Otra de esas financieras que florecieron en la era ochentosa, pero que no se recuerda tanto como la Condell, fue Fusa. El spot aún se recuerda, pese a que tal vez ya no recordemos ni el apellido del cliente ni que éste pretendÃa hacerse pasar por su jefe, para no parecer tan rasca y ser sujeto de crédito. Las financieras de ese tiempo, como ésta y la Condell, apostaban a romper la percepción de tener que concurrir a la sucursal, hacer filas y seguir trámites burocráticos para conseguir un “préstamo”, sino hacer que la montaña vaya a Mahoma. Este spot podrá no ser el más recordado, pero sus últimos 3 segundos son dinamita: “Se va a sentir bien en Financiera Fusa. Se lo prometo”.
Estamos ante una pieza inmortal de la publicidad en Chile. Uno de los tantos personajes que nos mostró por la tele el Hogar de Cristo, pero que, sin duda, es el que aún mejor se recuerda: el “Flauta”. Un niño, como tantos de dicha fundación, que se hizo famoso por tocar la flauta dulce a temprana edad de forma autodidacta.
Sin embargo, hay un hecho en este spot que podrÃa
pasar con tintes de polÃticamente incorrecto, y es que el “Flauta” en
este spot sólo hace como que toca, pero no está tocando en directo.
Basta notar cómo usa los dedos, los que no se corresponden con las notas
que está tocando. Y además el soplido no tiene el timing exacto con el
video. O puede que haya grabado el audio aparte y hecho una suerte de
playback con la idea de vencer los nervios de estar siendo grabado. Pero
entonces, si supuestamente se sabe el “Himno de la AlegrÃa”, por qué
entonces no usó los dedos correctamente al grabar. Jamás lo sabremos.
Como sea, un mensaje que pretenda recolectar ayuda, más aún en tiempos
de televisión y de videotape, a veces no tiene por qué ser perfecto. A
esto de verdad le sobra alma. Hay que ser muy duro de corazón para no
conmoverse. El “Flauta” es inmortal. De hecho se recuerda mejor que otro
notable, el de las “miguitas de ternura”. En resumen, y aunque
imperfecto, el spot es una joya.
CorrÃan los ochentas y en Chile la Philips era un monstruo. En electrónica y electrodomésticos tenÃan prácticamente de todo. Tanto asà que, cuando la filial chilena cumplió 50 años, puso en pantalla en los cortes comerciales de la tele una verdadera joya. Una joya que, curiosamente, no se recuerda tanto. Una pieza que, más de 30 años después, se convirtió en una verdadera cápsula nostálgica.
Llegaba la era ochentosa y con ésta llegaron a Chile los bebestibles en lata. ¿Bebidas en lata? No exactamente. Las primeras enlatadoras llegaron para enlatar cerveza. Para las bebidas individuales desechables usaron la clásica botella chica guatona que las soas de la época terminaban reciclando como mamaderas o usleros. Las únicas latas de bebidas gaseosas que vimos en la era ochentosa eran importadas y no muy fáciles de conseguir. Ah, y obvio, en las pelÃculas.
No existen recuerdos de nuestras vidas durante la era ochentosa sin las zapatillas North Star que, aunque como yo que nunca las tuve en su época, al menos las veÃas en la tele. Pero con esto me desayuné, me almorcé, me tomé once y hasta me alcanzó pa’ un bajón a la 1 de la mañana: ¡North Star llegó a tener muchos más modelos que la zapatilla blanca con franjas azules… hasta hubo modelos sin las franjas!
El Spot del Recuerdo: Fundación Paz Ciudadana (los delincuentes siempre necesitamos una ayudita...) (1990s)
- Por Preto
- enero 26, 2023
Entrábamos a la era noventosa y, entre los comerciales de la tele, de cuando en cuando nos pasaban estos spots cortos de 30 segundos de la formada “Fundación Paz Ciudadana”, que hasta el dÃa de hoy existe, con ejemplos de “ayuditas” que los delincuentes comunes recibÃan de la gente. La joven que le hace dedo a los autos, el pasajero de micro que es testigo de un robo y prefiere callar, la señora que no verifica por la mirilla antes de abrir la puerta a un desconocido, el niño que rompe todas las luminarias públicas de la cuadra, o el trabajador recién pagado que sale sin precaución de vuelta a casa. La idea era precisamente ésa: sacar del foco absoluto el actuar del delincuente y dar un giro de tuerca hacia un factor que poco se discutÃa, la “ayuda” que, queriéndolo o no, la gente común le brindaba al delincuente en su actuar. Obviando a quienes formaron o forman parte de dicha fundación, y su tendencia ampliamente conocida, poco se habÃa concebido la forma de pensar sobre la delincuencia de esta forma. La frase “los delincuentes siempre necesitamos una ayudita” pasó al habla del dÃa a dÃa. No pocas personas aún recuerdan esta campaña con algo de miedo. Aunque uno que otro de estos ejemplos, como el de la micro, la verdad, no envejeció de la mejor forma.