Como decÃa por ahà un sabio trasnochado, lo bueno no es tan bueno y lo malo no es tan malo. Finalmente, luego de medio siglo (qué fuerte) la derecha llegó a la presidencia de Chile por las urnas. El trillado e insistente mensaje de "cambio, futuro y esperanza" se vendió lo suficiente como para hacer que este resultado se diera, ante un Frei que no gustaba mucho, pero que era la única opción para "que no gane la derecha", recurso usado hasta el cansancio por la coalición oficialista. Y, de verdad, eso me molestaba. Porque, independiente del color polÃtico, si aparece un candidato prometiendo esto y esto otro y te arma su plan de gobierno de forma -al menos aparentemente- seria, es de una pobreza franciscana que otro candidato salga con el argumento de "vote por nosotros pa' que no gane este hueón". O sea, no. Para qué decir los arratistas del Juntos Podemos: era el único discurso que les quedaba una vez definidas las opciones del balotaje. Penca.
Pero luego de la derrota de la Concerta, "completamente evitable" según Marco EnrÃquez-Ominami, y de un candidato que sencillamente sus partidarios estuvieron hasta el último dÃa tratando de levantarlo y que ni la misma presidenta Bachelet con más de un 80% de aprobación -histórico- pudo traspasarle su popularidad. Porque es bien paradójico que con ese apoyo popular, una coalición deje el poder. Y en segunda vuelta casi no tuvieron efecto los votos blancos y nulos, y con los votos de Arrate y buena parte de los de ME-O, aún asà no le alcanzó a Frei para imponerse. Y cerramos con 51,61% para Sebastián y 48,38% para el oficialista Eduardo, con una diferencia de algo más de 200000 votos. Y el empresario denostado de ladrón, especulador y siniestro se impuso ante el candidato de una coalición que recibió las señales hace bastante tiempo y que, tercamente, se negó sistemáticamente a escucharlas.
A los partidarios de la Concerta y otras fuerzas contrarias, Chile decidió girar a la derecha, pero no es el fin del mundo. Aún con valores, principios y convicciones diferentes al presidente de turno, también se hace gobierno siendo oposición, aportando con esos puntos de vista distintos. O al menos siendo crÃticos frente al actuar de esta "nueva forma de gobernar" que comenzará a rendir examen a partir de marzo. Porque Tatán prometió muuuuuuuuuuchas cosas, y ya será hora de exigir que se cumplan.
Y por último, lo comido y lo bailado no nos lo quita nadie. Porque reconozcámoslo, nos hemos reÃdo mucho en este tiempo con el show, ¿o no?