Cuando leà que Super Mario Bros cumplÃa 25 años desde su lanzamiento en 1985, no me quedé nada indiferente. Con Mario conocà los videojuegos. No alcancé a ser de la generación del Atari, llegué tarde a eso. Incluso llegue tarde al mismo NES: recién tuve la mÃa en 1994, bastante tarde considerando que hace 3 años Nintendo dio el batatazo en el mundo de los 16 bit con su Super NES. De hecho fue por ahà por donde comenzó la historia y como llegué a tener mi primera consola.
En la tele ya habÃa mucho de Nintendo dando vuelta, promociones en que regalaban consolas o juegos por juntar tapas de yogurt. Por ese tiempo acostumbrábamos ir de visita a casa de unos tÃos. En realidad no eran tÃos, sino que gente que vivÃa en la pieza de atrás de la casa de una tÃa. Eran un matrimonio joven con dos niñas mellizas, que les decÃamos "las monitas" porque eran morenitas y andaban inquietas moviéndose y jugando todo el rato. El padre era, por lo poco que recuerdo, técnico informático y si bien no abundaba el billete, sà podÃan darse algunos lujos, teléfono, su tonta tele de 21 pulgadas (que en ese tiempo eran caras) y varias otras cosas, incluyendo una consola Super NES. La primera vez que jugué Mario fue en esa casa. De otro mundo.
A los pocos meses, gracias a un crédito de cierta tienda (que en esa época su tarjeta era dorada y salÃa una foca) mi viejo se entusiasmó y nos regaló una NES. ¿Por qué una NES y no una Super NES? Porque mi viejo no tenÃa idea. O porque justo en esa sucursal no habÃan Super NES. Recuerdo que habÃan tres consolas a la venta: la Sega Génesis, la NES y... créalo, en el '94 aún vendÃan ¡una Commodore! Y como yo era novato pa esas cosas, me quedaba contento viendo un mono que se moviera. Y si ese mono era Super Mario, genial.
Pasaron horas, dÃas, meses de diversión y adicción sólo con el juego que traÃa la consola, el mÃtico pack doble con SMB y Duck Hunt. Tan adicción resultó ser, que mi viejo, para que yo no jugara, un dÃa se llevó el juego, con tan mala suerte que se metió un boleto de micro en la funda. AsÃ, para cuando nos levantaron el "castigo", al meter el juego de nuevo a la consola, el boleto quedó trabando los contactos. Un par de contactos se deformó y previendo que el arreglo no saldrÃa barato, al final mi viejo le metió un cuchillo de cocina para enderezarlos. Y si bien no quedaron perfectos, al menos no hacÃan contacto y permitÃan jugar otra vez.
Hoy al llegar al departamento fui a sacar la enorme caja azul donde guardé la NES cuando dejé de usarla. De primera no prendÃa. Al poco rato me acordé que el transformador original se habÃa quemado, pero tenÃa otro transformador universal que aunque no daba exactamente el rebuscado voltaje de 8.5 volt (daba 9), sirvió igual. Y funcionó como el primer dÃa.
Y recordé épocas cuando no andábamos detrás del famoso chip para jugar copias piratas (porque simplemente no existÃa la piraterÃa de juegos) y que, cuando se quedaba pegado un juego, no era por culpa de un rayón en el disco, sino que era por el polvo y soplábamos los contactos del cartucho (aunque las instrucciones decÃan e insistÃan que eso no debÃa hacerse), y los avances en los juegos casi nunca podÃan guardarse, y en los pocos juegos que se podÃa era gracias a un chip y una pila dentro del cartucho, y si te condoreabai y apagabas la consola sin apretar RESET, se borraba todo. Aunque a veces no pasaba nada. La tele que habÃa en la casa en ese tiempo ya no funciona. Pero la consola aún vive. Como en su primer dÃa.
Y los juegos se disfrutaban mucho más, porque eramos mucho más conscientes de lo que valÃan y costaban. Aún me acuerdo cuando querÃa que me regalaran el SMB3 y lo vimos en una tienda a 15 lucas.
Y 15 lucas era caro. Nooooooo, mucha plata.
En la tele ya habÃa mucho de Nintendo dando vuelta, promociones en que regalaban consolas o juegos por juntar tapas de yogurt. Por ese tiempo acostumbrábamos ir de visita a casa de unos tÃos. En realidad no eran tÃos, sino que gente que vivÃa en la pieza de atrás de la casa de una tÃa. Eran un matrimonio joven con dos niñas mellizas, que les decÃamos "las monitas" porque eran morenitas y andaban inquietas moviéndose y jugando todo el rato. El padre era, por lo poco que recuerdo, técnico informático y si bien no abundaba el billete, sà podÃan darse algunos lujos, teléfono, su tonta tele de 21 pulgadas (que en ese tiempo eran caras) y varias otras cosas, incluyendo una consola Super NES. La primera vez que jugué Mario fue en esa casa. De otro mundo.
A los pocos meses, gracias a un crédito de cierta tienda (que en esa época su tarjeta era dorada y salÃa una foca) mi viejo se entusiasmó y nos regaló una NES. ¿Por qué una NES y no una Super NES? Porque mi viejo no tenÃa idea. O porque justo en esa sucursal no habÃan Super NES. Recuerdo que habÃan tres consolas a la venta: la Sega Génesis, la NES y... créalo, en el '94 aún vendÃan ¡una Commodore! Y como yo era novato pa esas cosas, me quedaba contento viendo un mono que se moviera. Y si ese mono era Super Mario, genial.
Pasaron horas, dÃas, meses de diversión y adicción sólo con el juego que traÃa la consola, el mÃtico pack doble con SMB y Duck Hunt. Tan adicción resultó ser, que mi viejo, para que yo no jugara, un dÃa se llevó el juego, con tan mala suerte que se metió un boleto de micro en la funda. AsÃ, para cuando nos levantaron el "castigo", al meter el juego de nuevo a la consola, el boleto quedó trabando los contactos. Un par de contactos se deformó y previendo que el arreglo no saldrÃa barato, al final mi viejo le metió un cuchillo de cocina para enderezarlos. Y si bien no quedaron perfectos, al menos no hacÃan contacto y permitÃan jugar otra vez.
Hoy al llegar al departamento fui a sacar la enorme caja azul donde guardé la NES cuando dejé de usarla. De primera no prendÃa. Al poco rato me acordé que el transformador original se habÃa quemado, pero tenÃa otro transformador universal que aunque no daba exactamente el rebuscado voltaje de 8.5 volt (daba 9), sirvió igual. Y funcionó como el primer dÃa.
Y recordé épocas cuando no andábamos detrás del famoso chip para jugar copias piratas (porque simplemente no existÃa la piraterÃa de juegos) y que, cuando se quedaba pegado un juego, no era por culpa de un rayón en el disco, sino que era por el polvo y soplábamos los contactos del cartucho (aunque las instrucciones decÃan e insistÃan que eso no debÃa hacerse), y los avances en los juegos casi nunca podÃan guardarse, y en los pocos juegos que se podÃa era gracias a un chip y una pila dentro del cartucho, y si te condoreabai y apagabas la consola sin apretar RESET, se borraba todo. Aunque a veces no pasaba nada. La tele que habÃa en la casa en ese tiempo ya no funciona. Pero la consola aún vive. Como en su primer dÃa.
Y los juegos se disfrutaban mucho más, porque eramos mucho más conscientes de lo que valÃan y costaban. Aún me acuerdo cuando querÃa que me regalaran el SMB3 y lo vimos en una tienda a 15 lucas.
Y 15 lucas era caro. Nooooooo, mucha plata.
"Me encantaria trabajar generando ideas, pero no tengo muchas esperanzas de que eso ocurra. La vida es mas charcha que eso. "- Marco Silva
Mis Dos Chauchas: No nos des nuestro 20% de cada dÃa...
- Por Preto
- septiembre 01, 2010
La industria añeja asume realidades del mundo añejo para seguir dando aletazos y asà mantener su modelo de negocio añejo y anacrónico en pie.
Hey, guashito, esta ley es más retrógrada que la cresta.
En serio, piensen un rato con la cabeza qué pretenden. Esto es pa la realidad de los años 60, cuando casi no habÃa segmentación y las radios AM que existÃan ponÃan de todo. No puedes aplicar una obligación de porcentaje al aire de música nacional en los tiempos actuales, en que las radios están segmentadas, y es más absurdo aún si se incluye el 5% de folclor. De verdad, no me imagino que radios como la Infinita o la Duna se larguen con un programa folclórico, porque simplemente se desperfilan.
La industria añeja asume realidades del mundo añejo para seguir dando aletazos y asà mantener su modelo de negocio añejo y anacrónico en pie. En serio, no quiero parecer pesado, pero veo en las noticias hablar a la Denisse (esa vieja más de 15 años que no se pone de moda con un disco), y me pregunto que cresta hacen hoy los artistas y unos cuantos polÃticos apoyando y aprobando una ley para una realidad de hace 50 años. Mejor que trabajen y no se dediquen a estar tirados de guata al sol viviendo de sus discos antiguos y esperando cobrar esa plata trucha por concepto de "derecho de autor". ¡Trabajen! ¿Se acuerdan lo que era eso, trabajar?
Y los polÃticos payasos que en la sesión del Congreso marcaban el ritmo de cueca, piensen un poco con la cabeza (la de arriba) qué cresta es lo que de verdad están apoyando. Mejorar la educación no va por hacerles más horas de clases a los pinguinos. Con la música es lo mismo: mejorar la producción nacional no va por darle más bombo en la radio. Hay que hacer música buena, que se imponga por su calidad y no por una ley que obligue a las radios a darle más o menos tiempo al aire. Imponer es nefasto y ya pasó de moda hace rato. Insisto, artistas nacionales, los queremos haciendo buena música que se venda sola y guste al público por su calidad. No queremos seguir escuchando sus discos añejos. Acuérdense de lo que significa trabajar y pónganlo en práctica. En buena.
Cuando uno escucha de todo, se da cuenta que la parrilla es más que un puñado de radios vendiéndose a los sellos y sus payolas. No voy a desconocer que eso existe (si no, asómese a ver qué pasa con radios de rotación fuerte donde le dan como bombo en fiesta a los popstars de turno). Si quieren controlar eso por la vÃa de imponer un cuoteo, con un 20% no les alcanza. Y por otro lado, imponer un porcentaje mayor para una industria musical chilena en pañales y que no lo vale (duro, pero cierto), eso ya serÃa digno de paÃs bananero. Y los cuoteos son tan nefastos como las imposiciones: basta ver cómo se han armado los gabinetes de gobierno, preocupados más de poner polÃticos de los distintos partidos en porcentajes fijados para que ningún zángano ponga mala cara... en vez de mandar a los zánganos de PLR y traer a gente que haga bien la pega. Aquà es lo mismo.
Más aún, lo que van a tender a hacer las grandes cadenas radiales si esto se aprueba y llega a ser ley, es que no van a querer innovar y van a tirar al aire a los mismos de siempre, a los Alberto Plaza, a los Pablo Herrera, a las Myriam Hernandez, yada, yada... Pensar en que le van a dar cabida a artistas independientes es una UTOPIA por donde se le mire. Las radios comerciales están pa ganar plata y van a favorecer a los sellos grandes, pero ahora con artistas nacionales de sus catálogos. Los mismos de siempre.
Si tiene algún reproductor multimedia y un computador a su alcance al cual conectarlo para cargarlo con música, siéntase afortunado. La mayorÃa de Chile no tiene su suerte y de aprobarse esta ley en el Senado, se tendrán que mamar que otros decidan por ellos.
Por la buena música, venga de donde venga.
Hey, guashito, esta ley es más retrógrada que la cresta.
En serio, piensen un rato con la cabeza qué pretenden. Esto es pa la realidad de los años 60, cuando casi no habÃa segmentación y las radios AM que existÃan ponÃan de todo. No puedes aplicar una obligación de porcentaje al aire de música nacional en los tiempos actuales, en que las radios están segmentadas, y es más absurdo aún si se incluye el 5% de folclor. De verdad, no me imagino que radios como la Infinita o la Duna se larguen con un programa folclórico, porque simplemente se desperfilan.
La industria añeja asume realidades del mundo añejo para seguir dando aletazos y asà mantener su modelo de negocio añejo y anacrónico en pie. En serio, no quiero parecer pesado, pero veo en las noticias hablar a la Denisse (esa vieja más de 15 años que no se pone de moda con un disco), y me pregunto que cresta hacen hoy los artistas y unos cuantos polÃticos apoyando y aprobando una ley para una realidad de hace 50 años. Mejor que trabajen y no se dediquen a estar tirados de guata al sol viviendo de sus discos antiguos y esperando cobrar esa plata trucha por concepto de "derecho de autor". ¡Trabajen! ¿Se acuerdan lo que era eso, trabajar?
Y los polÃticos payasos que en la sesión del Congreso marcaban el ritmo de cueca, piensen un poco con la cabeza (la de arriba) qué cresta es lo que de verdad están apoyando. Mejorar la educación no va por hacerles más horas de clases a los pinguinos. Con la música es lo mismo: mejorar la producción nacional no va por darle más bombo en la radio. Hay que hacer música buena, que se imponga por su calidad y no por una ley que obligue a las radios a darle más o menos tiempo al aire. Imponer es nefasto y ya pasó de moda hace rato. Insisto, artistas nacionales, los queremos haciendo buena música que se venda sola y guste al público por su calidad. No queremos seguir escuchando sus discos añejos. Acuérdense de lo que significa trabajar y pónganlo en práctica. En buena.
Cuando uno escucha de todo, se da cuenta que la parrilla es más que un puñado de radios vendiéndose a los sellos y sus payolas. No voy a desconocer que eso existe (si no, asómese a ver qué pasa con radios de rotación fuerte donde le dan como bombo en fiesta a los popstars de turno). Si quieren controlar eso por la vÃa de imponer un cuoteo, con un 20% no les alcanza. Y por otro lado, imponer un porcentaje mayor para una industria musical chilena en pañales y que no lo vale (duro, pero cierto), eso ya serÃa digno de paÃs bananero. Y los cuoteos son tan nefastos como las imposiciones: basta ver cómo se han armado los gabinetes de gobierno, preocupados más de poner polÃticos de los distintos partidos en porcentajes fijados para que ningún zángano ponga mala cara... en vez de mandar a los zánganos de PLR y traer a gente que haga bien la pega. Aquà es lo mismo.
Más aún, lo que van a tender a hacer las grandes cadenas radiales si esto se aprueba y llega a ser ley, es que no van a querer innovar y van a tirar al aire a los mismos de siempre, a los Alberto Plaza, a los Pablo Herrera, a las Myriam Hernandez, yada, yada... Pensar en que le van a dar cabida a artistas independientes es una UTOPIA por donde se le mire. Las radios comerciales están pa ganar plata y van a favorecer a los sellos grandes, pero ahora con artistas nacionales de sus catálogos. Los mismos de siempre.
Si tiene algún reproductor multimedia y un computador a su alcance al cual conectarlo para cargarlo con música, siéntase afortunado. La mayorÃa de Chile no tiene su suerte y de aprobarse esta ley en el Senado, se tendrán que mamar que otros decidan por ellos.
Por la buena música, venga de donde venga.
Se casó.
No sé si vale más la pena olvidarlo o recordarlo.
Ya que me lo recuerdan.
Situaciones y personas hinchapelotas allá afuera hay pa' regalar. Viejas random en el pasillo del Metro que se les pierde el cabro chico o se dan vuelta a ver donde cresta se tropezó la comadre, viejos de mierda que viven en el departamento de abajo y que les molesta todo lo que haces o tienes, o el institucionalizado "cacho de oficina". Pero hay pocas cosas más "pulga en la oreja" que las promotoras.
A las viejas random les podÃs hacer el quite, a los viejos gruñones los podÃs pelar con el conserje o con otro vecino, y las pegas cacho de la oficina las podÃs negociar. Pero con las promotoras, no podÃs hacer na. ¡Pero na!
Quédese quietita, ni se moleste en meter la cuchara, asà se ve mejor
La labor de la promotora es impedir tu libre elección. Es lavarte el mate y convencerte que el producto de mierda que te están embutiendo es mejor o te conviene más. Y al final del dÃa cobrar un moco de plata o una comisión ratona. ¿Vale la pena para alguien? No lo creo. Al único idiota que le conviene es al gil de la importadora chanta que trae cachibaches chinos y les chanta la marca aquÃ. Porque, pa qué estamos con cosas, la peor promotora, la más hinchabolas y la que más te caga el dÃa es aquella que te quiere tratar de embutir un producto más penca que el que quieres comprar.
La estufa
Una tarde de invierno del año pasado tuve la urgencia de cambiar la estufa a parafina. Es que, de verdad, ya no las hacen como antes. Y la muerte de la mÃa resultó ser debido a diseño deficiente -pero ése es otro cuento-. Asà que una tarde fui con el mini-familión al Homecenter. Ese del "hágalo usted mismo", del "anti-servicio", sÃ, ése mismo. Pero na de eso. Iba a comprar un producto terminado, de llegar y usar. Una nueva estufa, flamante y filete.
Y adivine quién estaba estorbando el paso, sÃ, una promotora.
Pa' más recacha, era una promotora de una marca que otrora era digna -no la mencionaré para no ofender a nadie-, pero le pasó lo que a muchas: no pudieron competir con el producto importado y terminaron importando todos sus productos a fábricas de genéricos en China, les chantan la calcamonea y tate. Y la pobre mina insistÃa a quien pasara por ahà que eran las que más convenÃan por consumo y rendimiento calórico y yada, yada, yada... Eso me obligó a dar la vueeeeeeeelta y entrar al pasillo por el otro lado. Al final, como habÃa presupuesto para evitar ratonear, me llevé una estufa a gas filete, tal como querÃa.
Pa' no quebrarme, tampoco diré la marca.
EpÃlogo
De todas maneras no me arrepiento de nada, y mucho menos de no haber "invertido" un turro de plata en una de esas Toyotomi. El tiempo me dio la razón. Son demasiado sofisticadas pa' Shile. O sea, todo bien con su sistema electrónico, laser y la cach'e la espá, pero la parafina shilena es charcha. Y ahÃ, na' que hacer. Na.
Y aunque sale más caro el gas que la de parafina, el haber eventualmente conservado la antigua no era viable -era de esas tipo "foguita", en departamento... no way-. Aparte que no me hubiera caÃdo na en gracia al viejo de abajo quejándose por los olores.
Es que Gargamel existe, y vive en el 36. Y si tuviera un oficio, serÃa molinerors. Pero, lo peor de todo, entre creerle a la promotora o al molinero, me quedarÃa con el molinero. ¡Santas contradicciones, Batman!
* Imagen: [vÃa]
Situaciones y personas hinchapelotas allá afuera hay pa' regalar. Viejas random en el pasillo del Metro que se les pierde el cabro chico o se dan vuelta a ver donde cresta se tropezó la comadre, viejos de mierda que viven en el departamento de abajo y que les molesta todo lo que haces o tienes, o el institucionalizado "cacho de oficina". Pero hay pocas cosas más "pulga en la oreja" que las promotoras.
A las viejas random les podÃs hacer el quite, a los viejos gruñones los podÃs pelar con el conserje o con otro vecino, y las pegas cacho de la oficina las podÃs negociar. Pero con las promotoras, no podÃs hacer na. ¡Pero na!
Quédese quietita, ni se moleste en meter la cuchara, asà se ve mejor
La labor de la promotora es impedir tu libre elección. Es lavarte el mate y convencerte que el producto de mierda que te están embutiendo es mejor o te conviene más. Y al final del dÃa cobrar un moco de plata o una comisión ratona. ¿Vale la pena para alguien? No lo creo. Al único idiota que le conviene es al gil de la importadora chanta que trae cachibaches chinos y les chanta la marca aquÃ. Porque, pa qué estamos con cosas, la peor promotora, la más hinchabolas y la que más te caga el dÃa es aquella que te quiere tratar de embutir un producto más penca que el que quieres comprar.
La estufa
Una tarde de invierno del año pasado tuve la urgencia de cambiar la estufa a parafina. Es que, de verdad, ya no las hacen como antes. Y la muerte de la mÃa resultó ser debido a diseño deficiente -pero ése es otro cuento-. Asà que una tarde fui con el mini-familión al Homecenter. Ese del "hágalo usted mismo", del "anti-servicio", sÃ, ése mismo. Pero na de eso. Iba a comprar un producto terminado, de llegar y usar. Una nueva estufa, flamante y filete.
Y adivine quién estaba estorbando el paso, sÃ, una promotora.
Pa' más recacha, era una promotora de una marca que otrora era digna -no la mencionaré para no ofender a nadie-, pero le pasó lo que a muchas: no pudieron competir con el producto importado y terminaron importando todos sus productos a fábricas de genéricos en China, les chantan la calcamonea y tate. Y la pobre mina insistÃa a quien pasara por ahà que eran las que más convenÃan por consumo y rendimiento calórico y yada, yada, yada... Eso me obligó a dar la vueeeeeeeelta y entrar al pasillo por el otro lado. Al final, como habÃa presupuesto para evitar ratonear, me llevé una estufa a gas filete, tal como querÃa.
Pa' no quebrarme, tampoco diré la marca.
EpÃlogo
De todas maneras no me arrepiento de nada, y mucho menos de no haber "invertido" un turro de plata en una de esas Toyotomi. El tiempo me dio la razón. Son demasiado sofisticadas pa' Shile. O sea, todo bien con su sistema electrónico, laser y la cach'e la espá, pero la parafina shilena es charcha. Y ahÃ, na' que hacer. Na.
Y aunque sale más caro el gas que la de parafina, el haber eventualmente conservado la antigua no era viable -era de esas tipo "foguita", en departamento... no way-. Aparte que no me hubiera caÃdo na en gracia al viejo de abajo quejándose por los olores.
Es que Gargamel existe, y vive en el 36. Y si tuviera un oficio, serÃa molinerors. Pero, lo peor de todo, entre creerle a la promotora o al molinero, me quedarÃa con el molinero. ¡Santas contradicciones, Batman!
* Imagen: [vÃa]
Mi gato es inquieto, pero inteligente. Porque, además de gatunés, también entiende algo de español.
Hoy al levantarme, recuerdo que dejé el netbook abierto en el escritorio. Y, horror, le faltaba una tecla. Pasé toda la noche con mi gato, seguramente él en sus ataques impulsivos por jugar con cualquier cosa, probablemente la sacó. Entonces busqué por el piso, bajo la cama, en el escritorio, hasta en la almohada y dentro de la cama. Nada. Hasta que al final, sobre la silla y bajo un chaleco, ahà estaba la tecla. Asà que la volvà a poner en su lugar, como si nada.
Lo más sorprendente, la tecla que arrancó mi gato fue precisamente la G, de gato. Obvio. Mi gato no es cualquier gato.
Hoy al levantarme, recuerdo que dejé el netbook abierto en el escritorio. Y, horror, le faltaba una tecla. Pasé toda la noche con mi gato, seguramente él en sus ataques impulsivos por jugar con cualquier cosa, probablemente la sacó. Entonces busqué por el piso, bajo la cama, en el escritorio, hasta en la almohada y dentro de la cama. Nada. Hasta que al final, sobre la silla y bajo un chaleco, ahà estaba la tecla. Asà que la volvà a poner en su lugar, como si nada.
Lo más sorprendente, la tecla que arrancó mi gato fue precisamente la G, de gato. Obvio. Mi gato no es cualquier gato.
En mi difusa memoria -a ratos- recuerdo que cuando estaba en el colegio habÃa un compañero que lo molestaban con un comercial de beneficencia que pasaban en la tele, donde aparecÃa un niño cantando "...si te sobra un poquito, dámelo a mi..." Era re chistoso y el aludido se la tomaba en buena, asà que era divertido para todos cuando alguien sale y se pone a cantar "Si te sobra un poquito..." tras lo cual todo el resto de los torrantes aparecÃa haciendo el coro "...dáselo a él..." Lo cierto es que dicha canción es un temón del cantautor argentino Alberto Cortez.
La canción pertenece a su disco "Ni poco... ni demasiado" de 1973. Y por el recuerdo chistoso de infancia y por lo notable del tema, obviamente merece su Sonido AM.
Profe: Juanito, defÃname "frustración".
Juanito: Frustración... es descubrir manchas en la ropa recién lavada, señorita.
Profe: Vaya a sentarse. Un 1.
Juanito: Pero mi mami me dijo...
Profe: ...ah y dÃgale a su mami que también tiene un 1.
Juanito: Sniffff... buaaaaaaaaaa...