cama y chao. De la casa al trabajo, del trabajo a la casa.


La última chupá del mate, lo que está de moda, lo que se lleva de parte de nuestros marketeros nacionales es la ideita del "te lo mereces". Ya sea bien pagados, o mal pagados, estamos hasta la tusa -imagínese poniendo mi mano como cortando sobre la frente- de trabajo. Entonces aparece esta idea que nos trata de lavar el cerebro haciéndonos pensar que, después de mamarse todo un día de moverse para satisfacer las necesidades de otros, corresponde ahora movernos para satisfacer nuestras propias necesidades. Consumiendo. ¿No te alcanza el tiempo para disfrutar de la plata que estás ganando? Gástala en el último chiche de moda, porque te lo mereces. ¿Sufres mucho trabajando y ganando un moco de sueldo? Pide tu crédito, endéudate hasta las cachas y cómprate el mismo chiche de moda, porque también, sí, tú, también te lo mereces.

¿Privarse de lo que otros se jactan de tener, cual Quico de la vecindad del Chavo? Nah... Tú también lo puedes tener, para eso hay una maquina completamente ajustada cual relojito suizo gritando "¡Coooompren, cooompren, compren compren compren...!". Y uno cae, y uno compra eso que le dicen todo el tiempo que "te lo mereces". Y finalmente llega el momento en que uno termina en casa con una bolsa o una caja conteniendo ese objeto de felicidad que se lo vendieron cual maravilla de la vida moderna, pero como la máquina te tiene de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, poco y nada lo alcanzas a disfrutar, y si te da el tiempo, es tanto el cansancio que simplemente no pasa nada, ahí queda el "objeto de felicidad". Y uno por un "sentido de justicia", porque en la tele vio la publicidad diciendo que "te lo mereces", uno le roba el tiempo a la noche, termina durmiéndose tarde por la noche y a las horas después, nuevamente arriba, vístete, desayuna y a ocupar tu caja de fósforos en la máquina otra vez.


Y aquí entra la duda. Porque, después que dejamos de pensar, hay algo que parece cierto, o al menos se hizo cierto cuando te lo hicieron parecer evidente, gracias a las infalibles técnicas del marketing, de convencer a la gente de que necesita cosas que nunca había pensado pero que "no sabía que necesitaba". Porque ése es el cuento que a todos nos dieron a tragar con juguito de fruta. Hay algo que al final se hace cierto, y que es que al final nosotros lo merecemos. Pero por giles.

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