Desde siempre hemos escuchado el mito de que si todos los chinos saltaran a la vez podrÃan causar un cambio en la órbita de la Tierra o la alteración de su eje. Le doy permiso para ir y googlearlo. Y es verdad, aún es un mito. Un mito que no viene de la nada, sin embargo. Hace un tiempo un pensador-polÃtico que no recuerdo quién fue (y que sin ayuda no lo voy a saber nunca) dijo que si mucha gente da al mismo tiempo una patada al suelo puede ocurrir algo muy grande (o algo asÃ). Una niñita desvelada que no podÃa alcanzar su dosis nocturna de flan Soprole recordó el mito y decidió ponerlo a prueba. Una llamada de larga distancia a China y vamos poniendo de acuerdo a todos los chinos para saltar sincronizadamente. Por lejos, el flan Soprole más caro de la historia.
No es que me den instintos asesinos como los de Homero Simpson -conservemos las proporciones- pero el tema del video grabado con teléfonos no es menor. Menos, en tiempos en que la gente ya se empoderó y usa las nuevas tecnologÃas como expresión o, más radicalmente, de denuncia. La humanidad ha sido furiosa desde siempre, sólo que ahora están los medios para botar el odio hacia afuera. Lo malo es que, por tirar tanto descontento -o, para qué ser tan radical, para grabar momentos graciosos del dÃa a dÃa-, olvidó cosas básicas. Una de ellas, las proporciones de la pantalla donde se ven los videos.
Por una parte, casi todos los aparatos del dÃa a dÃa, sobre todo monitores y TVs, y más ampliamente, las salas de cine, fueron hechos para ver material horizontal. Parece tonto entonces que existiendo tanta razón en contra, aún haya muchos que sujeten su teléfono en vertical para grabar video. Razones de ellos: se puede, por tanto lo hago. Razones en contra: el olvido de que el video puede verse no sólo a través del smartphone. Y aún asÃ, simplemente el video vertical no es natural para la visión humana.
Si entiende inglés y quiere algo divertido, pásese por el canal de Glove and Boots, vale la pena. Pero si no, e igual le tiene bronca a los flaites que graban video vertical, igual diviértase con este video doblado.
Por una parte, casi todos los aparatos del dÃa a dÃa, sobre todo monitores y TVs, y más ampliamente, las salas de cine, fueron hechos para ver material horizontal. Parece tonto entonces que existiendo tanta razón en contra, aún haya muchos que sujeten su teléfono en vertical para grabar video. Razones de ellos: se puede, por tanto lo hago. Razones en contra: el olvido de que el video puede verse no sólo a través del smartphone. Y aún asÃ, simplemente el video vertical no es natural para la visión humana.
Si entiende inglés y quiere algo divertido, pásese por el canal de Glove and Boots, vale la pena. Pero si no, e igual le tiene bronca a los flaites que graban video vertical, igual diviértase con este video doblado.
Don Genaro es tremendo. Cuando hagan otra cápsula del tiempo, tiene que ir una foto de Fernando FarÃas sà o sÃ. Si bien es cierto, todos sus personajes son iguales, no es menos cierto que su "especialización" del papel de almacenero de barrio que se ganó en Los 80 le ha servido para ser ampliamente reconocido de norte a sur, en especial en la región de Concepción en donde hizo esta "joyita".
Mira también: El Spot Malito: Mc Cola
Una familia almorzando en dÃa domingo. El cabro chico de la casa reclama porque es domingo y pide "bebida". La madre, como buena madre de clase media (?) le para los carros con que la bebida está muy cara. Pero ahà aparece Don Genaro, paladÃn de la economÃa.
Lo siento, pero tenÃa que poner aquà esto para que lo vea todo Chile. Y tú, tatita, lo conseguiste: ¡tráete al tiro una Point Cola!
"Mira este comercial, ¿quién sale ahÃ?", me dice. "No sé", le respondÃ. Cuando el comercial terminó, me dijo "Era la Javi, pero no le gusta que se lo recuerden".
Algo parecido me pasa con esto. No sé si todos quienes aparecen aquà hablarÃan con orgullo "Yo aparecà en el primer comercial de Mc Cola", o formarÃan grupos en Facebook o algo asÃ. Pero sobre lo que casi estoy seguro es que este comercial se hizo con el vuelto del pan. Cero gasto en modelos. Da la impresión que todos quienes aparecen aquà son hijos, primos, tÃos, abuelos de los dueños, de los gerentes o de los trabajadores.
Algo ahà usaron de 3D pero, fuera de eso, la factura es increÃblemente artesanal. Deja ver una PYME al desnudo. Incluso por un segundo nos dejan ver su fábrica. Pero como me caen bien las PYMEs, no digo que sea malo. Es simplemente... "malito".
"Mc Cola es mejor, Mc Cola es sabor, Mc Cola es la única con esa sensación". ¿Cuál sensación? Sensación de que ojalá no me vean con la botella. Chan. "¡Y cuesta menos!" remata al final. Ahà quedó recontra claro hacia dónde vamos. Para vender un producto que destaca por ser barato frente a los gigantes, que con imagen y fórmulas secretas están en la cima, serÃa tirado de las mechas gastarse una millonada. Sobre eso, no hay más que decir. O talvez algo más para finalizar: el comercial sólo dura 22 segundos y lo pasaban en La Red. Fin.
A todo esto, ¿aún existe la Mc Cola?
¿A quién se le ocurre inventar un yogurt aflanado? ¿Qué fue de Leche Sur? Este es de esos productos que uno los encuentra la raja pero que de la noche a la mañana desaparecen sin dejar rastro. La historia de productos flash es bastante nutrida y podrÃan llenarse varias páginas recopilándolos desde diversos foros de Internet. ImagÃnate: un yogurt que no se derrama porque es como flan. ¿De qué me dio bajón, de flan o de yogurt? Qué producto más versatil. Le hubiera faltado convertirse en sémola con leche y hubiese saltado a la fama. Pero no. El yogurt aflanado de Leche Sur, su logo y su "indiecita" pasaron tristemente al olvido de quienes terminaron pasándose al lado de los grandes y, por cierto, del omnipresente y legendario, cuando todavÃa era bueno.
Leche Sur, no importa que nadie te recuerde, yo te extraño.
Quizá el vicio más "subdesarrollado" de la cultura chilena es buscar culpables. AquÃ, en este video, es lo que menos importa. Una niña, en un columpio, pensando en qué hacer, cómo seguir. "Panchito... no vendrá tampoco hoy..." comienza con voz seria el locutor en off. Y enuncia causas en forma tan vaga que al final pierden importancia en sà solas y que no hacen otra cosa que reforzar la frase final. Un accidente de tránsito es de esas cosas en que la "culpa", en caso que obstinadamente se quiera aludir al concepto, la tienen todos y nadie a la vez. Como esas cosas que pasan pero que pueden ser prevenidas, que vienen tal vez de lo fortuito. La prevención es eso, precisamente: el arte de doblarle la mano a lo fortuito, al destino.
Y nos queda el hecho final, el precio: Panchito... no vendrá.
"Itesa está contigo, Itesa es tu camino, sÃ, ¡Itesa está contigo!"
No sé quién le copió a quién. Si el Simón Bolivar a Itesa o al revés. Lo único que no tenÃa Itesa es esa mala idea de irte a buscar a la playa o a tu lugar de vacaciones para ir... ¡a estudiar! Itesa no mostraba nada muy nuevo, pero decÃa tener "un prestigio bien ganado". Pues no tanto, porque como todos recordarán, Itesa quebró en el 2000. Lo curioso es que en Google Maps todavÃa aparece una sede de Itesa en Av. España 115, pero lo más semejante es una sede de IPChile en el 169 de la misma calle.
Mira también: El Spot del Recuerdo: Centro de Formación Técnica Simón Bolivar
Aún asÃ, nos queda el famoso jingle que, aunque no pegó tanto como el de
Estuve a punto de darlo como El Spot Malo, pero le tuve compasión.
Ayer iba a escribir algo de lo sucedido antenoche, pero lo hallé poco atinado. Ahora, con más calma, aun me cuesta hilar palabras. Sé que no deberÃa quedar enganchado a esa persona, que era sólo un proyecto de amiga, pese a su trato tan cercano, una sensación de estar pololeando por una noche, algo nuevo, que me descolocó, pero que acepté con un poco de incomodidad al principio. Tengo su número. Ayer la llamé. Me respondió muy amistosamente. Mis dudas sobre el efecto del copete se habÃan disipado. Horas después, parecÃa que fuera la misma que conocà esa noche. Al parecer tiene ganas de seguirme conociendo. Yo también a ella. Si todo sale bien, tengo dudas de tener la capacidad de poder retenerla. Si sale más o menos, será mi amiga y me entregará su cariño de forma gratuita, como fue esa noche, porque su cariño y sus brazos sobre mis hombros fueron su gran regalo, porque piensa que soy simpático, porque esa noche me arranqué mi triste historia para ser alguien simpático, porque bailé después de haber dicho muchas veces en mi vida que me apestaba bailar. En ambos casos, tengo la duda de si ella le contará o no a mi amigo cada vez que nos veamos, cada vez que, sin expectativas de por medio, me prepare a saber de qué manera me entregará ella su regalo esta vez. Si esto termina, que no sea silenciosamente y que al menos haya una despedida. Si termina en silencio, será algo muy triste, como el beso que me dio una niña hace cinco años, el único que registra mi vida, para después diluirse en disculpas y reencontrarse con otra persona por la que ella sà dio un peso (y más que eso) como hombre y fundó su familia con casa, hijos y todo. Mi gran alivio fue que por fin alguien se atrevió a dar un peso por mà como hombre. Sentà un cuerpo de mujer apegándose al mÃo, moviéndose sutilmente al ritmo de una guitarra, nuestras manos juntas, nuestras cabezas pegadas y mis ojos posados en su perfil. Sólo faltó el beso. Y pude ver, aunque muy borrosamente, qué hay al otro lado, tal cual como si me hubiesen abierto una pequeña ventana hacia el otro mundo, ese mismo que las parejas de enamorados que veÃa en la calle me lo restregaban en la cara.
Espero una mayor normalidad en mi cabeza los próximos dÃas, porque ahora simplemente sucumbà ante un futuro en extremo ilusorio. Creo que será bueno por ahora no hablar nada más.
Si no he escrito nada en otros blogs es justamente por esto, por el efecto embobante de lo que vivà esa noche. Espero me disculpen.
(30 de julio de 2004)
Espero una mayor normalidad en mi cabeza los próximos dÃas, porque ahora simplemente sucumbà ante un futuro en extremo ilusorio. Creo que será bueno por ahora no hablar nada más.
Si no he escrito nada en otros blogs es justamente por esto, por el efecto embobante de lo que vivà esa noche. Espero me disculpen.
(30 de julio de 2004)
Hoy tenÃa doble consulta médica. Dejémoslo en “médica”, para qué entrar en detalles. Llevé todo el dÃa una videocámara de mano. Tome algunos cortos desde el piso que trabajo, en el Metro, en el paradero del Transantiago, en algunas esquinas más, luces de autos, gente, fin de la jornada, edificios, Apoquindo y su gente pasando rajada en sus todoterrenos. No sé por qué lo hice. Tal vez para tenerlos por si acaso. Tal vez para usarlos en un video que a su vez es una excusa para comunicar otra cosa.
Extraño hacer vÃdeos, pero no quiero, me niego absolutamente a retomar todo donde quedó.
Básicamente mis caminos en un comienzo son dos: hacer de esos videos cortados donde se habla súper rápido, se actúa, se hace travestismo si es necesario y terminan campantemente suplicando un “me gusta”, un twitteo, un favoriteo, un “suscrÃbete”. O bien, darle una vuelta más y tratar de “ponerle alma” a lo que trato de comunicar. Sacar la cámara del rincón del cuarto y llevarla a la calle, al mundo de afuera y que esas imágenes, esos lugares, provoquen o gatillen “algo” dentro mÃo. Algo que tengo la esperanza de que aún haya un rastro, un raspado de lo que era y que se durmió, por años, por privilegiar otros asuntos, en otros tiempos, difÃciles, en que no habÃa otra opción que hacer lo que habÃa que hacer para que en un futuro todo fuera mejor. Lo fue, un dÃa llegó el cartón académico, el trabajo, la adultez, pero perdà años postergándome.
Dicen que la creatividad se va con el tiempo y que hay que ejercitarla para no perderla. Sinceramente, hacer videos como los que harÃa un teenager simplemente no me acomoda y ya no es opción. Suplicar favoritear, twittear, likear al final, menos. Meterse a comentar a cada video que llegan a pisar en la vida, peor. Lo entiendo, asà es como se llega a tener 100, 500, 1000, 100000 suscritos y talvez la fama. No lo niego que veo a muchos de ellos, algunos con creatividad, o recursos, o un gran equipo detrás, o una mezcla de todo eso. Y me he pasado estos últimos tres meses viendo mucho, mucho videolog.
El momento cúlmine es cuando su obra llega a la tele. No de la forma “tradicional”, sino más fácil: conectar el laptop al TV. Las TV de ahora permiten eso. Gran parte de los vloggeros ya producen en HD. Con muchos me rÃo a destajo. Otros me dejan pensando. Pero todos me dejan la impresión de que más temprano que tarde lograrán ser “la nueva tele”. El mismo tiempo que ha ocupado tradicionalmente un producto realizado con recursos y figuras de fama, ahora lo está ocupando en mi pantalla un simple mortal con una cámara en frente que invirtió un par de horas o una tarde completa en elaborar un mensaje y subirlo a Internet y que, salvo costos inherentes y obvios, no le costó un peso.
Es la nueva tele. Me gusta la idea. Pero cuál será la manera de entrar, siendo fiel a mÃ, desde lo que soy y desde donde estoy. Con alma.
(29 de mayo de 2012)
Extraño hacer vÃdeos, pero no quiero, me niego absolutamente a retomar todo donde quedó.
Básicamente mis caminos en un comienzo son dos: hacer de esos videos cortados donde se habla súper rápido, se actúa, se hace travestismo si es necesario y terminan campantemente suplicando un “me gusta”, un twitteo, un favoriteo, un “suscrÃbete”. O bien, darle una vuelta más y tratar de “ponerle alma” a lo que trato de comunicar. Sacar la cámara del rincón del cuarto y llevarla a la calle, al mundo de afuera y que esas imágenes, esos lugares, provoquen o gatillen “algo” dentro mÃo. Algo que tengo la esperanza de que aún haya un rastro, un raspado de lo que era y que se durmió, por años, por privilegiar otros asuntos, en otros tiempos, difÃciles, en que no habÃa otra opción que hacer lo que habÃa que hacer para que en un futuro todo fuera mejor. Lo fue, un dÃa llegó el cartón académico, el trabajo, la adultez, pero perdà años postergándome.
Dicen que la creatividad se va con el tiempo y que hay que ejercitarla para no perderla. Sinceramente, hacer videos como los que harÃa un teenager simplemente no me acomoda y ya no es opción. Suplicar favoritear, twittear, likear al final, menos. Meterse a comentar a cada video que llegan a pisar en la vida, peor. Lo entiendo, asà es como se llega a tener 100, 500, 1000, 100000 suscritos y talvez la fama. No lo niego que veo a muchos de ellos, algunos con creatividad, o recursos, o un gran equipo detrás, o una mezcla de todo eso. Y me he pasado estos últimos tres meses viendo mucho, mucho videolog.
El momento cúlmine es cuando su obra llega a la tele. No de la forma “tradicional”, sino más fácil: conectar el laptop al TV. Las TV de ahora permiten eso. Gran parte de los vloggeros ya producen en HD. Con muchos me rÃo a destajo. Otros me dejan pensando. Pero todos me dejan la impresión de que más temprano que tarde lograrán ser “la nueva tele”. El mismo tiempo que ha ocupado tradicionalmente un producto realizado con recursos y figuras de fama, ahora lo está ocupando en mi pantalla un simple mortal con una cámara en frente que invirtió un par de horas o una tarde completa en elaborar un mensaje y subirlo a Internet y que, salvo costos inherentes y obvios, no le costó un peso.
Es la nueva tele. Me gusta la idea. Pero cuál será la manera de entrar, siendo fiel a mÃ, desde lo que soy y desde donde estoy. Con alma.
(29 de mayo de 2012)