A ver, por dónde empiezo. Puedo entender que en la década de 1980, casi hacia donde uno mirara, habÃa alguna dosis de futurismo. Puedo entender que a veces hay poco presupuesto. Puedo entender que no seas ni la primera, ni la segunda, ni la tercera opción que la gente de inmediato recordarÃa si le preguntan una marca de té. Puedo entender todo eso. Lo que no me cabe en el mate es cuántas dosis de psicotrópicos son necesarias para crear esto. Veo que se tomaron re a pecho eso de "disfrútelo como quiera", yendo a la oficina a trabajar en traje de baño (ni los "no pants day" se han atrevido a tanto). Y tate, vamos armando el cuento, tú y tú, partieron a la ferreterÃa a comprar planchas de zinc, vean si les hacen alguna rebaja y cuando lleguen traten de armar un robot como ese... ¿cuánto es que se llama? Ah, Tongas, ése que sale en el UCV con el Nicolini, que gire la cabeza no más y que hable robótico. Ustedes, ordenen esas mesas. Y tú, tú y tú, vayan al camarÃn y se ponen esos trajes de baño de la ropa americana... No, tú no, querimoh vender té, no asustar a la gente...
¿Quedó taquillero, ah? Por cinco lucas, más te vale.