De esas cosas que siempre saltan a la mesa recordadas por más de alguno y, probablemente, lo más jugado que haya lanzado la Soprole ochentosa. Yoghurt batido sabor limón. Y llegaba ese cabro chico al ensayo, se sentaba a comerse su yoghurt de limón y, a cada cucharada, alguien de la orquesta perdÃa la nota o se descuadraba, tan sólo de imaginar el sabor.
Duró súper poco, pero se le valora lo jugado. Aunque yo… no lo comerÃa.
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Nunca antes Morenita habÃa sido tan clásica y elegante como en ese cambio de década ochenta-noventa. Y nunca más lo fue.
A la tradicional malta la representaron en la forma de este caballero en blanco y negro que llegaba al bar a pedir su Morenita de siempre y que aún lograba llamar la atención. Una chica se siente atraÃda por este caballero clásico, a lo cual, muy caballero, le invita. Y todo para que, al final, este señor venido de otra época, se esfumara. AsÃ, sin más.
De un final incómodo, fue uno de los contados réclames que, siendo chico, nunca entendÃ.
Después de eso, fue todo decadencia, incluyendo una promo y hasta un réclame con el Kike. Y después, nada.
Pero la idea era ésa: aún en los tiempos que corrÃan, a este clásico se le pegaba la gana de volver de la nada, reclamar su espacio, atraer miradas… e irse, también de la nada.
Un misterio. Al igual que el que nunca más volvieran a hacer algo asÃ.
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Cuando revisábamos el réclame de Picnic del vendedor ambulante de los noventas, alguien mencionó éste. O sea, no este réclame, sino este Picnic. El Picnic original ochentoso. Y en su época original no era un chocolate de los baratos, sino que era como un sÃmil chico del Sahne-Nuss, pero de Costa. Montaron todo un cuento de personas estresadas, con pegas que en esa época eran percibidas como estresantes. Supieran ahora. Y el gran relajo era mandar todo a la punta del cerro, parar… y comerse un Picnic.
Como era la costumbre, estos productos de esa época de Costa se lanzaban junto con el Festival de Viña. Y después seguÃan la campaña por el resto del año.
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En el boliche no tememos a las rarezas, aunque a veces las probamos antes para saber si prenden.
Ésta es una pieza que alguna vez fue fundamental en los programas de nutrición infantil del Estado. En simple, Superchil era la versión comercial (para venta a través de almacenes y supermercados) de un producto creado en 1972 y entregado por el Estado, conocido como la «Fórmula Trigo-Leche». Ésta, y la correspondiente versión del Fortesán, eran entregados por el Estado a través del Programa Nacional de Alimentación Complementaria (PNAC). Y la creación de estas versiones comerciales fue debido a la mala percepción de este tipo de productos por parte de la gente. Se pensó que si era un producto de venta en el comercio, y ya no sólo como el producto regalado en el consultorio, la gente lo mirarÃa menos a huevo. Y como ya lo habÃan intentado creando la marca Purita y les funcionó, estimaron que serÃa el mismo efecto al inventar una versión comercial de otros productos. Y como que también les funcionó. Con el tiempo, el Estado transfirió estos productos a las empresas que se habÃan prestado para la fabricación: Fortesán se lo quedó la CRAV, y Superchil quedó en manos de CALO.
Sin embargo, en 1983 se encargó el control de calidad de estos productos al Instituto de Ciencia y TecnologÃa de los Alimentos (ICYTAL), organismo dependiente de la Universidad Austral. Ahà vino qué golpe de timón: asumieron que no sólo el valor nutricional de los productos, sino además su aspecto, eran claves para la aceptación por parte de los chicos. Si la parte sensorial de la experiencia de consumirlos no era buena, daba lo mismo el valor nutricional. Se caÃa todo y se desvirtuaba el propósito fundamental. El Fortesán, por ejemplo, era leche con poroto de soya. Ouch. Entonces se decidió mejorar el estándar de estos productos. Con una nueva fórmula que daba importancia a asumirse leche y que los agregados fueran tan sólo eso y no el producto mismo, en 1985, el ya dejado un poco de lado Superchil evolucionó a «Purita Cereal».
Agradecimientos a @riveranotario en Threads por enviar el link del documento en donde aprendà todo esto (dejo link aquà en todo caso, por si).
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El dÃa que un talco para pies se montó su propio Footloose. Ya, qué tanto. TenÃa el nombre más raro, pero no importa, porque de un talco de nombre raro hicieron un réclame con toda la onda.
Lo triste es que nunca más vimos a Tinaderm después. O al menos, no lo recuerdo. No pudieron superar el réclame de sus vidas. Esto fue como la mosca de Memo Bunke, pero en réclame.
Y perdón por anticipado, porque el Tinaderm no se lo van a poder sacar en toda la semana.
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El segundo Preto Dato, con un show del cual anunciaron, tras la espera de nadie (¡es que nadie vio venir esto!) que volverá.
El Pepsi Challenge. Una prueba de sabor a ciegas cuyo objetivo fue convencer a cambiar de elección a personas que manifiestamente no preferÃan Pepsi. Esta prueba se venÃa realizando en USA desde 1975, pero acá tuvimos que esperar una década entera. Y el rostro de la campaña en Chile fue Katherine Salosny. El resultado fue, respaldado por Adimark, que más gente terminaba prefiriendo Pepsi que Coca-Cola.
Con el paso de los años, se descubrió que la prueba del Pepsi Challenge tenÃa un sesgo ya que, por sólo un sorbo de cada una, las personas tienden a elegir lo más dulce, a pesar de, en su vida normal, preferir bebidas no tan dulces.
De todos modos, en nuestro paÃs eso sirvió poquito. A fines de ese año 1985, CCU perderá la licencia de Pepsi, luego de lo cual, en febrero de 1986, nacerÃa como reemplazo temporal la marca local Free. Otra historia.
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Llegó el tigre de la Malasia…
Ya que lo mencionamos, el famoso réclame de la Banda Azul con Los Venegas. Pobre Guillermo Venegas. La señora le tira la talla y la suegra lo reta por glotón. Pero en fin. Y ahora uno lo ve como práctico y no se lo piensa mucho, pero en ese tiempo, por hacer rendir el presupuesto, mucha gente de verdad se cuestionaba si comprar la margarina en pote o no. Y ni hablemos de mantequilla.
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Esto va a ser lo más tonto que vamos a revisar en varias semanas. Pero todavÃa salta uno que otro que lo recuerda.
El sol tenÃa el poder de convertir a este calmado y centrado alto ejecutivo de escritorio en un… la verdá, no sé. ¿O habrá sido el Chocman Sol? Tampoco sé. Ni tampoco recuerdo cuánto duró este Chocman, pero sà fue súper poco. Para mÃ, un Chocman con menos «choc», por la misma plata. Probablemente fue sólo por ese verano 92-93 y luego chao.
Tele de los noventas. Ni caso.
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