¡Vamos, chicos! Ya llegó el siglo XXI, ya llegó el futuro, llegaron los dosmiles… ¡Hay que comenzar ya a crear abominaciones, no hay tiempo que perder! Esto ¿se grabó en el Bar Nacional de la calle Bandera en el centro de Santiago, o no? Así recibían la nueva era los chicos de Hellmann’s. “Mayo con qué” ya era cosa del pasado y, junto con el nuevo ketchup Hellmann’s, estimaron que la forma de referirse a sus productos mediante un sustantivo estaba demasiado mamona y pasada de moda, así que echaron mano al ruido que hace el envase al ser apretado para crear algo shuper irreverente y bacán. Con esto le comenzamos a perder el respeto a Hellmann’s. En la vaga posibilidad de que esto aún se recuerde, de seguro es por malo. 

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Llegábamos a la última semana de febrero, el festival ya terminó y eso sólo significa una cosa: se acabó el verano y hay que volver a clases. Y, obvio, la búsqueda del zapato escolar llega a su punto álgido y los casos de “bototitis” comienzan a aumentar como nunca. Pero nada que un médico experto en bototitis y copiones no pueda sanar. El actor Daniel Muñoz, personificado como nuestro querido Efe, se las da de doctor y, a punta de recetar zapatos Pluma a diestra y siniestra, termina salvando el día. ¡Así que “tranquilein”! 

Y ahora en “Si Pato come pez: Abominaciones de los dosmiles”: Yo sabía que el cabro chico malcriado amenazando a sus peces mascota con tirarles toalla Nova si no hacían algo divertido tenía que estar en algún lado. Ya no importaba que el cabro chico no supiera actuar o demostrara escaso talento. Siempre se podía arreglar todo metiendo alguna cosa artificial. Qué más decir de esta pieza dosmilera: al igual que un montón de cosas de ese tiempo, mucha estética futurista, mucha animación en 3D por computación... y mucho material para el olvido. 

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¡Momento sing-along! En la era ochentosa era muy común toparse con avisos de la alguna vez famosa Librería Manantial en la radio, especialmente en la Radio Chilena y Aurora FM. Pero al poco tiempo saltaron a la tele, con un jingle pegote, pegote, pegote. Antes había dos formas de aperarse pa’l año escolar: ir a un solo lugar y tal vez no pagar más barato pero comprarlo todo (🎶 todo-todo-todo 🎶) o bien pegarse la lata de ir tienda por tienda comparando precios (y “tienda” es un decir, ya que muchas veces era recurrir al comercio informal). La Manantial apuntaba a lo primero. Y con la mentalidad de pobre de la época, cuando pensábamos que ir a comprar a un comercio “de los que salen en la tele” era casi como ir a Mundomágico. Sorry por el jingle, pero es que no se lo van a poder sacar hasta que termine marzo. 

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Hace algo mas de 40 años, la llegada de la televisión en color y el auge de los productos de oriente nos traerían novedades. En eso, llegan a nuestras vitrinas los televisores Tatung Dynamic, de la firma taiwanesa Tatung (que, afírmate, aún sobrevive). Llegaban con la gracia de un control remoto que podía controlarlo "todo" (bueh, todo lo que el usuario podría controlar en esos tiempos en un televisor), incluso el tinte y el color. Si yo tuviera que poner de forma tan destacada esos controles, que sólo ocasionalmente se deberían usar, entraría a preocuparme. ¿No será que el problema es otro? En fin, poco se tardarían en darse cuenta que esos controles tan a la vista provocarían verdaderas calamidades, al punto que cuando chico te castigaban por ponerte a jugar con los colores. Duraron poco a la venta los Tatung Dynamic por acá. Ya los teníamos francamente olvidados. Si no fuera por su aparición en “Los 80” que volvieron póstumamente a la fama, al punto que muchos pequeñines pensaron, cuando vieron a Juan Herrera con esa tele, que era una marca ficticia. 

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Y procedemos gentilmente a rescatar esta pieza que ya estaba al filo del olvido. Hace muy poco de esto, en marzo de 1992, Felipe Camiroaga había comenzado a andar en las ligas mayores de la tele, como el presentador original de Buenos Días a Todos en TVN. Y junto con ello, no le seguía haciendo el quite a la publicidad, protagonizando esta promo de toallas de Shell. Un spot que de seguro se hizo con dos chauchas, de las cuales chaucha y tres cuartos se fue en pagarle al “guanaco” para que dejara a Felipito mojado como pollo. Tiempo después, en TVN le vieron pinta de galán, lo metieron a debutar en teleseries, y entonces lo empezaron a hueviar porque actuaba mal, aunque eso ya es otro cuento. En realidad, qué tanta calidad actoral se necesita pa’ algo así. Si lo único que se necesitaba era un gil que se dejara mojar por el guanaco... 

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Esto hace mérito para ser un dato cutre y torreja como pocos. Era el verano de 2003 y en Chile, en Telefonica Móvil (“Telefonica” sin tilde), para presentar una nueva “tarifa” para su servicio prepago Amistar se les ocurre, aparte de crear un spot completamente olvidable, llamar a su nueva tarifa “Movistar Free”, siendo, hasta lo que recuerdo, la primera vez que Telefónica de España se atreve a meter mano para usar la marca “Movistar” en Chile, marca que ya llevaba varios años (desde 1995) ocupando con su servicio móvil digital en España (como “Telefónica MoviStar”). Eran las típicas tarifas de celular de prepago en donde para ciertas llamadas era “barato” y para todo lo demás era un riñón y la mitad del otro. El debut de la nueva marca por estos lados vendría con la compra de todas las filiales de BellSouth en América Latina, las cuales Telefónica fusionó con su negocio móvil ya existente, el cual comenzó, ahora sí, a usar la marca “Movistar” por allá por el 2006. Y claro, matar una canción en el intertanto. 

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La tradición está medio perdida al acabarse el predominio de los diarios en papel hace largo rato ya, pero era muy común que en época de Festival de Viña cada diario lanzara su suplemento especial. La Cuarta, La Tercera y hasta La Estrella de Valparaíso tenían el suyo (medio obvio de todas formas, si es de allá). Pero no hubo suplemento que metiera más ruido haciéndose publicidad ni con el aviso más simpático que “La Gaviota” de Las Últimas Noticias. Según la Wiki, un suplemento que nació en 1984 y duró hasta 1995. Todos los años las gaviotas en la playa y ese computador que ya nos parece hasta prehistórico a orillas del mar. Sólo le cambiaban los cahuines y ya podían reciclar el spot el año que se les antojara. Porque, tamaire, qué spot más reciclado que el de La Gaviota.

Me costó creer esta abominación. Con esto no sólo me desayuné, me almorcé, me tomé once y me hice un bajón a la 1 de la mañana como la otra vez, sino que además me alcanzó pa’ un tocomple del Doggis con jugo Yupi a las 3 de la mañana. Vamos preparando esas generosas bolsas de mareo porque, en nuestra sección “Si Pato come pez”, presentamos una nueva abominación sacada de en medio de los dosmiles: los chicles Dos en Uno alcanzaron a caer en el flagelo del reggaetón. Yep. Los últimos manotazos de ahogado de estos tradicionales chicles, antes de caer en una triste irrelevancia de la que no salieron más, fueron al ritmo de esta cosa. El cuento estaba en regalar un tattoo con cada chicle con diseños que, desde lo incipiente de la nueva moda (que al final, penosamente, no fue moda) intentaban estar a tono con ésta, en una promo que terminó olvidadísima. No voy a emitir más comentarios. De todas formas, esto mete la cabeza al guáter por sí solo. 

¡Es hoy, es hoy! Un día como hoy, 10 de febrero, pero de 2007, y luego de una intensa campaña mediática desde el año 2006, partió lo que en teoría (y en las mentes de los ideólogos de cierta universidad que al menos yo no mencionaré porque por la chucha que da rabia y da lata) le iba a cambiar de forma definitiva la cara al transporte público capitalino: el Transantiago. Para ello se “tomó prestada” la cara del futbolista chileno más afamado por esos años en el extranjero: Iván “Bam Bam” Zamorano. Un sistema que prometía (y en el que muchos quisimos creer), pero que se quedó en la promesa y que al final tuvo que prácticamente ser armado de nuevo. Bam Bam, luego de una destrucción de imagen como pocas en la historia reciente de Chile, renunció a ser rostro de la campaña el mismo día del inicio oficial de operaciones. Y hoy, el actual sistema Red, a duras penas, trata de sacudirse el estigma dejado por su antecesor hace dos décadas, lidiando hasta hace poco con atentados incendiarios (aunque ahora ya menos) y con la gran masa de pasajeros que evaden el cobro. El tema del Transantiago se convirtió en tema tabú en la casa de estudios de esos ideólogos, que podrán tener todos los títulos y diplomas en ingeniería de transporte, pero que jamás usaron una micro.