De la primera vez que me llevaron a un supermercado casi no me acuerdo. Me llevaron al Uriarte y Garmendia que estaba cerca de la Estación Central, al antiguo, antes que se quemara, con sus pasillos estrechos y yo en el carro al más puro estilo Maggy Simpson.
Unos años después, el mismo dÃa del terremoto de 1985, mi viejo me llevó al supermercado Toqui, que quedaba a una cuadra de la plaza de Maipú -y que no sé si aún existe-. Lo único que fuimos a ver fue el desastre de cajas y latas repartidas por todo el piso y los reponedores limpiando las latas con un paño húmedo y esperando que la gente las comprara con las etiquetas despedazadas. En realidad, al Toqui no Ãbamos nunca. Al que de verdad Ãbamos era al Egas que estaba justo frente a la plaza. Ahà me compraron el primer cepillo de dientes musical del que tenga memoria. En tiempos en que la salsa de tomates sólo se envasaba en tarro, al igual que la cera para piso, y los tubos de pasta dental eran de aluminio y costaba sacarles todo el contenido.
Luego, cuando estudiaba en el Instituto, un dÃa me metà a un La Bandera Azul que estaba en el centro y que tampoco sé si todavÃa existe. La sensación de supermercado vintage sesentero que daba a la vista en plenos años '90 se confirmaba rotundamente una vez dentro. Junto a todo esto, el ingrediente auxiliar infaltable: la música de supermercado. En mis arrebatos de nostalgia me da por tener gigas y gigas de música orquestada, para volver a una época que dificilmente regresará y que hace rato ya se la comieron los códigos de barras, los megamercados y la modernidad. Ni rastro del personaje que recorrÃa los estantes con una etiquetadora poniendo a cada paquete, bolsa, lata, una etiqueta con el precio.
Toda esa nostalgia se muere con las visitas al supermercado de hoy, en donde dejan de hacer pan de hotdog para que se vendan los packs rancios de pan Ideal que quedan en los estantes, cuando uno se encuentra a diestra y siniestra con envases de productos consumidos sin pagar, cuando saco envases de los estantes y estaban rotos, cuando quiero comprar una torta de CDROM y el vendedor no sabe lo que tiene en stock... y un largo etcétera que, de veras, me da ganas de ir al supermercado Toqui el dÃa después del terremoto, el que de seguro es un lugar mucho más ordenado y donde las cosas funcionan mejor.
Si hay música orquestada, se las dejo pasar. Pero ni eso.