Si tan sólo hubieran existido más limones y manzanas parlantes. Aunque, reconozcámoslo, qué tan enferma tiene que estar tu relación de pareja como para ponerte a discutir por culpa del sabor de una galleta. El tío Petronio Romo Limón y su amiguita manzana llegaron a tiempo para evitar un quiebre matrimonial. O mejor dicho, sus fantasmas, porque los limones y manzanas originales se habían hecho crema y, chuta, no los quiero asustar pero, en volá, eran frutas poseídas. En fin, uno de esos tantos avisos ochentosos low-cost, hecho con dos chauchas. Pasaron los años y, en vez de una pareja disfuncional, llegó luego una familia de músicos que no perdió el tiempo discutiendo y se bajó 200 paquetes de Alteza en una sola tarde, pero… ya es otro cuento.
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