Comúnmente no me gusta mofarme del amor, por mucho que la situación sea ilusa, melosa e inverosimil, pero hay casos en que hacen méritos. ¡Pedazos de mérito! Esto se supone que es un adiós de una pareja. Como la separación es grande, ella se va lejos y por eso que toma una avioneta. Él, en tanto, agarra la camioneta y parte de vuelta a casa con una carga de varios tarros de pintura, obvio. Pero parte rajado. Entonces pesca la pintura "lÃnea profesional", una brocha y se pone a pintarrajear el techo, justo para cuando ella pase en la avioneta por encima (porque la avioneta tiene que pasar sà o sà por el lugar en que ella ya estuvo antes) y en el techo se lea el clásico "TE AMO". "LÃnea profesional" pa' pintar letras en el techo poh' hueón. Y asà de rápido, terminando justo cuando pasa la avioneta por encima.
Ya paren. Eso no pasa.
A ver, veamos, un dÃa cualquiera de verano en la playa, todo piola, hasta que de repente se empieza a nublar. Ah no, esto no se puede quedar asÃ. Medida de emergencia: empezar a repartir cervezas a diestra y siniestra a todos los veraneantes. Éstos se paran en masa de donde estaban sentados, caminan hacia la orilla, abren su cerveza, toman un sorbo y sueltan ese tÃpico aliento de "...aaaaaaaaaaahhhh...", el cual resulta ser flor de solución, alejando las nubes y regresando el dÃa a su alegre condición de despejado. Ya cachaste, con un tufo alcohólico colectivo alejaste las nubes por todo lo que queda del dÃa. De ahà en adelante todo es celebración, zorrones luciendo sus músculos, minitas moviendo las tetas y el poto como si no hubiera un mañana y, para terminar, ese monumento fálico de la botella de cerveza gigante de fondo cierran un espectáculo redondo de culto al copete. Amén.
Todos se acuerdan del comercial de Vizzio donde se está quemando una casa, una despreocupada joven con un relajo infinito se come uno a uno los mentados chocolates y alguien se pega ese inmortal grito de "¡Déjame uno!". Pero pocos recuerdan éste: el que se supone que el producto se ha convertido en un escándalo que ha corrompido a la sociedad y, en fin, mejor véalo si no lo recuerda.
Cuando yo era chico, ni mis zapatos ni mi ropa ni nada que tuviera era de marca. No necesito ahondar más en eso. Pa' qué. Lo único que conseguirÃa es talvez ser tachado de resentido. Pero ello no me quita que pueda recordar esas marcas que sólo conocÃa por la tele. En zapatos infantiles habÃa varias marcas, pero sólo me acuerdo de algunas pocas, como la incombustible Calpany (de la cual nunca vi un aviso en la tele... ¿tuvo?), Osito y, por supuesto, Tom y Jerry. De si compraron o no la licencia no tengo idea (si no, pregunten por la chancha Piggy de los Bochincheros, talvez uno de los grandes personajes pirata de nuestra tele del ayer), pero en fin, otro de esos productos que recordamos, o haber tenido, o haber mirado por la tele como ese objeto inalcanzable.
¿Chile es pobre? Desde siempre, hasta el dÃa de hoy. Y con mayor razón antes. Pero la cultura de antes era otra: la gente se compraba cosas que realmente podÃa pagar. Hoy está el siempre presente dinero plástico como forma de conseguir lo que no se puede pagar y presumirlo al resto mientras se pueda mantener la mentira (porque después "¿quién te quita lo comido y lo bailado?"). Pero antes, las marcas y la calidad sólo existÃan para quien pudiera pagarlas. Para el resto, con suerte, una probadita de algún sucedaneo. Y porque el terreno de los relojes "mediopelo" ciertamente llegó más allá del Cornavin, les presento una marca que de primeras suena rara y no dice mucho: Ardaco. Un reloj que según su publicidad cumple con los atributos de "ser bonito y funcionar bien". Y ojo con la manera de decir que son imitaciones. Siempre se pueden encontrar palabras más bonitas para todo.
Esto salÃa por la tele a color de Chilito en 1979. Extraño es que el aviso fuera en color, considerando que su publico objetivo no podÃa, ehm... en fin, no comentemos más de eso.