Ayer en la picá, un par de tipos venidos a menos conversaban de unas ideas de negocios con las que, talvez, pensaban salir del hoyo. "Lo que viene ahora es vender comodidad...", decÃa. Y tan equivocado no estaba. Porque, pa qué estamos con cosas, el chileno es bien cómodo. Si no me lo cree, vaya a tomar el Metro a La Cisterna como a las 7 y media de la mañana. Los hueones se lanzan como pirañas y hacen desaparecer los asientos de un tren completo en dos segundos. Y ahà va ese de medio pelo que se sentó y que se le iluminó el caracho y se sintió triunfador porque tuvo dónde reposar el poto hasta Los Héroes, lugar donde cambió de lÃnea y volvió a ser de la plebe. Y su poto flácido quedó en evidencia, claro.
Hoy en la mañana volvà a recordar ese concepto de comodidad. Subieron al Metro unos cuántos de estos tipos medios flaitongos con unos trajes de dos colores con la leyenda "Transportes CCU". Si no fuera por ellos, nuestra comodidad de ir al refri y sacar una gaseosa -o una chelita pa' los que toman- se verÃa seriamente comprometida. Pero ahà estaban y no llevaba 30 segundos de viaje, aprovechando que hoy no se arrojaron las pirañas y al fin me pude sentar, cuando de pronto, de la nada, aparece una señora con guagua al más puro estilo Carlos Pinto -faltó la pura neblina no más- y uno de estos iluminaÃtos, flaititos, me pide amablemente el asiento, haciendo señas con los brazos haciendo show para el resto de la gente. Le faltó gritar no más pa' hacer el show completo. Cedà el asiento, no sin lanzarle el caracho en seco. Al minuto después, se desocupó otro asiento y el flaitito me ofreció que me sentara, pero ni lo pesqué. Treinta segundos después, el asiento lo ocupó él.
Flaite, sÃ, pero hueón, jamás.
No sé cómo le irá al tipo de la picá, que se comÃa una cazuela y le daba vueltas con el amigo a esa idea de "vender comodidad". Lo que pasa es que al chileno le encanta aprovecharse del sistema, queriendo tomar vino de exportación a precio de garrafa, y queriendo viajar en primera clase pagando un pasaje de Metro.
Y te agarrai con uñas y dientes al asiento, porque pa' eso pagaste.