No hay día que no me toque oir a alguien una frase del tipo "...el Metro está cada día más malo..." Y la verdá es que cada vez más se ven atrasos en la frecuencia, cierres de estaciones (aunque ya no tanto), estaciones llenas, gente de mal carácter, teles estridentes cuya programación es casi un 50% publicidad, pirañas tras el último asiento, bloqueo de tránsito en pasillos y hasta lanzazos, que ya paciencia queda bien poca. Antes no dudábamos en poner a nuestro Metro de Santiago entre los mejores del mundo. Ahora sus líneas invadieron la periferia y con ello la cultura (o incultura) de esta gente hace de las suyas: ascensores montacargas fuera de servicio, rayados, flaites con celulares reggetoneros "poniendo ambiente", sobacos jugosos a las 7 de la tarde, y un largo etcétera. Entonces hay gente que ya odia el Metro. Y el pobre ya se siente menos querido que nunca.
Si los panes de molde que debutaron en 1975 en la línea 1 hablaran, contarían que la gente los esperaba con gran alegría y entusiasmo. Distinta es la cosa ahora. Producto de un plan de transporte que lo consideró como una suerte de articulador suyo, los pasajeros aumentaron a más del doble, mucha de esta gente, desgraciadamente, careciente de una "cultura de metro". El servicio empeoró y los coletazos previos contaron hasta con la renuncia de su ex-gerente. Al final el Metro se chacreó. Derechamente.
Los 40 años de la empresa Metro no llegaron en el mejor momento. La nueva campaña del Metro viene precisamente al rescate de eso. O al menos, lo intenta. Porque ya el mensaje no es enseñar modales sacados de la biblia de la cultura de metro. Ahora el mensaje es reconciliarse con él y volver a quererlo y respetarlo tal como antes. El nuevo slogan es "te llevo bajo la piel". Porque aunque ya no nos agrade (como antes), lo terminamos usando igual. Nos carga que vaya lleno, y que nos tengamos que subir al cuarto tren que pase, pero en el fondo todavía le encontramos ventajas, los tiempos de viaje aún son más regulares que viajando en bus, es de todas formas más seguro, y un cada vez más corto etcétera, pero aún existente.
El Metro hoy, a 40 años de su fundación, te suplica cariño otra vez. Quiere que ayudes a cuidarlo, a respetarlo, como hace muchos años, cuando aún no era caótico, sus "pocos" usuarios agradecían sus futuristas tiempos de viaje.