A ver, veamos, un dÃa cualquiera de verano en la playa, todo piola, hasta que de repente se empieza a nublar. Ah no, esto no se puede quedar asÃ. Medida de emergencia: empezar a repartir cervezas a diestra y siniestra a todos los veraneantes. Éstos se paran en masa de donde estaban sentados, caminan hacia la orilla, abren su cerveza, toman un sorbo y sueltan ese tÃpico aliento de "...aaaaaaaaaaahhhh...", el cual resulta ser flor de solución, alejando las nubes y regresando el dÃa a su alegre condición de despejado. Ya cachaste, con un tufo alcohólico colectivo alejaste las nubes por todo lo que queda del dÃa. De ahà en adelante todo es celebración, zorrones luciendo sus músculos, minitas moviendo las tetas y el poto como si no hubiera un mañana y, para terminar, ese monumento fálico de la botella de cerveza gigante de fondo cierran un espectáculo redondo de culto al copete. Amén.
Todos se acuerdan del comercial de Vizzio donde se está quemando una casa, una despreocupada joven con un relajo infinito se come uno a uno los mentados chocolates y alguien se pega ese inmortal grito de "¡Déjame uno!". Pero pocos recuerdan éste: el que se supone que el producto se ha convertido en un escándalo que ha corrompido a la sociedad y, en fin, mejor véalo si no lo recuerda.
Cuando yo era chico, ni mis zapatos ni mi ropa ni nada que tuviera era de marca. No necesito ahondar más en eso. Pa' qué. Lo único que conseguirÃa es talvez ser tachado de resentido. Pero ello no me quita que pueda recordar esas marcas que sólo conocÃa por la tele. En zapatos infantiles habÃa varias marcas, pero sólo me acuerdo de algunas pocas, como la incombustible Calpany (de la cual nunca vi un aviso en la tele... ¿tuvo?), Osito y, por supuesto, Tom y Jerry. De si compraron o no la licencia no tengo idea (si no, pregunten por la chancha Piggy de los Bochincheros, talvez uno de los grandes personajes pirata de nuestra tele del ayer), pero en fin, otro de esos productos que recordamos, o haber tenido, o haber mirado por la tele como ese objeto inalcanzable.
¿Chile es pobre? Desde siempre, hasta el dÃa de hoy. Y con mayor razón antes. Pero la cultura de antes era otra: la gente se compraba cosas que realmente podÃa pagar. Hoy está el siempre presente dinero plástico como forma de conseguir lo que no se puede pagar y presumirlo al resto mientras se pueda mantener la mentira (porque después "¿quién te quita lo comido y lo bailado?"). Pero antes, las marcas y la calidad sólo existÃan para quien pudiera pagarlas. Para el resto, con suerte, una probadita de algún sucedaneo. Y porque el terreno de los relojes "mediopelo" ciertamente llegó más allá del Cornavin, les presento una marca que de primeras suena rara y no dice mucho: Ardaco. Un reloj que según su publicidad cumple con los atributos de "ser bonito y funcionar bien". Y ojo con la manera de decir que son imitaciones. Siempre se pueden encontrar palabras más bonitas para todo.
Esto salÃa por la tele a color de Chilito en 1979. Extraño es que el aviso fuera en color, considerando que su publico objetivo no podÃa, ehm... en fin, no comentemos más de eso.
No es primera vez que aquà se comenta de 7 Up. Ya habÃamos visto antes su época gringa media psicodélica. Sin embargo, ya terminando la década aún quedaban rastros de un relajo y felicidad que llega a dar ganas de retroceder el tiempo y volver.
El show esta vez lo hace una caja. Una caja de donde salen unas manos que se ocupan de todo. Ya sea solita o a orillas de la playa, sin pirotecnia y con presupuesto Ãnfimo. Con una creatividad sorprendente para su época.
Estos comerciales fueron emitidos en Chile entre 1979 y 1980. "7 Up, el sabor diferente". Cuando los vi, los amé, en especial el de la playa.
El show esta vez lo hace una caja. Una caja de donde salen unas manos que se ocupan de todo. Ya sea solita o a orillas de la playa, sin pirotecnia y con presupuesto Ãnfimo. Con una creatividad sorprendente para su época.
Estos comerciales fueron emitidos en Chile entre 1979 y 1980. "7 Up, el sabor diferente". Cuando los vi, los amé, en especial el de la playa.
Asà se anunciaba el pisco Capel a comienzos de los ochentas. Vale, aquà no aparece la Argandoña, ni nada que se le parezca. Ni siquiera modelos. Esto se hizo con el vuelto del pan. Eran tiempos en que la torta parecÃa estar mucho más repartida y donde habÃa un omnipresente y dominante Pisco Control. Da la impresión de que nos conformábamos con cosas más simples. Bastaba mostrar el estilo de vida "sencillo" de cierta gente que gustaba de montar a caballo, jugar tenis y cosas asÃ. Con eso bastaba.
Es algo bastante más "amable" de lo que he mostrado antes aquÃ, del alcohol consumido en forma responsable y recatada, sin acudir a mensajes con guiño sexual ni a tomar gritando como si no hubiera un mañana.
Es raro que lo diga pero... ¡me gusta! OK, no tanto.