No me vengan con cuentos. ExistÃan los perfumes (carÃsimos)... y las colonias (tÃpico regalo de cumpleaños, de santo, de Navidad, etecé, etecé, etecé). Pero, pese a ser un producto de medio pelo que aspiraba a vestirse de un status que no tenÃa, y dárselas de "eau de toilette" o, en su defecto, "eau de cologne", por la época, le resultó. Estaba la emblemática Coral (con comercial de Cecilia Bolocco y todo... ¡esto es del año siguiente a cuando ganó el Miss Universo!), o si no la Gelatti (carnet al -8) o bien esta mÃtica Jean Les Pins (pronúnciese bien a lo huaso, "yanlepán"). La estética es tÃpica de los ochentas, tonos entre dorados y sepias, siluetas de mujeres echándose el producto tal si fuera agua mineral (saludos, Mr. Santis) y si sumamos el efecto borroso del video de esos años tenemos el ambiente perfesto.
CapÃtulo 5: Un grito
Llegaba muerto. Lo patético es que se trataba de un dÃa viernes, dÃa en que se trabaja hasta un par de horas pasado el mediodÃa. ¿Cuánto puede matar trabajar 5 horas? Yo lo cambiarÃa por un “¿Cuánto puede matar una semana completa de ir de la casa al trabajo y del trabajo a la casa?” Eso sà mata. Mata lo más precioso, en caso que lo exista, de este mundo. Usted, se ha detenido a pensar… ¿en qué momento de su puto dÃa y de su puta existencia ha tenido tiempo durante la semana de dedicar un momento para hacer lo que le gusta… sin sentir culpa?
Por ello fue que ese viernes, pese a llegar temprano y a tener más o menos pensado en qué gastar el tiempo, cuando ya estaba presto a dedicarme a “mis” asuntos, me tiré en el sillón y dormÃ. Las voces que se oÃan desde el TV se metÃan en mi sueño, se hacÃan imagen en forma de lugares en que personas aparecÃan hablando de accidentes de tránsito, de los últimos estrenos de cine, de presidentes que se reunÃan para hablar de temas importantes, de modelos recomendando tal o cual shampoo, del último escandalo del pelmazo de turno o de qué sé yo qué cosa. Todo entraba y se hacÃa imagen viva y presente. Y estaba ahÃ, frente a mÃ. Pero era como si no me importara. Otra vez lo mismo, pensé.
Hasta que entre esas personas la alcancé a ver. Mala idea habÃa sido investigar su Facebook. Ahà supe que nunca respondió mis mensajes. Ahà supe que definitivamente una amistad de media vida se habÃa cortado y no hubo una despedida siquiera. Nada. Se hizo “amiga” de un contacto, actualizó su lugar de referencia y, por supuesto, cuando la agregué por segunda vez (porque en una de mis “limpiezas” la borré) no me aceptó de nuevo. No volvió a darme señales de vida nunca más.
En lo primero en que se cae es en buscar razones. Y ante la falta de éstas, la culpa recae siempre en uno. No cae en la otra persona, porque la otra persona en ningún momento se nos pasa siquiera pensar que está mal. Allá afuera todo mundo está bien. Allá afuera todo mundo sabe disfrutar la vida, sentir la cercanÃa de la familia, tener una buena vida social y una linda polola a la que puedes llamar a las 4 de la mañana y te responderá radiante de felicidad. Allá afuera está toda esa gente que se toma vacaciones y a la vuelta se dedica la tarde entera a subir las fotos de momentos felices a Facebook y etiquetar a sus amigos y al pololo o polola. Por supuesto que siempre y al menos por un puñado de minutos es éso lo que uno siente, de que el pasto es más verde en la casa del vecino, como dicen.
El amor apesta. Y la soledad apesta más. Un cuadro de fotos sobre el velador dice escrito a la rápida “disponible”, como quién por no estar solo busca a alguien que simplemente sirva de relleno para que la presión social no termine destruyendo el poco mundo que va quedando. El lado esperanzado y cuerdo del cerebro va en busca de un lapiz y tacha lo que dice el cuadro para luego escribir “reservado”, como si por ese mágico acto uno se transformara de un simple y patético solitario hambriento de amor y compañÃa en una persona que al menos da la imágen de ser dueña de su tiempo, que el tiempo no se le va, que tiene la certeza de que después de los treintas aún se está a tiempo para vivir lo que no vivió ¡antes de los veinte!
El problema es que no existe aquà un lado cuerdo y mucho menos esperanzado que siquiera se atreva a cambiar el “disponible” por el “reservado”. Sin embargo, aunque el lado cuerdo y esperanzado no esté, el ser perturbado y sin sosiego que hoy existe debe hacer algo. “Porque solo no te va a llegar”, dicen. Lo más paradójico es que cuando les preguntas por cosas de amor te dicen “calma, si te va a llegar cuando menos lo pienses, te va a llegar sola”.
Y llega el momento en que después de tanta vuelta y tanta paja mental se vuelve a lo mismo: la necesidad de un soporte emocional. Mientras otros lo tienen al lado, o al menos a un WhatsApp de distancia, a mi me reiteran: tu soporte emocional te lo tienes que dar tú.
Por un momento renace la esperanza, porque lo que más grande tiene el pobre es la esperanza. El pobre de riquezas, y también el pobre de afectos, que a mi juicio es tan triste como el primero. Hay esperanza, pero lo que falta son energÃas. EnergÃas gastadas por años en agradar a personas que vi cerca y que pensé que me podÃan comprender. Algunas me sonreÃan, otras me ignoraron, otras escaparon y algunas me hirieron.
Ella fue de las que escapó. La de media vida, escapó. Y lo que no me habÃa sucedido nunca en mi vida (y cuando digo nunca, de verdad me refiero a nunca): al final de mi sueño, luego de verla correr lejos, grité su nombre como nunca antes en un sueño y, más que eso, el grito no quedaba en mà ahogándose, el grito salÃa con fuerza y por largos segundos, hasta extinguirse la fuerza que esos 14 años me habÃan dado para liberarlo, hasta hacerse difuso e ininteligible, hasta hacer evidente que esos 14 años habÃan expirado y que no habrÃa nada más. Que ella se iba para siempre.
Hoy vivo solo. De hecho, me siento más solo que nunca en mi vida. Y esa soledad me acompañará por un tiempo que ni siquiera está definido. Hay una posibilidad de que se transforme en libertad. Es pequeña, pero existe. Cuando esa transformación ocurra, será cuando deje de pensar en personas que no están entrecruzadas en mi camino hacia adelante, y cuando deje de querer gritar sus nombres hasta agotar mi voz dentro de un sueño.
Este grito iba para tÃ. No serÃa tan capaz de matar media vida de cercanÃa como tú lo hiciste, y es por eso que nunca diré tu nombre otra vez, mientras esté despierto.
Por ello fue que ese viernes, pese a llegar temprano y a tener más o menos pensado en qué gastar el tiempo, cuando ya estaba presto a dedicarme a “mis” asuntos, me tiré en el sillón y dormÃ. Las voces que se oÃan desde el TV se metÃan en mi sueño, se hacÃan imagen en forma de lugares en que personas aparecÃan hablando de accidentes de tránsito, de los últimos estrenos de cine, de presidentes que se reunÃan para hablar de temas importantes, de modelos recomendando tal o cual shampoo, del último escandalo del pelmazo de turno o de qué sé yo qué cosa. Todo entraba y se hacÃa imagen viva y presente. Y estaba ahÃ, frente a mÃ. Pero era como si no me importara. Otra vez lo mismo, pensé.
Hasta que entre esas personas la alcancé a ver. Mala idea habÃa sido investigar su Facebook. Ahà supe que nunca respondió mis mensajes. Ahà supe que definitivamente una amistad de media vida se habÃa cortado y no hubo una despedida siquiera. Nada. Se hizo “amiga” de un contacto, actualizó su lugar de referencia y, por supuesto, cuando la agregué por segunda vez (porque en una de mis “limpiezas” la borré) no me aceptó de nuevo. No volvió a darme señales de vida nunca más.
En lo primero en que se cae es en buscar razones. Y ante la falta de éstas, la culpa recae siempre en uno. No cae en la otra persona, porque la otra persona en ningún momento se nos pasa siquiera pensar que está mal. Allá afuera todo mundo está bien. Allá afuera todo mundo sabe disfrutar la vida, sentir la cercanÃa de la familia, tener una buena vida social y una linda polola a la que puedes llamar a las 4 de la mañana y te responderá radiante de felicidad. Allá afuera está toda esa gente que se toma vacaciones y a la vuelta se dedica la tarde entera a subir las fotos de momentos felices a Facebook y etiquetar a sus amigos y al pololo o polola. Por supuesto que siempre y al menos por un puñado de minutos es éso lo que uno siente, de que el pasto es más verde en la casa del vecino, como dicen.
El amor apesta. Y la soledad apesta más. Un cuadro de fotos sobre el velador dice escrito a la rápida “disponible”, como quién por no estar solo busca a alguien que simplemente sirva de relleno para que la presión social no termine destruyendo el poco mundo que va quedando. El lado esperanzado y cuerdo del cerebro va en busca de un lapiz y tacha lo que dice el cuadro para luego escribir “reservado”, como si por ese mágico acto uno se transformara de un simple y patético solitario hambriento de amor y compañÃa en una persona que al menos da la imágen de ser dueña de su tiempo, que el tiempo no se le va, que tiene la certeza de que después de los treintas aún se está a tiempo para vivir lo que no vivió ¡antes de los veinte!
El problema es que no existe aquà un lado cuerdo y mucho menos esperanzado que siquiera se atreva a cambiar el “disponible” por el “reservado”. Sin embargo, aunque el lado cuerdo y esperanzado no esté, el ser perturbado y sin sosiego que hoy existe debe hacer algo. “Porque solo no te va a llegar”, dicen. Lo más paradójico es que cuando les preguntas por cosas de amor te dicen “calma, si te va a llegar cuando menos lo pienses, te va a llegar sola”.
Y llega el momento en que después de tanta vuelta y tanta paja mental se vuelve a lo mismo: la necesidad de un soporte emocional. Mientras otros lo tienen al lado, o al menos a un WhatsApp de distancia, a mi me reiteran: tu soporte emocional te lo tienes que dar tú.
Por un momento renace la esperanza, porque lo que más grande tiene el pobre es la esperanza. El pobre de riquezas, y también el pobre de afectos, que a mi juicio es tan triste como el primero. Hay esperanza, pero lo que falta son energÃas. EnergÃas gastadas por años en agradar a personas que vi cerca y que pensé que me podÃan comprender. Algunas me sonreÃan, otras me ignoraron, otras escaparon y algunas me hirieron.
Ella fue de las que escapó. La de media vida, escapó. Y lo que no me habÃa sucedido nunca en mi vida (y cuando digo nunca, de verdad me refiero a nunca): al final de mi sueño, luego de verla correr lejos, grité su nombre como nunca antes en un sueño y, más que eso, el grito no quedaba en mà ahogándose, el grito salÃa con fuerza y por largos segundos, hasta extinguirse la fuerza que esos 14 años me habÃan dado para liberarlo, hasta hacerse difuso e ininteligible, hasta hacer evidente que esos 14 años habÃan expirado y que no habrÃa nada más. Que ella se iba para siempre.
Hoy vivo solo. De hecho, me siento más solo que nunca en mi vida. Y esa soledad me acompañará por un tiempo que ni siquiera está definido. Hay una posibilidad de que se transforme en libertad. Es pequeña, pero existe. Cuando esa transformación ocurra, será cuando deje de pensar en personas que no están entrecruzadas en mi camino hacia adelante, y cuando deje de querer gritar sus nombres hasta agotar mi voz dentro de un sueño.
Este grito iba para tÃ. No serÃa tan capaz de matar media vida de cercanÃa como tú lo hiciste, y es por eso que nunca diré tu nombre otra vez, mientras esté despierto.
¿Existe todavÃa Flogo Jet? Este fue un pedazo de spot. A puro stop-motion con un mono de plasticina. Según cuenta su descripción en YouTube fue un verdadero hito de la publicidad chilena.
Primer comercial de animación stop-motion tradicional hecho en Chile en 1995. La sección de animación fue producida por Sergio Gómez y animada por Marcelo Varas. El personaje (desarrollado por Marcelo Varas y Felipe Silva) fue producido por Kate Murray. El comercial fue dirigido por Andrés Wood y en la cámara estuvo Sergio Armstrong.¿Quién no sintió lástima del pobre perrito que terminó entero de torcido por un cabro chico malvado? ¿HabÃa que hacer tan cruel el sufrimiento para que nos pegara en lo más hondo del corazón? Es raro leer en los comentarios las impresiones de quienes en esos años eran niños. A algunos les daba pena y lloraban. A otros, miedo.
El perrito luego de tal suplicio debió emprender una hazaña y, de paso, tratar de huir de Felipe, el chacal de la plasticina.
¿Quién más odió a Felipe?
Los defectos fÃsicos siempre han sido objeto de chiste, de broma o de burla. El feo es un fracasado y que por mucho tÃtulo que tenga se va a quedar junto al montón. El feo no sale a "carretear" ni tiene un "brillo" (para la audiencia mayor), ni se va "de rumba" (para la señal internacional), simplemente porque no tiene con quien. Mucho menos va solo y menos le servirÃa para conocer a alguien. Pero este feo la hizo. Salió con la Javierita Acevedo (que en este spot está como quiere) sin ser su pareja, ni ser compañeros de trabajo. Este feo salió a carretear, a comer rico (hasta quedar con el ombligo tirante) y de paso le saltó la liebre. Esto marcó un hito: los "embellecedores" dejaron de envasarse en botellas o servirse en copas y pasaron a un práctico sobre que se puede llevar en la cartera de la dama o en el bolsillo del caballero. Y, aunque no sea sÃmbolo de elegancia, con Disfruta definitivamente te puedes comer... cualquier cosa.
¿Dije que cuando chico me acostaban al llegar de la escuela porque no habÃa plata para medicamentos? ¿Dije que me enfermaba como hueón igual? ¿No? Pues sÃ. Y pareciera que en los 80s y hasta comienzos de los 90s muchos medicamentos intentaban reflejar el sufrimiento con escenas oscuras y ojalá con martirio incluido. Aquà se ve un martillo como la enfermedad fuerte y destructora y el huevo, el enfermo, con una enfermedad encima que lo fragiliza. Ciertamente que éste no fue de esos spots que marcaron mi infancia, digamos que, porque estuvo unos cuantos años hacia el futuro como para ello. Pero creo no equivocarme que fue de esos que marcó la infancia de muchos.
Obviamente y para que la gente compre Anacin, al final ganó el huevo. Sorry por contar (y mostrar) el final.
Cuando era chico nunca pensé que iba a ver al Profe Rossa diciendo garabatos. Y ahora... nunca pensé que iba a verlo curao como huasca. Yo me retorcà de la risa.
¿Cómo actuarÃa el profe intoxicado, borracho hasta la tusa, emparafinao entero de alcohol? Si no lo vio, descúbralo.
(repost)