Y después por qué los cabros chicos tenÃan pesadillas: The BBC Bat
- Por Preto
- junio 17, 2008
Esta fue la señal horaria del servicio de televisión de la BBC de Londres durante los años '50. Ruego no mirar fijamente la imágen, porque no respondo...
Ocurrió un fin de semana, de compras en el supermercado. Iba pasando por la sección de aseo y limpieza, cuando en un rincón de un estante, bien abajo... ¡oh sorpresa! ¡El Sapolio aún existe!
La historia del Sapolio comienza en 1868, cuando la empresa gringa Enoch Morgan Sons crea este jabón pulidor al que da el nombre de Sapolio -derivado de "soap", jabón en inglés-. El infaltable en la casa de la abuelita, cuando era chico, en un rincón del baño o de la cocina... la verdad es que no recuerdo dónde se usaba más, porque para esa época ya el Sapolio comenzaba a pasar al olvido. Con frases como "Más ordinario que traficante de Sapolio" o "Anda a lavarte la r*ja con Sapolio", definitivamente, la marca comenzó a morir en Chile.
Lo extraño es que una empresa peruana habrÃa comprado la marca a P&G y actualmente en ese paÃs se está vendiendo una lÃnea de productos de limpieza bajo esa marca, completamente modernizada, adaptada a los tiempos y hasta con mascota -era que no, un sapo-. Más aún, esta empresa compró a Klenzo, que era la empresa que producÃa el Sapolio en Chile y cuyo producto homónimo tiene una historia tan mÃtica como el Sapolio.
Luego de la fama gringa, resulta curioso que en un paÃs del mundo, el Sapolio aún esté vivo y actual. AquÃ, sinceramente, escondido en el último rincón de un estante de supermercado, preferirÃa que no estuviera. Obvio, siempre digno.
En los ya rancios 80s, no existÃa el status de la cerveza. Para empezar, no se le llamaba cerveza. Se le llamaba "pilsener" ("y con timidez" según rezaba un comercial noventero en la radio). La llamada "pilsen", junto con la "malta" (Morenita) la llevaban en las clases más populares. No existÃa la botella de litro de hoy. Lo más grande que habÃa era el formato de 655cc. Un poco más de medio litro. Los viejos iban a las botillerÃas a comprar de a varias, y llevaban los envases dentro de bolsas (porque era mal visto andar con una botella de esas por la calle). Ni hablar de cervezas importadas, ni la variedad que es posible encontrar, ni la facilidad que existe hoy para conseguir una.
La "pilsener" que la llevaba en Chile era la Pilsener Cristal, "la que apaga toda la sed" según su slogan. La Pilsener Dorada era otra de las que, al menos por su presencia publicitaria, existÃa y también apuntaba a quitarte la sed con pilsener ("le gana a la sed más dura..."). Porque ese era el concepto que se usaba en ese tiempo. Pero, en su lugar, y siempre quitada de bulla, estaba la Escudo. "Conversémonos una Escudo" fue su lema de batalla de toda la década. En tiempos en que la publicidad de alcoholes apuntaba donde, por responsabilidad social, siempre debió apuntar: la gente adulta.
Toda esta imágen con la que se marketeó la cerveza desde siempre tuvo un cambio radical en los 90s, con la llegada de Becker. Lo que insinuó Cristal alguna vez y que no le resultó tanto, a Becker sà le resultó. Y vimos status, gente más joven, un nuevo diseño de botella, distinto a las botellas sin forma de toda una vida. Y un logro comunicacional tremendo. "Estar en otra es estar en Becker". Y todos diciendo "estai en Becker..." Pero eso ya es otro cuento.
Por ahora, un comercial de 1988 (según me soplaron en YouTube) de los últimos tiempos de la época "adulta" de Escudo. Muchos jóvenes hoy en dÃa, hijos de la democracia de la Concerta, que se la gozan con los comerciales de "¿y tu hermana?" o "¿por qué no te probai esta mejor?", jamás se hubieran imaginado que alguna vez hubo un comercial de Escudo protagonizado por una señora casada con un mensaje a su marido. Una mujer infinitamente comprensiva. Y por supuesto, finalizando con un "¿Conversémonos una Escudo? Yo invito".
Cachureos fue un programa de TV que irrumpió a mediados de los 80s en Chile con una innovación importante: niños actores. Estos niños tenÃan un amigo "más grande" llamado Marcelo, a quien llamaban cuando tenÃan un problema. Con ese formato duró sólo un año. La siguiente temporada ya era un programa show con público infantil en las graderÃas, con juegos y música (más al estilo del Club de los Bochincheros, pero sin un ambiente tan de circo).
Al poco tiempo aparecieron los primeros personajes "monos". Los célebres "monos" de Cachureos. Entre ellos, nuestro invitado de hoy: el Tiburón. Que yo recuerde, este mono irrumpió en Cachureos mucho antes que todo el resto. Cuando aún no estaban ni el Señor Oso, ni Epidemia, ni el Gato Juanito (ni mucho menos Chanchomán), el que sembraba el terror en el show durante los 80 y hasta mucho tiempo después, era nada más ni nada menos que este mono de esponja. El que estaba dentro del traje era ni más ni menos que Jorge Garrido, quien se hiciera conocido luego (o durante esos mismos años) por su personaje de "Segura" en el Jappening con Ja. Alguna vez hubo hasta un concurso de "gánele al Tiburón" o algo por el estilo. El cuento de este mono era entablar una breve conversación con Marcelo, el presentador del programa, para luego rematar con un ataque repentino y furibundo hacia el público, en donde varias veces se "comÃa" a un niño o niña y se armaba todo un concurso al rescate del niño "devorado". A veces los niños se asustaban de verdad. Era entonces cuando Marcelo, en un increÃble ataque de compasión, le regalaba a la "vÃctima" del Tiburón una caja (o dos) de los mÃticos chicles Dos en Uno o bien un cassette de Cachureos.
Con los años, el Tiburón perdió la voz y en sus últimas apariciones el traje de esponja ya estaba definitivamente a mal traer. Era hora de cambiar de villano. Y para ello, los genios creativos inventaron a Chanchomán. Pero eso ya darÃa para otra historia.
El videillo de regalo de hoy es nada menos que una intervención tÃpica del Tiburón. Aporte de eliasgaray en YouTube.
Vivimos en un paÃs de mierda. Cuando no son los terremotos, son los temporales. Y cuando no son los temporales, son los volcanes. Pero, como con tener un paÃs de mierda no basta, también la gente que toma decisiones importantes tiene que ser de mierda. De otra forma no se explica cómo cresta se pudo autorizar una canalización ridÃcula para un cauce natural que, en temporada lluviosa, sobrepasa con todo la capacidad que los genios de la ingenierÃa alguna vez imaginaron que llegarÃa. Un cauce natural que escondieron para hacer más casas para la gente linda. Y el Canal de Ramón se desbordó. Si al menos hubiese sido el Canal de Oscar, hubiese sido más chistoso. Pero no. Y la crecida del rÃo Maipo dejó la mansaca en las plantas de purificación, esas que alguna vez cierta empresa sanitaria nos metió como justificación para aumentar nuestras cuentas de agua al doble. Ahora resulta que estamos pagando y los frescos de raja cortan el agua sin aviso y al lote. O sea, está bien que sea a causa de una emergencia. Pero asà tan al lotijuay...
En general, para hacer algunas cosas hay al menos dos maneras. Aterrizando al caso de las aguas cochinas, estas dos maneras eran: o avisar y hacer una campaña en la población de no consumir el agua y dejarla solamente para higiene... o cortarla y dejar a medio Santiago oliendo a cloaca. Cortarla, obvio. Fácil y bonito (y además rápido). Creen que la gente es huevona. Creen que no le da el seso para entender un mensaje simple y claro. A los de Futaleufú con lo del volcan les hicieron lo mismo. TÃpico de un paÃs en donde se opta siempre por lo más fácil (saludos, Condonito).
Y la queja no se hizo esperar con los cortes tan largos y tan al lote. Se le preguntó a Aguas Cochinas Andinas. Mutis total. En general las cagadas son de dos tipos: las que pueden explicarse, y las que no tienen explicación (y si se intentan explicar, la embarran más). Lo peor de todo es que no hay ninguna ley que proteja al consumidor en este tipo de casos. Más terrible aún si consideramos que las empresas de aguas sanitarias son un monopolio (uno no puede elegir su compañÃa).
Es que no se puede hacer una vida normal con cortes tan al lote. Te cortan el agua sin avisar, te dan una hora en que va a volver y no pasa nada. Te levantas al otro dÃa, rogando que haya agua para bañarte y los frescos de raja no respetaron la hora anunciada y todavÃa no la reponen. Te vas a tu trabajo oliendo a mierda y esperando que, ojalá, nadie te haga notar el olor a sopapo y te deje en vergüenza. Vuelves a casa. Te avisan que volvió por un rato en la tarde y que la volvieron a cortar. Te emputeces, lanzas mil maldiciones, te pones a ver los noticieros nacionales y te enteras que en San Bernardo los tienen con el agua cortada por ya dos dÃas. "Siempre hay gente más cagada que uno", piensas, y te vas a la cama con la cabeza fuera de las sábanas, para no oler el aroma asqueroso de tu propio cuerpo. Indignante.
Como siempre, los grandes de las empresas nunca pierden. La dignidad del de a pie es la que queda putrefacta. Igual que las aguas cochinas.