El Dondo fue una celebridad juguetera. Uno de los productos más queridos y recordados de la desaparecida cadena juguetera Otto Kraus. Y tuvo toda una gama de Dondos: el original, el (¡uy qué malote!) Dondo Rock, los Mini Dondos… y el Dondo Caribeño, del que todavía no he visto su comercial (y que, igual, reconozcámoslo, hoy estaría re funado). 

El jingle está directamente basado en “Guarda come dondolo”, un tema de 1962 del artista italiano Edoardo Vianello, tema que sonó mucho en su época y que, décadas después, todavía era demasiado oreja. 

A comienzos de los 90s estaba el mambo en pleno con los Dondos. Y nada, recordando humildemente al famoso muñeco con este Dondo Medley. Del “juguetero de Chile”, donde quiera que esté ahora. 

* Emitidos en 1991. 

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[vía 1, 2, 3]

Hace un tiempo lo hueviamos, pero hay que ser justo: pocas cosas dan tanto por tan poco como un brick game (“Tetris”, para los amigos). Todavía los venden nuevos por Internet, pero no seamos tan fomes. Se puede hacer más interesante y ese interesante viene de que este brick game es el que estaba en casa y sobrevivió guardado, de caja en caja, por unos pocos más de treinta años. Un día dejó de funcionar bien, no se le puso pila nunca más, se le pegaron algunos botones y quedó ahí tirado.

Había que darle un poco de amor. Así que limpié la caja con jabón suave y luego con alcohol común para quitar algunas manchas de bolígrafo. Extrañamente eso se deshizo de mucho del amarilleo del plástico. Lo abrí y limpié también con ese mismo alcohol los contactos de los botones que no funcionaban (sólo tenían mugre y un poco de humedad). Luego raspé y apreté un poco los terminales metálicos del compartimento de las pilas, que estaban un poco sulfatados, para que hicieran buen contacto.

Un error de diseño (o recorte de costos) fue que no tuviera resortes en el compartimento de las pilas, sino que éstas vayan insertadas a presión, porque los contactos se deformaban y las pilas quedaban sueltas. Esto provocaba muchos de los glitches en pantalla. Otro tanto de esos glitches ocurría con pilas medianamente gastadas cada vez que emitía sonido, porque cuando el parlantito sonaba, provocaba un bajón de voltaje que rompía el juego y se congelaba, haciendo imposible seguir. Pero con pilas frescas, no pasa nada.

Al final le puse tres pilas AA nuevas y listo. Quedó al 100. Una maravilla. Sin segmentos malos en pantalla, sin pegarse con nada, listo para jugar.

Al contrario del recuerdo popular de los “999999 juegos en 1”, éste fue de los primeros modelos y sólo tiene 5 juegos (el Tetris estándar, otro Tetris con piezas más complicadas, más otros 3 juegos de bloques).

Antes que salte alguien a la micro por atrás, NO SE VENDE. Todavía recuerdo, en la sucursal de la F, la avalancha de compradoras que creyeron que tenía una enceradora a la venta porque subí un aviso de época sacado de una revista. Algún día habrá que desclasificar esa historia. O mejor no.

¡MOMENTO SING-ALONG! Aunque nació en 1978, ya por 1992 aparecieron réclames de Kapo con los “Kapo Animados”. Pero, en el ‘95 (*), finalmente hicieron esto, una gran canción juntándolos a todos. Con el “¡Tenemos seeeeed!”, remataban este clásico que (qué cosas, ¿no?) tuve que buscar la letra porque tenía dudas y esas dudas aún no se me desaparecen del todo. De ahí vino su época de gloria, con el Kapo “a 100 pesitos”, las muchas promos con canjeables… y luego su decadencia (¡en serio después lo vendían con gas y en botella de 2 litros!). Un producto víctima de los dosmiles… y de la estocada final de la "ley de sellos".

(*) Exhibido en 1995.

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Ya la llegada del video casero estaba entrando con todo entre quienes podían permitírselo. Y una marca que se hizo legendaria en su época, Maxell, ya había introducido sus cintas de video de alto grado, supuestamente con partículas magnéticas más finas, capaces de capturar mayor detalle. Y ahí el límite de la rimbombancia era casi el cielo. “HGX”, “High Grade”, “Epitaxial”, eran nombres que sonaban ultra sofisticados en tiempos en que la simple posibilidad de grabar la tele ya era algo mágico. Por supuesto, en sabores VHS y Betamax.

Y afírmate, que Maxell… o debería decir, los actuales dueños de la marca, volvieron a fabricar cassettes de audio como en los viejos tiempos y están a la venta en Amazon (y una que otra tienda local, que no menciono porque no me pagan). No son “new old stock”. Son cintas nuevas. Aunque sólo cintas Tipo I (la normalita, la de siempre). Porque para cintas Tipo II o IV ya dicen que no hay materiales, que no hay mercado, yada, yada…

Honestamente, tener cintas de cromo o metal, para quienes conservan decks en buen estado y que puedan usar esas cintas, hubiese sido un auténtico manjarsh.

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Y así como, si no tiene una tremenda mancha de aceite en el piso, no es taller mecánico, o si no hay una tapa de Coca-Cola en la pata coja de alguna mesa, no es picada, si no tiene al de turno derramando o rompiendo algo con rebosante alharaca, no es infomercial. Que no se diga que Jorge Milton Castro de la Barra hacía infomerciales al lote. Porque ocupaba cada recurso del género, incluyendo ése. Sí, ése, el del que da vuelta lo involteable o rompe lo irrompible. Torpezas directamente sacadas del manual académico del infomercial. Jorge Milton, de calidad premium y pureza certificada.

Toma eso, The Open Market.

* Corregido, 2003.

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“La oveja negra”. Antes que Andrés Rillón usara esa frase en un réclame de Winter, decir “la oveja negra” era raro. Era una frase clásica que usaban los más viejos para referirse a alguien de la familia que, a diferencia de su ascendencia, no supo llevar alguna virtud. Pero después del réclame, se convirtió casi en frase de uso común, gracias a que Don Pío la explicó clarito.

Uno de sus tantos arranques de locura promocionando cecinas por la tele, y que curiosamente se recuerda menos de lo que debería. Es que al lado del cuento de la caperucita, o de escalar un edificio para ver por las ventanas de los departamentos si estaban comiendo cecina, o de depositar las mortadelas en el banco y de tantas otras locuras, es que la pelea estaba difícil.

* Emitido en 1993.

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