La previa del cumpleaños de Vita fue en el Opera Catedral. Entrada por José Miguel de la Barra. No hay fotos de gente, después de todo no era muy probable que los personajes se dejaran fotografiar a un desconocido. Eso sÃ, se formó un grupo bakán y el lugar era muy piola. Y esto fue sólo la previa.
Autos bajando por Santa LucÃa.
El fail de la noche. El nombre correcto no era Vitalino... era Vitalia, cuec!
Nuestra mesa al llegar. El dedo va gratis.
Dentro. Sorry por lo oscuro, igual habÃa poca luz.
Hasta la carta estaba en crisis.
¿Me van a creer que pensaba que esta canción era de un mexicano? No pues, esto es de la misma época y lugar de origen del rock argentino ochentero (o sea, Argentina en los 80s, duh!), de Garcia, Paez, los Soda, toda esa gente... En fin...
En Repeat: Raul Porchetto - Bailando en la vereda (1986).
Reconozco que voy a McDonalds. A lo lejos, cada dos semanas. Lo que me mantiene a distancia no es la comida, ni la mala fama que gente resentida le haga a la cadena. Son los cabros chicos. Esos que sobreabundan los fines de semana y juran que la famosa cajita feliz es el gran premio a una semana de buen comportamiento (o no tan bueno).
Pero a veces veo otro tipo de "cliente". El padre o madre separado que lleva al hijo que no ve en toda la semana, porque tiene que haber un lugar para ello, para verse, con o sin ganas, porque ese padre o madre ya no puede verse con su ex, porque apenas le da para ir a buscar al crio y llevarlo de paseo el fin de semana. Y terminan comprando dos cajitas felices, una para el crio y la otra para el o la separada, total, de lo que menos ganas tiene esta última persona es comer una hamburguesa. Asà que el tamaño de la mugrecita da lo mismo.
En teorÃa deberÃan haber de dos tipos: de esos que perdieron la tuición del crio y lo aman (pero ya no aman a su pareja) y de los que tienen que llevar al hijo a pasear "por cumplir". ¿Me van a creer que no he visto más que de estos últimos? Y veo siempre al padre o a la madre con cara de amargados frente al hijo. Sin hablar. Esperando que el crÃo se coma la hamburguesita para salir. Teniendo al lado de las mesas los juegos, los toboganes y piscinas de pelotas en los que los demás niños juegan y gritan sin parar. Y después, toma tu juguete y vámonos.
La historia de las secuelas de un fracaso matrimonial salen por la puerta de salida, antes que la vendedora se acerque a ofrecerles helado. O talvez esa vendedora ni se quiere acercar para no alargar el suplicio.
Y ahi queda la bandeja. El crio se llevó dos juguetitos de Ronald McDonald. Y una cajita infeliz quedó sobre la mesa, a medio comer.