Y llegaron las “Cosmofertas” de Supermercados Cosmos. Con un Pepe Tapia en plan karateca, nos aseguraban que serÃa el "superkaratazo" de los precios bajos. Esto tiene tanto low cost ochentoso que hasta a mà me supera... Y la dama al final... uf, adelantadÃsima a su tiempo. Una contemporánea suya se hubiera hecho la coqueta.
Reconozco que estuve a punto de revivir la sección del "spot malo", pero me aguanté.
Era re flashero hacer cosas ambientadas en el Metro de Santiago durante sus primeros años. Basta ver ejemplos como el de Rexona en 1981. Y esto, curiosamente, es del mismo año. Una tienda de esos años, Precio Único, que muchos (me incluyo) no sabemos si se trató de la actual Preunic o na' que ver, hizo una suerte de historia en que una señora viajando en el Metro, repentinamente, se para de su asiento, acciona el freno de emergencia y se dirige rauda a aprovechar la oferta a una sucursal de la mentada tienda que habÃa abierto en el Metro Estación Universidad de Chile, incluso teniendo que recibir miradas de los guardias asà como pensando "qué le pasa a esta señora".
A ver, empecemos: la señora accionó el freno de emergencia del carro, como si nada, cual Clara Clayton en Volver al Futuro III, en un lugar donde el tren iba a parar igual, porque vio a lo lejos claramente un cartel con una oferta, en una tienda que no se ve desde el andén. Brillante. Todo tiene sentido. En el mundo al revés, claro.
La trastienda de Malditas Patrañas, su situación actual y los motivos por los cuales nunca triunfará (en las cifras)
- Por Preto
- julio 02, 2022
Siempre he pensado que andar por la vida a lo loco no pinta bien, no importa cuando leas esto. Y asÃ, aprovechando la semana de receso del podcast (la cual, lo siento, no avisé), es que talvez sea momento para "desclasificar" lo que ocurre tras el micrófono, además de la situación actual, y que más vale que les cuente por esta vÃa que, bueno, hacer un podcast para ello y, en fin, evitar que se vea afectado por uno de los tantos factores en contra que el espacio, muy a pesar del entusiasmo, enfrenta (y enfrentará).
Antes de entrar en la sustancia, talvez sea hora de pedir disculpas. Pedir disculpas (y comprensión) a la pequeña audiencia (es pequeña, pero existe) del espacio. Nunca será mi interés menospreciarla, mucho menos cuando me han manifestado que escuchan lo que hago no porque sea ni amigo ni cercano, sino que simplemente porque de verdad les gusta. Pero es hora de dejar de hacerse el gil, y enfrentar la charcha realidad. Y para ello comenzaré exponiendo en el mismo orden que lo sugerà en el tÃtulo: primero la trastienda y lo que nadie sabÃa que venÃa incluido con cada edición, luego el estado actual y, finalmente, una serie de motivos por los cuales, a los ojos del mundo se seguirá viendo como un innecesario gastadero de luz en una empresa eléctrica mediocre y desperdicio de ancho de banda de un proveedor de Internet también nefasto.
Y preparense el cocavÃ, porque se viene para largo. O ni tanto, pero por si las moscas.
La trastienda
Preparar un capÃtulo del programa me toma toda una tarde de viernes o sábado, terminando la grabación a altas horas de la madrugada (no antes de las 2 AM). A eso, sumamos la selección musical que, créanlo, aunque se trate de temas "ahà no más" en más de algún caso, también consume tiempo, y más si la orientación desde un tiempo a esta parte ha sido, ojalá, tocar la fibra o desbloquear algún recuerdo. Aunque el tema no sea una obra maestra de la historia de la música, si desbloquea un recuerdo, sirve. Agarrar una lista de Spotify y seleccionar (o inspirarse en) temas de ahà es recontra fácil y, para mÃ, no vale. Pero donde quiero hacer un deep dive o un doble clic, es en la idea que para mà implica desbloquear un recuerdo. Recuerdo habérselo tratado de explicar a una amiga de años, una noche en que me traÃa en su auto de vuelta al departamento. Es lo que pasa un dÃa cualquiera cuando no sólo te topas con una canción que no habÃas escuchado en años, sino que además, mientras ésta suena, comienzas a anticipar lo que va a sonar segundos después, y segundos luego de esos segundos después. En casos más graves, mi cabeza se va a un punto del tiempo en el pasado y a un lugar especÃfico (y hasta tengo una lista privada en Spotify con estos casos, a medida que me los voy encontrando). Es como una bomba emocional que te explota encima. No lo entendió. Volviendo al podcast, ya durante la grabación, la que se hace "en vivo" de un solo tirón (y el resto son ediciones menores), el software de grabación va mostrando en tiempo real la forma de la onda sonora y es en este momento cuando la bomba emocional vuelve: además de escucharlo por los audÃfonos, lo puedo ver en pantalla: es posible distinguir una estructura en la canción, ver cuando viene un segmento calmo, el puente, el climax y su posterior final. Y la verdad es que de todas formas entiendo a mi amiga: cuando no se tiene una especial (o exagerada) sensibilidad, la bomba emocional no se entiende.
Y hablando de estructura: el podcast ha decantado también en su propia (y única) estructura. Cada edición comienza con una "patraña", que no es más que una frase de veracidad discutible que se incluye a modo de chiste, y luego la presentación que, a su vez parte con la frase "Patrañas..." tomada del doblaje latino de "How to Lose a Guy in 10 Days" y que el canal de YouTube "Te lo resumo" se encargó de popularizarla hasta el infinito. Y aunque "tomar prestados" en plan copy and paste elementos de otros "creadores de contenido" podrÃa sonar extremadamente falto de identidad, cabe de cajón, de la forma en que la actriz de doblaje pronuncia la palabra para enfatizar que nadie deberÃa tomar en serio la patraña. Magistral. Por cierto, no se llama "Patrañas..." por la frase de la pelÃcula, sino por uno de esos primeros podcasts que salÃan a través de la fenecida plataforma Podcaster.cl, llamado "Patrañas Urbanas" y en el que una simpática chica contaba en no más de 5 minutos una suerte de cuento inspirado en la vida citadina. Volviendo a lo que contaba, luego viene el primer tema musical, luego el tema de la semana y asÃ, alternando bloques de música y contenido (que ahora último pasaron de 3 a 4) hasta que llegamos al bloque musical antes de la despedida, donde van dos canciones seguidas, la primera siempre es movida y la segunda, traslapándose cuando ya se extingue el ritmo de la primera en fade-out, siempre es lenta o triste. Y esto es completamente a propósito: primero te levanto con la primera y luego te corto totalmente el rollo con la segunda. Es como lo que yo paso en mi dÃa a dÃa, y que quiero lograr que ojalá se transmita. Luego viene la despedida, después el tema de cierre, pero cuando termina el tema de cierre no se termina el programa. Siguen 15 segundos de silencio (contados) y finalmente el verdadero último tema musical a manera de "track oculto" y que casi siempre es la canción que más ganas tengo de incluir de todo el programa, pero que va aparte muchas veces simplemente porque no guarda ninguna relación con el resto del contenido, tras lo cual viene el silencio final, el que normalmente es de 5 segundos (también contados), y que se alargan a 10 en caso de tristeza. SÃ, ese nivel de conexión.
Hacer el podcast es para mà el mejor momento de la semana, pero a la vez es una montaña rusa de emociones y estados de ánimo, pero que sin embargo logro que no se note (salvo una vez que me tomé los 15 segundos del final para una dedicatoria, totalmente improvisada, tras lo cual me di cuenta que esas cosas se graban antes). Comprendo que haya gente que piense que es una suerte de autoflagelación psicológica. Pero todos somos distintos. Yo prefiero verlo como el costo que tengo que pagar por vivir, en el más amplio sentido de la palabra, por sentir y por disfrutar el que, ya dije, es el mejor momento de mi semana, lejos.
El presente
El formato actual del podcast tiene su enemigo número uno declarado: el copyright. Es una situación inescapable, en cuanto serÃa imposible hacer el programa en el formato y contenido que yo quiero sin contar con música distribuÃda de forma comercial. Y es en este punto donde aparece el elemento que, más adelante voy a detallar más en profundidad y, como dice el tÃtulo, es uno de los factores (si no "el" factor) por el que no se ve un buen futuro en las cifras: Mixcloud.
Allá afuera existe una infinidad de servicios de alojamiento de podcasts, unos mejores que otros, planes gratuitos con ene restricciones o planes pagados, me imagino que algunos con beneficios como ser parte de una gran red y una buena vitrina. Pero todos comparten un denominador común: el creador debe hacerse cargo de los derechos de autor de todo el contenido que publica. Y en materia de copyright, creo que no tengo que recordar que no hay ningún distingo entre un pequeño creador y un gran holding de medios. Todos pagan igual. Sin embargo, existe un servicio que, rigurosamente, no es un alojamiento de podcasts, pero que "puede servir" para algo que se le acerque a un podcast: Mixcloud. Este servicio fue concebido como un alojamiento de audio para que DJs pudieran publicar sus mixes, pero que, sin embargo, algunos usan como podcast. En Mixcloud se puede subir casi el material que sea, pero se debe cumplir con algunas restricciones de número máximo de tracks por artista y de taggear cada nombre de artista y canción incluÃdas. A cambio, la plataforma se encarga de negociar los derechos de autor, por lo cual pueden jactarse de tener una polÃtica de "no takedowns" con sus usuarios.
Otro elemento relevante a tener en cuenta en el presente del espacio, y que se ha potenciado respecto al año pasado, es el componente de opinión o, como prefiero llamarlo, "mis dos chauchas". En tiempos muy tempranos de mis dÃas haciendo podcasts, las temáticas casi siempre eran temas que trataban de ser tan atemporales como fuese posible, en un intento de ser, aparte de atemporales, universales. Sin embargo, era un enfoque muy poco "resultón", ya que al poco andar, en podcasts que hice antes de Malditas Patrañas, cuando ya habÃa alcanzado el programa número 50 o 60, y ante la necesidad de algún tema que tomar, terminaba hablando de cualquier cosa, hasta a veces sin guión, algo que, a menos que tengas algún grado de fama para permitÃrtelo y que se queden escuchando sólo por eso, por escuchar qué dice un famoso, rayando para la suma, no lo disfrutaba nadie. Por lo mismo, en mi vida plagada de extremos, terminé haciendo evolucionar todo hacia un contenido temporal y contingente. Y para hacer eso hay que tener (y agregar) una opinión, aunque sea mÃnima. Si no, qué sentido tiene sólo replicar lo que está publicado en todos lados. Hay profesionales que lo hacen mejor y estudiaron 5 años para ello. Pero esto contrasta con la orientación que le he querido dar a este blog y sus redes sociales y a toda la comunidad y a los contenidos de los que (en teorÃa) este podcast aún forma parte. En Canal Preto son bienvenidos todos. Todos. Aunque "todos" no te represente. Todos. Y es aquà donde defender un punto de vista, aunque sea una posición equilibrada, puede jugar en contra. A tal punto que de veras me pregunto si serÃa mejor comenzar a tratar el podcast como un "producto" independiente.
Finalmente, el punto que al final más se nota: la audiencia marginal y estancada de este espacio por años. Pero esto se entenderá mejor revisando el próximo capÃtulo: los factores por los cuales nunca triunfará (en las cifras).
Las cifras no subirán, y aquà te explico por qué
Antes de que me acusen de pesimismo y pedanterÃa recalcitrantes, vuelvo a afirmar: hacer el podcast es el mejor momento de mi semana. Más que estar echado sin hacer nada. Más que salir a ver gente. Más que viajar en carretera (pero sólo durante dos horas seguidas como máximo). Más que la música de ascensor. Más que todo, todo eso. Sin embargo, hay factores que mantendrán siempre a este espacio en la más endémica de las sombras. Y los vamos a ir revisando uno por uno.
El factor Mixcloud: ya hice una introducción sobre qué es Mixcloud y el por qué es actualmente la única opción viable para alojar los capÃtulos del podcast y que pueda estar disponible para ser escuchado. Y es esta "opción cautiva" la que determina gran parte del problema. Como ya mencioné, Mixcloud no es un servicio de podcast, y por tanto no posee feed RSS. ¿Que no sabes qué es un feed RSS? Pues es básicamente un archivo de metadata que tiene su propia URL, que se usa también en los blogs, y que se actualiza cada vez que subes un capÃtulo del programa. Esta es la forma que tienen los agregadores de podcasts (Spotify, Apple Podcasts, etc.) para recibir una petición de agregar nuestro podcast a sus directorios y luego, una vez que te agregaron, encontrar tu contenido y avisarles a quienes están "suscritos" a tu podcast a través de ellos de que publicaste algo nuevo. Con Mixcloud no existe nada de esto, ya que implementar RSS posibilitarÃa la descarga gratuita de capÃtulos, algo que la industria discográfica jamás permitirÃa, a lo que podemos añadir que no es una plataforma extensamente conocida. Peor aún si volvemos a recordar que no es de podcasts. Peor aún si tomamos en cuenta que, si no pagas, la plataforma no te recomienda y sólo te permite tener una calidad de sonido mediocre y en extremo comprimida (problema que no es salvable ni siquiera publicando los capÃtulos en formato FLAC, ya que recodifican el audio a MPEG4 de mÃseros 64 kbps). Y ni hablemos de que, para algo tan simple como retroceder en el capÃtulo, hay que pagar premium. El plan pagado cuesta 15 dólares mensuales (más caro que una membresÃa a un streaming) y la promoción se debe pagar aparte. ¿Vale la pena para un podcast de, a lo más, siendo muy optimista, 20 escuchas a la semana... y sin feed RSS? Naturalmente, también existen otros creadores que usan música con derechos de autor (no diré quiénes) y que, como si nada, publican a través de las plataformas de podcast convencionales y que incluso fueron aceptados por las plataformas agregadoras para estar en Spotify, por ejemplo (beneficiándose de la vitrina que les brinda). Pero está claro que lo hacen "a la mala". Y no me puedo dar ese lujo, considerando que trabajo para una compañÃa propiedad de gringos. Porque... gringos.
El "pánico escénico": para explicar este punto, lo haré con un ejemplo. Después de hacer videos para YouTube, vergonzosamente tratando de emular a "Hola Soy Germán" al menos en la onda (y me molestó mucho la comparación en su dÃa), al tiempo después decidà hacer algo muy parecido, pero en podcast. No habÃa problema, ya que no usaba nada con copyright. Envié mi feed RSS a Apple Podcasts y me aceptaron. Más que eso, a los dÃas después comencé a aparecer entre los recomendados de la plataforma. Comencé a fijarme en la cantidad de bajadas, nada muy impresionante. Pero luego me pregunté "¿y si de repente se disparan las bajadas?". Es un contenido tan tonto... ¿y si se hace famoso para mal? Tres dÃas duró el podcast arriba luego de eso. Tres. Luego, años después, recibà propuestas de un par de radios online para difundir el podcast que hice luego, una de ellas con apoyo artÃstico y libertad editorial. Pero no. Asà que podrÃamos decir que este factor, sÃ, anula el primero.
Y el factor más "personal" de todos, tan personal, que no tengo una palabra para mencionarlo: siempre está la duda de si le "caemos bien" al resto de la gente, o si tenemos eso que algunos llaman "ángel". Ahora bien, ya lo dijo Chávez, "no soy monedita de oro (para caerle bien a todos... o algo asÃ)". Sin embargo, el mundo está lleno de personas que simplemente no... caen... bien. Y en mi vida hubo varias veces de ser el último en enterarme de que... puedes irte a la cresta. Por algo en el siglo XXII, de donde viene Doraemon, ya inventaron esa pÃldora para que todos te quieran... Pero ya, en serio, cuando te vienen dudas respecto a cómo gente extraña, que no te conoce, te puede percibir, y estas dudas llegan a niveles sólo comparables al penal de HiguaÃn en la Copa América del 2015, es cuando todo se puede ir a la cresta. Hasta el producto al cual se le dio mayor dedicación, hasta el esfuerzo más elaborado de hacer algo bien, hasta los mayores cuidados para evitar las muletillas, pronunciar correctamente y hacer algo que divierta o al menos pueda sacar una sonrisa, no podrán impedir que, consciente o inconscientemente, termine autoboicoteándome. Para no enfrentar el rechazo.
Nunca esto va a alcanzar las grandes cifras o las "ligas mayores" como decÃa un comentario que recibà el año pasado. Es un espacio que terminó forjándose una vocación de aportar desde lo pequeño. Como yo en mi trabajo: jamás me verán como jefe. Una vocación tan arraigada, que hace que este espacio no necesite de competencia que lo hunda. Y que, ante el avistamiento de algún tipo de crecimiento a la distancia, optará por hacerse a sà mismo desaparecer.
Era fines de la década ochentosa y llegaba un nuevo tipo de tablero de madera. Uno que, al igual que el ya existente Cholguán, también tomó prestado el nombre de una localidad chilena. Se le llamó Trupán, al igual que un pueblo ubicado en la comuna de Tucapel, provincia del BiobÃo. Aunque su nombre más técnico es Medium Density Fibreboard (o MDF). Se fabrica a base de fibras de madera unidas con una sustancia aglutinante, para luego ser sometido a alta temperatura y presión. Y habÃa que meter este nuevo tablero con todo, para lo cual no se anduvieron con chicas. Se hizo un spot publicitario en donde se hizo énfasis en la versatilidad del nuevo producto, con una lista de atributos positivos, y en donde poco a poco comenzábamos a ver el proceso de fabricación de lo que sólo hacia el final del spot verÃamos: ¡un piano hecho de Trupán!
Visto con la perspectiva del tiempo, pienso en que resulta ser un tanto bizarro eso de fabricar un piano con Trupán. Incluso pregunté si de verdad existen pianos de Trupán o si sólo fue un delirio flaitongo. Investigando un poco más, resulta que la madera a usar para fabricar un piano es importantÃsima, tanto asà que, para lograr el sonido y timbre caracterÃstico del instrumento, se usa madera de abeto.
Por otro lado, se nos mencionaron un montón de cualidades positivas, llegando a finalizar con "insuperable". Sin embargo, es bien conocido que este tipo de tablero de fibra es extremadamente sensible a la humedad, sin contar con que carga la mala fama de ser usado para fabricar muebles que "se desarman solos". Aunque, ojo, sigue siendo muy superior al tablero aglomerado ("Masisa").
Agreguemos un "inmojable" al final. AsÃ, de paso, lo hacemos mas honesto.
Hoy se conoció la noticia: Vangelis ha muerto. O, por su nombre civil, Evángelos Odysséas PapathanassÃou. El compositor griego se nos fue de este mundo a última hora del martes pasado, pero sólo hoy este hecho fue informado. Y, aunque versiones oficiales no especificaron la causa de su deceso, The Guardian informó que se encontraba internado en un hospital francés, adivina, sÃ, a causa del bicho maldito. Sin duda que muchos lo recordarán por la música de Chariots of Fire (cuyo tema central también fue ocupado para la publicidad de una AFP durante la década de 1980 en Chile). Otros, por la música de 1492: Conquest of Paradise. Y otros, sin duda por la música de Blade Runner o por su colaboración con Jon Anderson o, incluso, hasta con esa melodÃa que usaba el fraude de Tony Kamo cuando pretendÃa hacernos creer que hipnotizaba al público de ese espacio estelar del Canal 13 auspiciado por una marca de café, Le petite fille de la mer.
Pero hay una forma en que la música de Vangelis, de forma inconsciente o no, conociendo o no al compositor griego, fue conocida por todo Chile: el comercial del jugo en polvo Zuko. En 1991 estábamos comenzando una nueva década, luego de otra ampliamente dominada por los refrescos en polvo completamente artificiales. Zuko ya habÃa aparecido hace mucho, y aunque de calidad superior, sólo estaba disponible en un sabor, naranja, y sólo en frasco. No ofrecÃa muchas opciones y, junto con Tang, era prácticamente un lujo. Pero eso cambió con la nueva década y el spot, el cual en broma los comentarios del video en YouTube mencionan que es un folleto de los Testigos de Jehová hecho video, vino a marcar un punto de inflexión. Ahora Zuko se presentaba en una variedad de sabores y además en formato de sobre para 1 litro. Comenzaba con fuerza la era del Zuko y los viejos refrescos en polvo de los ochentas comenzaban su lenta decadencia.
Ciertamente que, los que saben, notarán que la melodÃa usada en el spot no es exactamente idéntica a la compuesta por Vangelis. Y la verdad es que desconozco el motivo. ¿Talvez para evadir pagar alguna regalÃa? Sin embargo, no dudarÃa en afirmar que esta melodÃa, un 99% inspirada en Hymne, está en el inconsciente de todo chileno que vivió el comienzo de aquella década. Aunque 1 litro de jugo evidentemente no alcance para esa tremenda familia. Aunque en el spot se vea que hayan cruzado medio campo para llegar a la casa. Aunque de tanto pegarle con la cuchara a ese jarro sea inverosimil que no se haya quebrado antes.
La fantasÃa ya estaba servida. Y la compramos todos.
CorrÃa el año de nuestro Señor de 1966 y la filial norteamericana de Philips, Norelco (tarea pa' la casa por qué no se pudieron llamar Philips tal cual en los Estados Unidos como lo era en Europa) lanza al mercado el primer reproductor de cassettes stereo en el paÃs del norte. Y para vender tal novedad y hacer lucir la estereofonÃa en el nuevo producto, haciendo frente a lo poco y nada que se sabÃa de los cassettes, que sólo eran para dictado, que la calidad de sonido todavÃa no le competÃa al long-play y un poco más, es que junto con dicho nuevo reproductor de cassettes son lanzadas las "musicassettes" (por "music" y "cassette", como que no se devanaron mucho el seso para ponerle un nombre).
Hoy en el canal de YouTube de VWestlife (en inglés) apareció el que el autor del video afirma que serÃa el primer "musicassette", editado en 1967, con piezas musicales de diversos estilos. En el anterior artÃculo que escribà sobre la primera cassettera, dije que hasta que no llegaron mejores materiales y se metió Dolby con su reducción de ruido, los cassettes de la década de 1960 no tenÃan un sonido de calidad suficiente para grabar música con fidelidad. Con suerte, con calidad de radio AM. Pero lo que escuché hoy en el siguiente video me dejó con una cara de "Shut up and take my money!". Aunque, merece la aclaración, esta cinta de 1967 no se reprodujo precisamente con la cassettera de 1966 que mencioné (que, como se explica en inglés en el video, necesitaba restauración) sino que en un deck de gama alta y mucho mas moderno. Y si bien es cierto, la respuesta en frecuencia "por arriba" no llega a los 16 o 17 kHz logrados durante la década de 1990, los alrededor de 8 kHz (considerando que es una grabación de 1967) no me dejaron con gusto a poco y, escuchado con un buen equipo, el sonido es más que disfrutable. Aunque... las grabaciones contenidas en dicho cassette tienen un vicio que algunos melómanos no toleran, el abuso del formato stereo: metamos todas las voces a un lado y los instrumentos al otro, o no seamos tan extremos pero que se note bien la separación stereo, que sea tal el efecto que los long-play palidezcan. Naturalmente que, cuando los estudios de grabación aprendieron a hacer mezclas más realistas, eso fue desapareciendo... pero en los sesentas era la tónica, al punto que, cuando se trata de esos años, muchos melómanos prefieren las mezclas monofónicas, las cuales consideran más reales.
Asà pues, vámonos a los sesentas a escuchar el amanecer del "sonido cassette". El cassette de música que, según el creador del video, lo comenzó todo.
El video lo pueden hallar aquÃ. Ya saben, las disqueras.
Asà como en los noventas a los brocacochis les gustaban los dinosaurios y en los dosmiles les gustaba el reggaetón (¡¿?!), los ochentas fueron los años en donde los robots realmente dominaron, a ratos sin contrapeso. Que el Festival de los Robots ("robot, eres formidable..."), que los Transformers, que Robotech... Los robots estaban hacia donde uno mirara y, en eso, aprovechando el vuelito que todavÃa tenÃan en la segunda mitad de los ochentas estas máquinas de fantasÃa con forma humanoide, en 1987, Savory nos trajo este rebalse de formas y colores en forma de helado, con una propuesta que nunca antes se habÃa visto (y que nunca más se vio... hasta lo que recuerdo...): helados de formas random y de sabores también random. O sea, uno nunca sabÃa el helado que le iba a tocar. A la suerte no más. El slogan era "siempre cambian", haciendo un guiño-guiño a "esa" famosa serie de animación de robots transformables.
Y por regalitos no se quedaron: como era en aquellos años ochentosos en que estábamos llenos de promociones, los Pioneros no se quedaron atrás y, a cambio de palitos marcados, regalaban robots de juguete (era si no). A las figuras pequeñas las llamaron "robotitos", eran hechos de goma y, como señala Frognum en su reseña (que no tiene desperdicio), tristemente terminaron, vaya a saber uno, talvez por confusión, como gomas de borrar. En tanto, a los grandes los llamaron "robotones" y eran en realidad figuras originales de los Transformers (pero sin mencionarlo en la publicidad).
Hasta ahora no sé si fue un helado que venÃa con una promoción o una promoción para la que inventaron un helado. Y claro, también el mito que siempre acompañó a las promos que regalaban premios relativamente potentes pero accesibles, y que podrÃa ser comparado (por analogÃa) con, por ejemplo, la respuesta a la interrogante sobre las cajitas del People Meter: asà como sabemos que esa medición de sintonÃa existe y, por tanto, también hay personas que en su casa tienen dichas cajitas, nadie conoce a alguien que se haya ganado un robotón.
Nadie conoce a alguien con esa suerte. Nadie.
Video del canal Rebobinando_el_Pasado.
A ver, por dónde empiezo. Puedo entender que en la década de 1980, casi hacia donde uno mirara, habÃa alguna dosis de futurismo. Puedo entender que a veces hay poco presupuesto. Puedo entender que no seas ni la primera, ni la segunda, ni la tercera opción que la gente de inmediato recordarÃa si le preguntan una marca de té. Puedo entender todo eso. Lo que no me cabe en el mate es cuántas dosis de psicotrópicos son necesarias para crear esto. Veo que se tomaron re a pecho eso de "disfrútelo como quiera", yendo a la oficina a trabajar en traje de baño (ni los "no pants day" se han atrevido a tanto). Y tate, vamos armando el cuento, tú y tú, partieron a la ferreterÃa a comprar planchas de zinc, vean si les hacen alguna rebaja y cuando lleguen traten de armar un robot como ese... ¿cuánto es que se llama? Ah, Tongas, ése que sale en el UCV con el Nicolini, que gire la cabeza no más y que hable robótico. Ustedes, ordenen esas mesas. Y tú, tú y tú, vayan al camarÃn y se ponen esos trajes de baño de la ropa americana... No, tú no, querimoh vender té, no asustar a la gente...
¿Quedó taquillero, ah? Por cinco lucas, más te vale.
Eran comienzos de los noventas y, a los de Chamonix aún con una marca con cierta presencia (recordemos que posteriormente Chamonix terminó siendo segunda marca de Savory), se les ocurrió una idea veraniega un tanto loquilla y que pasaba de regalar cosas chicas con canjes y cosas por el estilo: regalar autos. Pero no cualquier auto. Buscaron algo a lo cual pudieran inyectar algo de onda. No importa que no parezca un gran auto. Y en eso llegaron a la idea de regalar "huevitos", que es como popularmente se les conoce en Chile a los Isetta.
El origen del Isetta se encuentra en la compañÃa italiana Iso Motor que originalmente lo fabricó, entre 1952 y 1953, en tiempos de postguerra, en que era necesario un sistema de transporte barato. Pero serÃa bajo la fabricación de BMW, que adquirió la licencia en 1955, que este singular vehÃculo saltó a la fama, con un motor bastante más potente que la versión original, que le permitÃa alcanzar una relativamente decente velocidad máxima, para la época, de 85 km/h (aunque la wiki señala que hubo versiones que llegaban hasta los 103 km/h). Curiosamente, la BMW fabricó unidades de este vehÃculo sólo por algunos años, cesando en 1962.
La mayor parte de estos vehÃculos, unos 1000, llegaron a Chile durante los sesentas, entre nuevos y reacondicionados, pero son pocos los "huevitos" que se sabe que circulan actualmente en Chile, unos 50 Isetta 300 y un par de Isetta 600.
Me pregunto cuántos de estos huevitos que regaló Chamonix con sus helados Crazy en 1993 aún viven y andan. Y cuánto cuestan.