Y más de la vuelta a clases. El Laboratorio Chile se enfrentaba a la misión de poner un tema sobre la mesa que era un verdadero tabú de las mamis de la época y sus brocacochis. De pediculosis no se hablaba y, como la avestruz, se prefería “esconder la cabeza”. Eso y relegar a los compañeritos con esos bichos en la cabeza a lo último de lo último. “No te juntes con X niñito que te puede pegar los piojos” era la frase que se escuchaba más que a menudo. Algunos tratamientos, no muy ortodoxos, recomendados de boca en boca, eran la solución común entre familias menos favorecidas para solucionar el problema. Y el “esconder la cabeza como la avestruz” pasó al vocabulario común para referirse a quienes optan por evadir o negar un problema en lugar de enfrentarlo. Así que al final el Launol era como la solución fácil y efectiva.

Bueh, de esas cosas se avergonzaba la gente. Honestamente, hay cosas peores y que deberían dar más vergüenza que esto.

Ver esta publicación en Instagram

Una publicación compartida por Canal Preto (@canalpretocl)

[vía]

Y la vuelta a clases se sigue viviendo en este humilde boliche. Con un réclame de cuadernos que no podría invocar más la vibra hormonal del primer amor… y todas esas siutiquerías propias de cabros jóvenes. ¿A alguien aquí le habrán pillado una carta que le daba vergüenza enviar?

Como sea, que un cuaderno sea “el único que te comprende”, como que no habla bien de una etapa que, para más de alguno, no fue más que un tiempo que había que aguantar y que, como decía Malcolm el de en medio en una frase parecida, lo mejor es que “en algún punto, termina”.

Ver esta publicación en Instagram

Una publicación compartida por Canal Preto (@canalpretocl)

[vía]

Hay tecnologías que nos llegaron atrasadísimas. Todavía para 1992 (o incluso hasta el año siguiente), la importadora que traía los productos de Nintendo a Chile, H. Briones, le daba con todo a promover la consola que sólo hacía un par de años había comenzado a importar, la NES (Nintendo Entertainment System) y que en USA había debutado, primero en mercados de prueba, en 1985. Y este juego, el Rad Racer, había sido publicado por Squaresoft en Japón y USA ¡en 1987! (y en Europa al año siguiente).

Todavía les daba cosa abandonar productos después de un par de años. Y sí, para ese año ya teníamos a la venta el Super Nintendo… pero era carísimo. Los precios de algunos juegos del SNES en su época, si los ajustáramos por inflación, dejarían baratos los de la Switch. Tener dos juegos para tu consola era un lujo.

Edit: me avisaron y tuve que buscarlo, pero sí, éste era en realidad el réclame del F-Zero en USA, al que le editaron capturas del Rad Racer para promover éste último en Chile. Jajaja… así caímos.

Ver esta publicación en Instagram

Una publicación compartida por Canal Preto (@canalpretocl)

[vía]

El Pato “Pichi” Strahovsky hizo varios réclames. De algunos me acuerdo, como el del papel Suave (que ya lo hemos visto por acá) y el de la vaca, pero éste lo tenía perdido. En tiempos en que la gente todavía mandaba a revelar rollos de fotos, el Pato salía en este réclame de la promo de turno de Foto Quick, una de las muchas cadenas de revelado que existían por ese tiempo. Además del rollo y el típico álbum (que era re cutre pero era gratis, y lo gratis es gratis), con cada revelado regalaban cassettes de música de cantantes latinos de la época. Tipo “música para encerar” o “Sonido AM Chile” en Spoti (guiño, guiño). Y el Pato hablaba tan rápido al final, arrancando de la horda de gente que también quería los regalos, que ni con velocidad a 0,25 le pude entender bien lo último.

Esto quedaría como otra de esas frases borrosas de la publicidá nacional, al más puro estilo de la del manjar Colún, ésa de “me quiere todo esto y la luna y el sol y el gato”. O casi.

Ver esta publicación en Instagram

Una publicación compartida por Canal Preto (@canalpretocl)

[vía]

Anoche, Juan Pablo López metió, bien a la pasada, ese momento del recreo colegial en que siempre que nos tocaba una colación bacán, llegaba tu compañerito/a y te decía “¡Daaaaate!”. Y, aunque no estoy seguro al 100, podría decir que todo partió aquí, con este réclame. Soprole había lanzado un manjar (dulce de leche para la señal internacional) en tamaño individual. Era individual pero pequeñito, así que tenías que tener mucha amistad con tu compañerito como para convidarle un poco.

Nunca me mandaron esta colación, pero sí me daban $10 para comprar algo en el carrito. Siempre compraba de esos manjar en tableta. A peso cada tableta. Rara vez convidé. Pero cuando lo hice, me comí 8 de las 10. Fue el mejor manjar de la vida.

Ver esta publicación en Instagram

Una publicación compartida por Canal Preto (@canalpretocl)

[vía]

¡Los otros “festivales”! Cuando llegaba la temporada del Festival de Viña, la vibra del evento se esparcía por todos lados. Era “el” evento artístico del año. Todo entraba en “modo festival”. No era como ahora, en que puedes renegar del evento para sentirte cool. Y si tenías un negocito por ahí, del tamaño que fuere, más te valía entrar a la onda. Así tuvimos otros “festivales”, no muy convencionales, como uno que armó Mundomágico con imitadores o la liquidación de verano de Corona, convenientemente rebautizada como un “Festival de Precios”. Éramos país chico, inocentón… y el Festival de Viña no se exportaba como hoy lo hace, ni mucho menos había un Di*n** o un Fox encima que se opusiera o pretendiera sacar su tajada. Otra época.

Ver esta publicación en Instagram

Una publicación compartida por Canal Preto (@canalpretocl)

[vía 1, 2]