Pocas cosas más icónicas de los ochentas en televisión de nuestra larga y angosta faja de tierra (como dirÃa algún siútico, ¿no?) es el caldo Maggi. Ciertamente que no es chileno, y si no me cree vaya a ver como en México, Perú, Colombia y hasta en Brasil (con Xuxa incluida) le hacen la publicidad a tan ubicuo producto. Y es que hoy por hoy no hay cocina que no tenga en algún rincón, y por muy selecta que sea la casa, alguna tableta de caldo Maggi. Ya alguna vez dijimos lo que estaba haciendo la competencia para contrarrestar la fama aplastante del producto de Nestlé, y es que no contentos con imponer en la memoria colectiva el clásico jingle "Pongale caldo, póngale caldo Maggi", también tuvieron que inventar la "Olla Millonaria", en la que se participaba juntando cajas y enviándolas por correo o depositándolas en los buzones de los almacenes (y fÃjate que no sólo en Chile hicieron la gracia).
Honestamente, y pese a que era infaltable en una tanda publicitaria el concurso en donde uno tuviera que enviar en un sobre al "Clasificador-no-sé-cuanto, Correo Central, Santiago", jamás en mi prostituta existencia vi ningún buzón de ningún concurso en donde se tuviera que enviar tapitas, etiquetas, cajas, envoltorios o códigos de barras de tal o cual producto. Debà haber sido nacido y criado en un lugar lo suficientemente rasca como para ver algo de eso.
Los comerciales básicamente te instaban a usar no sólo una tableta, sino dos, en a la cazuela, el estofado, el arroz... hasta al flan te decÃan que habÃa que ponerle caldo Maggi. Especialmente, me gustarÃa ver cómo fue el ensayo del tercer comercial a continuación, en que la dueña de casa (que con tanto vestuario, peinado y maquillaje parecÃa cualquier cosa menos dueña de casa) se pasa de una mano a la otra la caja del mentado producto y cuántas veces le falló la punterÃa. Debió haber sido chistoso. Pero, definitivamente, ningún otro paÃs tiene un jingle tan chévere como el nuestro: "Pongale caldo, póngale caldo Maggi".