Eran tiempos inocentes. Todo lo que decÃa la tele era una verdad incuestionable. Si te decÃan que la pastillita se tomaba sin vaso y sin agua... ¿qué onda... era un dulce? Pero lo encontrábamos genial. Si un gil aparecÃa tomándose la pastillita y se mejoraba al tiro, eso no era publicidad engañosa, no señor... Si aparecÃa en TV, eso eliminaba de inmediato toda sospecha de chanterÃo. Ahora bajo la bandera del "llame ya" o del "producto natural" nos meten palos picados como suplemento alimenticio o baratijas chinas de dudosa eficacia.
Era maravilloso, le creÃamos a la tele a ojos cerrados y éramos felices.
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