¿Y por qué no… si hay Clorets? Eso fue el recurso para comer cualquier cosa antes de la cita, o para tirar la talla en su tiempo. O bien, para hacerle parodia en el Jappening, aunque nunca vi eso. Pero no me sorprenderÃa si ocurrió.
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Rareza. Este no es el osito Ripley, pero muy probablemente fue la primera vez que Ripley metió en alguna parte a un oso. Fue en una promo de fines de los 80s, en un raspe. De ahÃ, posiblemente, salió la idea del oso. Luego, con el cambio de logo, comenzó a hacerse famoso el osito definitivo, aunque no nació con el nuevo logo, sino antes. Yep, aunque no lo crean, hubo un osito con la R antigua.
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Otro de esos réclames que nos llegaron del otro lado. Con doblaje y una sutil localización, nos cambiaron a Roque por Jose y el tema obviamente era el mismo: Carmela, la señora preocupada por el montón de problemas caseros que todavÃa no estaban resueltos, y Jose, el marido, un postergador olÃmpico que ya no aguantaba más. Pero resuelven sus problemas domésticos y de pareja con Fastix.
¿Terapia de pareja? Pa’ los tontos.
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Y el jingle era cantado por Tati Penna (que en ese tiempo todavÃa no se hacÃa llamar Tati).
Los Autobots querÃan llevar los nuevos zapatos Transformers de Bata a la ciudad, ante lo cual los Decepticons plantaron batalla para impedirlo. Pero no contaban con el poder de la planta del zapato Transformers, capaz de hacer rebotar el rayo más poderoso y asÃ, nuevamente, el producto de consumo más inflado de la década (y un par de cabros chicos) salvaron el dÃa.
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«En cualquier momento y en cualquier lugar, te puede agarrar un ¡Tiiiiiiritón!»
Desde el panteón de Savory, nuevamente toca revisar un helado del pasado, con este ¡Tiiiiiiritón! que, según su réclame, era capaz de dejar el despelote supremo en donde fuera. Hasta en un avión. Ya, pero quién pide una torta entera…
Estas cosas ya no se podrÃan hacer. Todo locura… y casi nada bajo control.
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Si nos decÃan en la tele que habÃa un producto que era capaz de darnos tranquilidad aún en situaciones lÃmite como, ponte tú, chocar el auto (y sin seguro) y, de paso, poder hacer amigos y ponerse al dÃa con la familia, lo creÃamos.
O sea, primero reÃamos (y después creÃamos).
Un réclame de Armonyl… antes del «guatón, tómate un Armonyl».
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Era mediados de los noventas y ya nos tocaba el turno de recibir una golosina que del otro lado ya llevaba una década entera. «Si quieres llegar al corazón, usa las palabras correctas…» Y asÃ, para engrupir, como un gesto bonito o, en este caso, para que el cabro que dio jugo en la prueba de Matemáticas pueda ganarse a la profe y asà subir nota, bien valÃa regalar un Bon o Bon. O en fin, en un mundo paralelo en que eso funcione con los profes.
Y ya que estamos en esto, obviamente no lo dice su sitio oficial, pero el Bon o Bon fue una idea (fuertemente) inspirada en el Serenata de Amor de Garoto, pero con crema de manà en vez de castaña de cajú para hacerlo más económico. Se lanzó en Argentina en 1984 y el resto es historia.
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Ya, pero ¿y si le hacemos un cuento a la Forte blanca que sacamos? Asà con un personaje de fantasÃa que sea blanco po. ¡Ya séeeee! ¡Blancaforte y los Siete Enanitos!
Y eso, paf y nació Blancaforte.
Digan lo que quieran de la Blancanieves, pero estos enanitos al menos no le dejaron pesadillas a nadie. Jeje.
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