El dÃa que a una empresa de productos para el aseo le bajó lo edgy.
Esto no es un réclame convencional. Es, más bien, una parodia o una sátira. Un compendio de todo lo que es lugar común y todo lo que es cliché de manual en los réclames de cera para piso, culminado con una mujer sin maquillaje, sin iluminación adicional, en un quiebre total con el verdadero festival del cliché de manual que tenÃa atrás, en tono de indignación: “¿Y ustedes se tragan una historia como ésta? ¿Creerán que la gente es tonta? ¡Hasta cuándo venden pomá! ¡Vendan cera!”.
No me acuerdo si la jugada resultó ni cuánto tiempo duró Brillina en ese plan. El marketing de la disconformidad y del enojo, me da la impresión, puede resultar muy bien o desastrosamente mal. Me muestran el producto los dos últimos segundos del réclame y no me dicen nada aparte de que “su nombre lo dice todo”. No me dicen para qué tipo de piso se recomienda, no me dicen si seca rápido, ni algún atributo por el que destaque. Nada. Osado.
Brillina, un producto de Empresas Demaria (o sea Virginia) aún existe y se puede encontrar en el súper. Pero hace kilos de años que no sacan réclame.
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Esta vuelta de tuerca del Gozzo se me desbloqueó. Desde el cementerio de postres descontinuados de Soprole, Gozzo², o como se leerÃa, “Gozzo al cuadrado”. ¿Qué tiene que ver, matemáticamente, ponerle salsa de chocolate al Gozzo de vainilla con elevar al cuadrado? Nada. O sea, Gozzo + salsa no es un cuadrado. En ese caso, si hubieran hecho la suma de dos sabores de Gozzo, serÃa Gozzo + Gozzo, y eso serÃa 2 Gozzo. Aunque podrÃa ser un Gozzo “elevado”, porque la salsa iba debajo.
No sé. En matemáticas, parece que Soprole no dio una. Repitió curso. Pero el Gozzo al cuadrado me tinca rico. ¿Alguien lo conoció?
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Un malabarista haciendo su pega como cualquier dÃa en Plaza Italia se da cuenta que no hay absolutamente nadie en la calle. Asà se le ocurrió a VTR, hace dos décadas, promocionar su “Banda Ancha Light”. Nadie en la calle. Todos contratando VTR. Su tristemente célebre Banda Ancha Light.
Ahà fue cuando le empezamos a perder el respeto a la banda ancha. La comenzamos a llamar “banda charcha” o “banda chancha”. Igual, fue un servicio medio incomprendido. La velocidad claramente no era su fuerte. Era la versión más barata de la nueva Internet por cable coaxial, que no usaba la lÃnea telefónica y permitÃa estar siempre conectado, pagando una sola tarifa. TenÃa una tarifa plana de $14.900 al mes *y nada más*, unos $33.000 de ahora, por una conexión permanente. Eso era revolucionario, aunque la velocidad, de 64 kbps, fuera apenas un pelo superior a la del módem telefónico (una conexión de fibra de 500 Mbps de las de ahora es más de 7.000 veces más rápida que eso). Asà que llamar a eso “banda ancha” era estirar demasiado el concepto, aún para los planes de 300 o 600 kbps de esos años. Reconozcámoslo. Pero, por otro lado, chao a esperar que llegara la noche pa’ conectarse, chao a dar explicaciones cuando llegaba la cuenta del teléfono, chao a todo eso. Al fin.
Luego inventaron el “triple pack” (teléfono + internet + televisión) que también tuvo su versión light, con menos canales (y te iban a instalar un filtro fÃsico en el cable para que sólo se vieran los canales del plan light, un soberano cacho). Hasta Daddy Yankee le “tiró palos” a VTR promocionando el servicio de Telmex, diciendo que “no tiene nada light”. O sea, qué tan indigno tenÃs que ser pa’ que venga alguien de fuera y te basuree, po.
Hoy VTR se juntó con Claro, porque dos compañÃas tapadas con reclamos, de seguro son capaces de llevar el mal servicio al infinito y más allá. Pero VTR ha fallado en poner su parte de la plata y, por esto, Claro se podrÃa quedar con todo. Con todo, todo.
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Un memorable.
Visa puso esto alguna vez en la tele de un montón de paÃses, presentando a un ciego y a su perro guÃa que, flaco favor le hace a su amo, guiándolo a lo que le interesa comer en vez de a una disquerÃa a comprar CDs de jazz. ¿Habrá conseguido el ciego su música? No sé, pero el perro de seguro se mandó su festÃn.
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Comenzando la era ochentosa, Sábados Gigantes (sÃ, con S final) ya pintaba pa’ furor de la tele. Y tenÃa concursos que se anunciaban durante toda la semana, patrocinados por marcas de abarrotes y alimentos. En todos habÃa que conseguir muestras de producto (algún logo, sÃmbolo o aleta del envase) y enviarlos por carta a algún clasificador de correo. Estaban, entre otros, el de Savory, el de Soprole (para el que habÃa que recortar los cencerros dorados de las bolsas de leche de litro) o éste, de Súper Pollo. Y sÃ, la mascota de Súper Pollo es mucho más antigua de lo que muchos recuerdan, y deriva de su eslogan antiguo, “el pollo de campo”. De ahà que crearon como mascota un pollo vestido bien de huaso.
Este concurso se recuerda hasta hoy por el chascarro de Don Francisco que, un dÃa, comentaba lo preocupado que estaba el dueño de Súper Pollo, de quien decÃa que casi estaba a punto de quebrar, porque casi todas las semanas alguien se llevaba el premio mayor, el auto. “Me llama y me dice ¡hasta cuándo regalamos autos! Llévese todo, llévese la mesa, llévese todo el canal...”
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