La verdad, digámoslo: los caldos Maggi son omnipresentes, son los caldos por default. Cuando a uno lo mandaban a comprar al boliche de la esquina, no le decían "tráeme una caluga de caldo", le decían clarito "caldo Maggi". ¿Qué puedes hacer contra eso? Ser un pelín más creativo. Si Maggi le achuntó con la dueña de casa cocinando para la familia y todo tan bonito (y recordable y querible... pero a la vez tan obvio), haz algo similar, pero distinto. No se puede ir mucho más allá, después de todo se trata de un producto eminentemente casero y más que eso, de dueña de casa. Pon una abuelita. Una abuelita dedicada, querible (aunque un poco seria) y que dedica su vida y su paciencia a hacer caldo en forma artesanal (aunque todos sabemos que no es así). Y tiene una máquina que recibe el caldo líquido, lo procesa, lo convierte en calugas y lo envuelve. Flor de máquina.
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