Hay un dicho que reza que alguien “vale su peso en oro”. Juntemos eso con el furor de los concursos de la tele a color y la gran enseñanza de vida de Pedro Picapiedra, cuando aprendimos que un saco de plata siempre tiene un gran signo $ al frente. Y nos queda un concurso en el que Gradina, una margarina ochentosa, premiaba a las soas de la época no con el peso de su campeón en billetes, sino que con el doble. O sea, treinta kilos, sesenta lucas. Simple.
Y ojo que las 60 lucas del ejemplo no eran poca plata. Por inflación, para convertir plata de 1982 a 2024 habría que multiplicar aproximadamente 28 veces. O sea, serían más de $1.600.000 de hoy. Y eso que estamos simplificando bien a lo bestia, porque era 1982 y no está el dato de si todo esto fue antes o después de la crisis. Sip, de “esa” crisis.
La idea no era nueva. Probablemente, los que fueron niños en los setentas, recuerden que Calaf hizo lo mismo, pero con dulces.
Ojalá ninguna soa haya sometido a su “campeón” a engorda para sacar más premio. Porque me sonaría, al menos, discutible.
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