Con este spot no seré tan tan drástico. No es malo, es, como decirlo... malito. Lo cual no hace menos cierto el que sea de esos comerciales con los que hoy estamos inundados hasta el cogote y haciendo glu glu por tanta música comprada de artistas famosos y con la letra cambiada. De más decirlo, antes la música era hecha "para el spot" y era raro ver... en fin, escuchar -mejor dicho- lo que tenemos ahora. Chispita no canta mal, canta... cuestionable. Pero eso de hacer la megaproducción más cercana a la gente de a pie, poniendo a gente común y corriente cantar... como decirlo... se escucha malito. Dan ganas de cambiar el canal, pero por un ratito. Los más senior recordarán esa sección de Sábados Gigantes que se llamaba "La calle canta", en donde salÃan a grabar a la gente pero no con sus voces sino que reemplazaban de comienzo a fin con la canción original del artista. Eso era más que digno.
Este comercial... más bien la idea tras este comercial, tenÃa la potencialidad de marcar época, como lo fue el "Entel está aquÃ", comercial del cual aún queda rastro en las 5 notas caracterÃsticas, o el de Soprole -que acabamos de ver en un post- que quedó en el mismo grupo de honor. Si hubiera contado con el cuidado de tener mejores voces o por último una sola voz para todos (y no poner a Chispita cantando solo).
Mención "f*ck logic" del dÃa: Chispita duchándose. Chispita... duchándose. Electricidad... duchándose. Ahà la dejo.
Pedir un momento junto a quien creÃas cercano, de tu mundo, parte de
tu historia, y que te pregunte el por qué. Y ahà está el eslabón más
debil: ya es tarde, ya te arrumbó en el estante de los libros viejos, ya
no eres parte de su presente.
Cuestionar. Pedir razones.
Hoy entendà que debÃa reconocer la señal, algo que no hice cuando esa amiga de media vida, que me llamó por mi nombre sin conocerme a sólo un par de semanas de clase en la universidad, luego de unos años comenzara su vida con otra persona tan sólo dÃas antes de que yo le dijera mis motivos para tenerla conmigo. Con los años te das cuenta que no era para ti. Con los años. Pero en el momento eso no es evidente y la segunda parte de la historia, la que corresponde al esfuerzo inútil, no parece tal. Esa etapa está llena de señales, y mientras más pasa el tiempo, más señales aparecen y más rápido una tras otra.
Hoy reconocà la señal. Hoy despido lo que debà haber despedido hace años. Vivir no es entregarse al placer sin sentido. También lleva asociado el sufrimiento. También lleva junto a sà la desilusión. Tuve que entregar algo, tuve que dar el paso y decir aquà estoy. Y todo eso para llegar a una definición que podÃa llevar a dos caminos, ganar o perder. No será la primera vez que tenga que entregar algo que me lleve a una verdad que contenga malestar, desilusión, tristeza.
Eliminé todo lo que oliera a ella. Más bien, casi todo. Nunca la limpieza es total. Siempre queda algo en esa caja interna a la que llaman historia personal.
La señal fue tan simple como evidente. Y esta vez no la ignoré.
(17 de enero de 2015. FotografÃa de Anne Helmond bajo CC BY-NC-ND 2.0)
Cuestionar. Pedir razones.
Hoy entendà que debÃa reconocer la señal, algo que no hice cuando esa amiga de media vida, que me llamó por mi nombre sin conocerme a sólo un par de semanas de clase en la universidad, luego de unos años comenzara su vida con otra persona tan sólo dÃas antes de que yo le dijera mis motivos para tenerla conmigo. Con los años te das cuenta que no era para ti. Con los años. Pero en el momento eso no es evidente y la segunda parte de la historia, la que corresponde al esfuerzo inútil, no parece tal. Esa etapa está llena de señales, y mientras más pasa el tiempo, más señales aparecen y más rápido una tras otra.
Hoy reconocà la señal. Hoy despido lo que debà haber despedido hace años. Vivir no es entregarse al placer sin sentido. También lleva asociado el sufrimiento. También lleva junto a sà la desilusión. Tuve que entregar algo, tuve que dar el paso y decir aquà estoy. Y todo eso para llegar a una definición que podÃa llevar a dos caminos, ganar o perder. No será la primera vez que tenga que entregar algo que me lleve a una verdad que contenga malestar, desilusión, tristeza.
Eliminé todo lo que oliera a ella. Más bien, casi todo. Nunca la limpieza es total. Siempre queda algo en esa caja interna a la que llaman historia personal.
La señal fue tan simple como evidente. Y esta vez no la ignoré.
(17 de enero de 2015. FotografÃa de Anne Helmond bajo CC BY-NC-ND 2.0)
Hagamos de cuenta que un niño en edad escolar comienza a aprender el significado de nuevas palabras y en eso aparece la palabra "frustración". La madre, cegada en su dominio de dueña de casa, le da un ejemplo dentro de su dominio: "Es cuando descubrÃa manchas en la ropa recién lavada". La verdad es que no me imagino qué respuesta pelotuda habrÃa dado el niño en su clase si el profesor le hiciera la misma pregunta. Los niños aprenden de los padres. En más de alguna serie de TV hacen quedar a los padres como auténticos imbéciles (Timmy, Cosmo, Wanda, ¿verdad que sÃ?). Donde esto poco se ve es en los comerciales. Los padres siempre creen saber qué es lo mejor: que esta leche, estos pañales o este yoghurt es el mejor. Los padres siempre aparecen como que tienen la razón. No importa que estén equivocados. Por eso, a veces los "peques" hablan puras huevadas. Porque a algunos padres no les interesa ni se meten, y si es que lo hacen, lo hacen mal, como Don Ramón cuando le ayuda en las tareas de GeografÃa o de Lenguaje a la Chilindrina y le dice que queso se escribe "keso" o que Francia es la capital de Europa.
Gracias, publicidad. Han dejado a los padres, ya no en programas de TV ni en dibujos animados, sino que en la vida real como auténticos idiotas.
En los 80s, decir tecnologÃa chilena era decir IRT. La marca, a comienzos de los 80s, y ya consolidada luego de su nacimiento en 1971, aún vivÃa su época dorada. Sus productos además de ser vistos como de calidad, eran presentados como poseedores de la última tecnologÃa (o "Respuestas Electrónicas", como les gustaba llamarle).
Ese año 1981, junto con el nacimiento del "Personal Stereo", la versión criolla del Walkman, presentaban esta "maravilla en tecnologÃa y diseño" a todo color. Y no sólo eso: era a control remoto. Un control remoto bastante arcaico, pero lo tenÃa. Cuatro botones, dos para canal, dos para ¿volumen?, y eso serÃa todo. TodavÃa habÃa que pararse a encender o apagar el aparato. Pero habÃa algo que recién comenzaba a aparecer, el AFT ("automatic fine tuning") que hasta el dÃa de hoy no sé qué tan "automatic" habrá sido si de todas formas habÃa que apretar un botón. Era presentado como un aparato en el que los colores "ya han sido precontrolados, corregidos y fijados en una imagen estable, de nitidez y contraste perfectos". ¿Necesito decir que aún en esos dÃas habÃa gente que aún usaba teles con tubos al vacÃo? Mucha gente aún usaba su TV "Antú" en blanco y negro (un TV muy popular aún en esos dÃas) que se caracterizaba porque al cabo de unos años de uso su imágen se deformaba y se volvÃa inestable. Con esta maravilla, no pasaba eso, no señor.
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Llama la atención la botonera para sintonizar los canales. Las botoneras fueron vilmente copiadas de modelos Trinitron de Sony y de otras marcas, con la diferencia que en este modelo no eran 12 botones (canales 2 al 13) sino que sólo eran 8, lo cual (no sé, nunca usé uno de éstos) hace pensar que era programable o hacÃa barrido para memorizar canales. Estas botoneras eran un lujo. La mayorÃa de la gente tenÃamos los con sintonÃa mecánica rotatoria, ese clac-clac que cuando se rompÃa el mando habÃa que cambiar el canal con grúa... perdón, con alicate.
La verdad es que esto no necesita mayor presentación. La canción ya está en el inconsciente colectivo de una generación completa. Talvez los más jóvenes no conozcan tanto estas piezas publicitarias y, sobre todo, su jingle. Aunque no deberÃa decir "jingle", porque uno tenderÃa a asociar el término "jingle" con algo movido y entretenido. Esto no. Está bastante lejos. Apela a las emociones, a los valores, al esfuerzo y a la meta. Las pequeñas grandes cosas que nos llevan a triunfar. "Todo lo que queremos, con esfuerzo y con la ayuda de esas pequeñas grandes cosas que nos llevan a triunfar". Eso sÃ, esta vez, con la canción en versión completa.
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Personalmente, y de todo corazón, cuando esta generación actual de jóvenes escuche las 5 notas de la última pantalla de todos los spots de Soprole de la actualidad, reconozcan al menos que provienen de una de las más grandes y recordadas campañas de la historia de la publicidad en Chile.