Siguiendo con yoghurts para peques y a tono con el dÃa de la madre que ES HOY (no importa lo que diga el marketing), revisemos a un memorable: el Danonino. Porque en esa época de nuestras vidas, no era raro que los peluches hablaran. Y con que nosotros mismos lo hayamos creÃdo, basta. Pero de esto no podÃan saber los adultos. ImagÃnate, destruirÃan toda la fantasÃa. Asà que, amén de una mamita que nos diera un yoghurt tras de otro (que en la vida real jamás ocurrirÃa), siempre era bacán tener un amigo perro, oso, lo que fuera, en plan cómplice para disfrutar una de las cosas más sencillas pero más geniales de esa edad: la hora del yoghurt.
Mención aparte, y por mérito propio, para la frase «fue el perro, mami» (o, más exactamente, «fue el peyo, mami»), la cual se hizo casi del hablar cotidiano y recurso de un sinfÃn de chistes o, incluso, de más de algún hecho polémico del que se pretendiera encontrar un culpable, sabiendo que ese culpable nunca aparecerÃa. Fue como, ya, qué sentido tiene saber quién fue, asà que mejor tiremos la talla. «Fue el peyo, mami» y chao, harto jaja y ya fue.
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