¿Aló, Lego? Porque ahora sí que se armó. 

No sé cómo lo hicieron, pero lo hicieron. Antes que por aquí conociéramos los Mega Bloks, o los "Mis Ladrishos", o cualquier knockoff de los Lego, la CCU se lanzó con esta promo para Bilz, Pap y Kem Piña, que ofrecía sets de “Blokes”, sospechosamente parecidos a “esos otros” ladrillos ultracaros, canjeables donde tu “comerciante amigo”, con 4 tapas más $120 ($800 aprox. en plata de 2024). Sets de “Lego”… ¿POR MENOS DE LUCA? Nunca volvimos a ver eso… 

Si por debajo eran sets de Mega Bloks o marca patito, nunca lo supimos. Pero lo cierto es que, aunque tomáramos litros y litros de “bibía” hasta llegar a viejo, jamás lograríamos tener legos en cantidad suficiente para armar esas tremendas cosas. Antes terminaríamos con así una guata. 

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La era “Entel PCS” la pegó tanto, que la época previa de los celulares Entel “antes del PCS”, sin “chip” (SIM card, para los puristas), quedó enterrada y blindada con acero. En ese tiempo aún había sólo clientes con plan y todavía se pagaban todas las llamadas (sí, también las recibidas), además del cargo fijo. Así que para mostrarse bondadosa y llamar la atención, Entel ofreció llamadas recibidas de hasta 15 segundos absolutamente gratis.

Mucha bondad… pero ni cerca la que nos hubiese gustado. Porque al segundo 16, ese maravilloso y espectacular palo, por el minuto completo, se venía atómico.

Porque sí, zetitas. El cobro era al minuto.

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🎶 No puedo creer que es verdad… 🎶 Lo que callan los hombres. El réclame en donde la dama hace pasar plancha al varón en la hora punta del Metro tenía que estar en algún lado. El cringe antes del cringe. Pero tiene final feliz, porque es un réclame de Bonella.

En la vida real, y con la compañía incorrecta, lo hueviarían por todo el año.

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¡A luchaaaaar contra las carieeeees! Mish. Signal también se paleteó con bicicletas. Y con el Profesor Rossa, desde el parque Signal y su camino a rayas, ubicado en anda a saber dónde, siempre recomendándonos ir con “nuestro amigo” el dentista y, obvio, cepillarnos con Signal. En otros réclames nos metía el calcio de la leche, aunque él no la tomaba…

Es que quién se banca la lactosa.

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Este Septiembre será Mayo. Como digas, Hellmann’s. Agarra en plan reciclaje unos pedazos de la campaña del “¿Mayo con qué?”, una cueca rockeada que suene lolein, banderitas tricolores por aquí y por allá, un par de huasitas coquetas y un huaso re feo porque NOVENTAS. 

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Los Prisioneros y el elenco del Patio Plum como que eran amigos. ¿Pero fue invitada la banda a la tele sólo por eso? No exactamente.

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Dos años después de su aparición en USA, Chile veía llegar la que pretendía ser una revolución en los videojuegos: el Sega Channel. 

En simple, era un modem que, por un lado, le entraba el coaxial del TV cable (aquí en Chile ofrecido en forma exclusiva por la en ese entonces Metrópolis Intercom), y por abajo funcionaba como un cartucho para la Sega Genesis. La cobertura, en un comienzo, abarcaba un restringido sector de Santiago, acotado a Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea y Providencia. El costo fijo mensual era de casi $7.000 de la época que, ajustado a 2024, vendría equivaliendo a unos $20.000… y eso que era el precio de promoción por el primer año. El catálogo de este servicio de suscripción eran unos 25 juegos, que se renovaban cada mes, además de demos y preestrenos. 

A nivel general, al Sega Channel se le criticó, además de por lo caro, de que estaba llegando un tanto desfasado, en tiempos en que Sega ya ofrecía la Saturn y el actor dominante era la primera PlayStation. 

Como sea, el Sega Channel fue como la prehistoria de los servicios de suscripción. Como un PlayStation Plus o un XBOX Game Pass… antes de Internet. 

De esta campaña de néctar Andina hay varios réclames que aún se recuerdan harto, como el de la abeja que se pasea por los néctares de otras marcas y al final se queda con el Andina y que tuvo varias versiones. Pero éste ya estaba medio enterrado, el de la noche de bodas, y que, sinceramente, estábamos muy chicos pa’ entenderlo. 

Y esa botella al final... Andina, a mí no me engañai. Las botellas que tambalean no se caen así. Tú la botaste. 

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Sobreactuaron hoy: la “señora” (?) del shampoo Kent. O el “champukén”, como le decía el Chuña. Un réclame que fue de los grandes éxitos de nuestra sucursal en China (mientras duró), y al que le encontraron jaja por todos lados. Y que, además, les despejó la incógnita a los Z, que nunca habían visto el shampoo del que hablaba ese viejo.

Mientras la voz en off la presentaba como “señora” (que, permíteme dudarlo, no parece de más de 25) y que había ocupado un shampoo del que no sabía su nombre (pero que tuvo todo el rato el frasco como para leerlo, así que permíteme dudar otra vez), a la mina como que le costaba creer que fuera un shampoo nacional. De hecho, le tuvo hasta desconfianza, porque de otra manera no se explica que haya usado Kent abajo y Rinso en las mechas de arriba (así como pa’ comparar si era mejor que el Rinso). Y para cerrar, la sobrerreacción al descubrir el frasco y darse cuenta del shampoo que le pasaron. Sí, un shampoo nacional, créelo.

Kent, el shampoo que “debería costar más”. Si no te lo vendo por bueno, te lo vendo por ganga. Antes se lanzaban algunas cosas que ofrecían “maravillas” por poca plata. Todavía les quedaba bondad. Ahora derechamente le inflarían el precio.

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“Me piace un Alegretto”. Así, siguiendo el juego del nombre pseudoitaliano (*) de la golosina, y tomando prestado el universo de lo más italiano que se les pasó por la mente, El Padrino (“The Godfather”), los de Calaf decidieron, por una temporada, transformarse en esa mafia italoamericana retratada por el cine, para presentar la nueva novedad pa’ los regalones. Coco bañado en chocolate, la combinación regalona de Calaf, la que ofrecieron de distintas formas por mucho, mucho, mucho rato. Curiosamente, se recuerda mejor la frase que el réclame que, asumámoslo, ya estaba a medio enterrar. 

A don Vito Corleone le piace un “Alegretto”, así que hay que complacerlo, o si no… 

(*) “Allegretto” es con dos eles. 

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