Dama, caballero, lolita, varón. En la sociedá no necesitamos más pasteles como él. Respete a su prójimo, y aprenda a vivir en comunidá. No sea como este gil que, ante el primer aviso de promo, sale volando y pegando choque como condena’o pa llegar a la botillerÃa más cercana... y menos por un par de pilsen.
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Tony Kamo ese año 1992 nos hizo perder bien el juicio. En cada edición de “Una Vez Más” en el Canal 13, le daba por hipnotizar gente, no sin despertar sospechas de que todo era súper trucho, sospechas que nunca se confirmaron del todo. Y, era que no, algunas marcas se quisieron subir a la moda, como Entel. Las llamadas internacionales, antes del multicarrier, estaban monopolizadÃsimas por ellos. De ahà que no se entendiera mucho, al no tener competencia, por qué las promocionaban tanto en la tele, más que para marcar presencia (y ya habÃan hasta inventado el inmortal “Entel está aquÔ para eso). Pero habÃa que estar a la moda, y aparecieron varias imitaciones de Tony Kamo o de hipnotizadores en la publicidad, entre ellas ésta. Y esto se hizo con dos chauchas, más lo que costó ese péndulo con el logo Entel de la época. Porque Entel era, supuestamente, el que daba el servicio, aunque el teléfono mismo no fuera de Entel. ¿Y el tramo local? ¿Alguien quiere pensar en el tramo local?
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Ahora que los chicos que salieron de la media están esperando los resultados de su PAES para postular a la universidad, rescatemos lo que hacÃan algunos preuniversitarios en tiempos en que nosotros dábamos la PAA. El, en esos años, Preuniversitario Cepech, al mando del profesor y, ya a esas alturas, personaje mediático Mario Banderas, echó mano a un poco de humor noventoso y nos mostró a un personaje hoy ya casi desaparecido. ¿Qué pasarÃa si un vendedor ambulante de la vieja escuela vendiera preuniversitarios? Fue chistoso en su tiempo, pero hoy parece otra manifestación más de publicidad ultra funá.
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Señales Remotas: ¿Por qué comemos popcorn en el cine?
- Por Preto
- diciembre 15, 2023
El por qué compramos y comemos popcorn cuando vamos al cine es una duda que todos hemos tenido alguna vez en la vida. ¿Por qué popcorn y no otra cosa? ¿Cuándo comenzó todo? "La historia del pochoclo y el cine", video del canal de YouTube argentino Hecho de Cine, no te pedirá más que unos 10 minutos para contarte toda la historia, partiendo desde los orÃgenes del cine, pasando por la Gran Depresión de 1929 y cómo este hecho histórico prendió la llama que hizo que el popcorn (o "pochoclo", como le llaman al otro lado) terminara siendo el amo y señor en las salas de cine de todo el mundo... hasta nuestros tiempos.
El Chocman de Costa habÃa sido un hitazo. Era obvio que habÃa que lanzar una nueva versión aprovechando el vuelito. Y asÃ, tuvimos esto: el Chocman XL, no por “extra large” (extra grande), sino que por “extra largo”. Igual no era tanta la diferencia. Un 25% más largo, con suerte. Lo que sÃ, como que le pusieron mucho color y alucinaron a lo Hollywood al final. Ahà po’, en tiempos en que el primo perdido del Mochati que le dicen, hacÃa comerciales. Y el “réclame” salió tan bueno que también lo pasaron en Perú (doblado, obvio).
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Por alguna razón en la segunda mitad de la era ochentosa aparecieron nuevas marcas de cecinas. Esto amenazaba a las marcas más tradicionales. PF lanzó este spot hecho con dos chauchas para aparecer como el “producto conocido” en el que se debe confiar, para que "no lo pillen chanchito". Y aunque no toda cecina nueva era de dudosa procedencia, PF jugó con la ignorancia de la gente y su deseo de enterarse de la forma más simple posible cuando algo está mal, aunque en el camino el mensaje haya sido demasiado simplificado (en simple, metió a todas las marcas nuevas al mismo saco). ¿Pero estaba tan equivocada PF? Pues… no, fÃjate. En algunos negocios y carnicerÃas de barrio hasta vendÃan cecinas sin marca. Y encima, al poco tiempo estalló el escándalo de los Ãndices de materia fecal en las cecinas nacionales, lo que no dejó bien parados a varios, incluso algunos que se decÃan tradicionales y “conocidos”.
A ésos sà los pillaron "chanchitos". Literal.
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En épocas en que tener muñecos guagua que hacÃan de todo era aún una idea futurista, los que habÃan hace treinta años se enfocaban en hacer una sola cosa, digamos, “su gracia”. Rochet era una tienda juguetera que todo mundo tenÃa, al menos, como la referencia que salÃa en la tele a la hora de conseguir juguetes. Y Rochet traÃa las muñecas de Famosa, en particular el nunca bien ponderado Nenuco, cuya “gracia” era hacer burbujas de baba cuando le apretaban su bracito. El muñeco guagua era aún una institución juguetera, deseado por las niñas chicas, y medio impuesto por padres tradicionales a niñas no tan niñas. Porque sÃ, también estaba esa otra muñeca de las mil y una profesiones que al poco tiempo definió mejor su mensaje e invitó a las niñas a soñar con ser lo que quisieran ser, aunque en el mundo real eso implique un par de toneladas de vueltas de tuerca. Claro, una niña no tan niña, pues que no necesariamente aspira a ser dueña de casa y cuidar a una guagua. Hay más mundo allá afuera.
A todo esto, Famosa no se llama asà porque aspiren a que sus muñecas sean famosas, sino que es el acrónimo de “Fábricas Agrupadas de Muñecas de Onil Sociedad Anónima”. Y el onil no es ningún tipo de plástico, sino que es por el pueblo de Onil, tradicionalmente productor de muñecas, en la provincia de Alicante en España, de donde es la empresa.
El origen de las marcas me tira. Lo siento.
* Emitido en 1991.
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¡Su majestad, el estereotipo! Ya lo vimos en ese aviso parodia de Los Patiperros con una Australia a puro canguro, pero es que ahora se fueron al real chancho.
Imitando (o parodiando) uno de los tantos “El mundo al instante” que realizaba la productora alemana UFA y que aquà veÃamos en los cines, con noticias de Europa que habÃan ocurrido un mes antes, Soprole inventó el cuento de una pequeña ciudad alemana afamada por sus tortas, en donde un supuesto afamado pastelero nos mostraba su secreto. Resulta que, como “todos saben que lo mejor de la torta es el corazón de la torta”, para asegurarse tortas de primera, este prestigioso pastelero como que “hacÃa trampa”, les cortaba el centro a los bizcochos y, derechamente les chantaba al medio un Duplitz, que era el nuevo postre de Soprole, hecho con bizcocho y crema. Era prácticamente una torta en pote.
Considerando que el pastelero alemán está recurriendo a un producto chileno que se fabrica a 12.000 km de distancia y que los lácteos alemanes son mejores que los de acá… chuta, qué te digo, fantasÃa pura. Y un estereotipo exprimido al máximo. Además, notemos que trataron de evitar problemas, y que por eso no se menciona nunca el paÃs, pero todos los detalles apuntan hacia allá. Y a eso agradezcamos que esto ocurrió en la era noventosa y parodiando a un paÃs de buen pasar. Porque a la hora que alguien hace esto ahora y con un paÃs pobre, ouch, la funa se viene fuerte.
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Esto es mi acto obligado de cada año. Para muchos de los que crecimos en los 80s, y en la tele, esto era el obligado de cada Navidad. Santa Claus: La pelÃcula.
Fue una pelÃcula que tuvo mala crÃtica y que nunca recuperó la plata. Le podrán encontrar un sinfÃn de hilachas. Y probablemente tenga toneladas de efecto cabro chico. Pero a mÃ, me dejó una sensación que no me la dejó ningún pobre angelito, ningún Santa Cláusula, ninguna otra pelÃcula de Navidad que puedan recordar, y nada que haya hecho D*s**y jamás. Pero es que, sorry… el actor que representó a Santa, y que probablemente jamás hubiera investigado su nombre de no ser por esta pelÃcula, David Huddleston, me disculpan, pero él ES Santa (o fue, porque falleció en 2016).
El trailer que vimos en la tele ese año:
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